viernes, 6 de julio de 2012

Festival de la Guitarra Cordoba 2012




Empezó hace unos días, el lunes había escuchado en Radio Nacional la noticia de que el día 3 comenzaría el 32 Festival de la Guitarra de Córdoba, pero hasta hoy no ha podido ser. Aparte de comentar el hecho de la noticia pongo algunos enlaces de la red, aún me sorprendo de la capacidad de la red de redes, que mayor me siento.
El festival tiene una página web, una página en Facebook (y me gusta la página de Fotos del Facebook). Aparte la revista LaFlamenca, Guia La Flama (La guía del flamenco), Cordoba Flamenca, un artículo en El País, y un programa de radio de Radio Nacional (Acordes de guitarra de España Directo).
Y ya puestos una visita histórica de parte de Wikipedia al Festival de la Guitarra de Cordoba.

Entrevista a Niño Josele "Se aprende tocando y fallando"






Por Cherna García Martínez




JUAN JOSÉ HEREDIA, Niño Josele (Almería, 1974), aguarda la visita del periodista cómodamente instalado en el porche trasero de su chalé unifamiliar con vis­tas a otros chalés y el monte. Hace ocho años que se mudó a la sierra madrileña, huyendo de las tentaciones del demonio y la carne: "Yo no tengo vicios, pero la noche madrileña es peligrosa...". En las manos del tocaor descansa la guitarra que un día perte­neciera a su maestro y mentor, Paco de Lu­cía: "Que conste que nunca se la pedí. Fue una cosa natural. El maestro Vicente Carri­llo le hizo esta guitarra para una gira, por­que la suya estaba en arreglo, y andábamos ya por el último concierto cuando, por fin, le trajeron la suya. Estábamos en la prueba de sonido y él me dio la que estaba utilizan­do para que se la sostuviera. Yo, sin darme cuenta, empecé a tocar con ella y ya no la solté, un concierto, luego otro, y otro, hasta que un día le dije: 'Pero, tío, toma ya la guitarra, que es tuya'. Pero él, como quien oye llover. Total: que aquí sigue conmigo". No es casualidad que el nombre de Paco de Lucía surja una y otra vez a lo largo de la conversación con Niño Josele: "A Paco le debo casi todo lo que soy", reconoce.

La memoria de Niño Josele se hunde en el recuerdo de su primer encuentro con el genio de Algeciras: "Yo tenía la edad de mi hijo mayor, ocho añosa, más o menos. Mi padre me llevó a un concierto que daba Paco en la plaza de toros de Alcudia. Él y Paco eran amigos. Por aquel entonces yo tocaba la guitarra, pero na; ni siquiera esta­ba seguro de que quisiera ser guitarrista. Paco me pidió que le lavara las cuerdas: `¿Te gusta la guitarra? Si alguna vez te veo y me gusta cómo tocas, te llevo conmigo'. Yo me lo tomé al pie de la letra y al día siguiente me puse a estudiar. Al cabo del tiempo, efec­tivamente, me fui con él. Nunca hemos ha­blado de aquello. Me da como vergüenza". - Treinta años después de su primer en­cuentro, Paco de Lucía es uno de los invita­dos en el nuevo disco de Josele, El mar de mi ventana: "Fue un trueque, yo lo toqué en un disco suyo y él me toca en uno mío. No he tenido ni que pedírselo. Y con el Tomate lo mismo: 'Oye, que me he enterado de que estás grabando y quiero participar'. Así sur­gió la cosa, sin pensarlo". Tras Paz y Españo­la, en El mar de mi ventana Niño Josele se sumerge de lleno en las fuentes del flamen­co para mirarse a sí mismo: 'Me siento en este disco como una persona totalmente nueva. Sabemos que está to patas arriba, la crisis, los problemas... Sin embargo, no que­ría que todo esto se reflejara en el disco. Ver solo lo malo no es bueno ni para la música, ni para la vida, ni para nada. Este disco es mi modo de decir que todo depende de la importancia que le quieras dar a las cosas. Si todos nos pusiéramos de acuerdo en tirar pa´lante, a lo mejor, el mundo iría de otra



Temas como Válgame asere y Alcazaba de Almería reflejan el estado de pacífica bea­titud que su autor encontró durante su "via­je interior" a la tierra que le vio nacer, en invierno de 2011: "El disco está compuesto en San José, frente al mar. Me limpié de todas las cosas chungas que hay en el mun­do y me abrí a la luz del mar. Para mí, la música es el mar, y el flamenco, el río que desemboca en ese mar".
En el disco no faltan las referencias al "compadre Antonio", el pianista de jazz Chick Corea, un rendido admirador de la música del almeriense: "La bulería que ha­go con el Tomate se la dedico a Corea. Cuan­do la escuchó, me llamó como loco para decirme que quería que la tocáramos jun­tos, y yo le envié un e-mail: 'Pero si no tengo partitura ni na; lo único que puedo hacer es sentarme contigo y tú lo vas escribiendo'. Pero eso él no lo entiende. Estos son los momentos en que me encantaría saber mú­sica". Por si acaso, Josele ya ha puesto a su primogénito a estudiar solfeo, "a ver si me enseña algo, que falta me hace". Sin embar­go, no todos los músicos con los que Josele acostumbra a alternar en sus incursiones por los escenarios del jazz lo ven así: "Todos me dicen que no hace falta que aprenda música; y mira que se lo digo, que yo quiero aprender a improvisar. La respuesta es siem­pre la misma: 'Pero si tú ya sabes. Tú impro­visa a tu manera y no te preocupes de nada'. Esto me pasó con Jerry Gonzalez fue el primero que me dijo que yo improvisar; y luego Paco, venga con que pa'lante, que se aprende fallando y tocando... y con Corea, lo mismo. Yo me siento como una esponja al lado de ellos. Todo que pueda absorber, lo absorbo. Y asi tocando, y fallando, y aprendiendo. Siempre aprendiendo".
A estas alturas de su vida, Josele reconoce sentarse acosado menos por los seguidores de la ortodoxia que por su propia inclinación a viajar allá donde su desbordante imaginación le conduce: "Las flamencólogos han pasado a la historia. Ahora estamos en otra época, y el que no quiere escuchar es porque no quiere. Pero entiendo que to­davía hay gente a quienes les gusta más verme con un cantaor al lado, ,y lo sigo ha­ciendo, pero no porque lo digan ellos, sino porque me apetece y me sigue gustando".
Se habla de El mar de mi ventana como el disco "más flamenco" de Niño Josele. Una opinión que no comparte el interesa­do: "Siempre he dicho que todos los discos que hago son flamencos, incluso cuando me llovían los palos de los puristas. Para mí, flamenco es el sonido de las palmas, el ca­joncito, la guitarra... y todo eso está aquí. La diferencia es el modo en que se tocan". El disco cuenta con una nómina apabullante de artistas invitados: además de los mencio­nados Paco de Lucía y Tomatito, los cantao­res Duquende y Lola de Morón, un descu­brimiento del guitarrista del que se siente particularmente orgulloso; y José Enrique, Soleá y Estrella Morente, reunidos en un tema que Josele dedica a la ciudad de Grana­da: "Lo importante es dar con el tipo de artistas capaces de huir de los lugares co­munes, y creo que en este disco lo he conse­guido". La aversión del tocaor a no dejarse llevar por ninguna corriente le ha alejado igualmente de la ortodoxia flamenca y de la fusión al uso: "Yo no tengo nada contra la fusión, la respeto, pero no es lo mío. Soy un guitarrista flamenco y lo mío es la música de raíz, que es la que tiene alma y vida". En su afán por aproximarse a las raíces de su arte, Josele cuenta con un inmejorable "ban­co de pruebas": "Mi vecino, que es maqui­nista de trenes y no sabe nada de música. Cada vez que le pongo algo que acabo de componer y me dice que le suena 'a Curro Jiménez', sé que eso es flamenco".
No es casualidad que El mar de mi venta­na se abra con el tocaor interpretando una soleá: "La soleá es la madre del flamenco, y es lo que yo he vivido desde pequeño. El maestro Morente decía que le gustaba mu­cho cómo tocaba yo por soleá, que era muy pura... esta soleá, que lleva el título del dis­co, contiene todo lo que he ido aprendien­do a lo largo del tiempo. Es una especie de `historia de la soleá por Niño Josele'. Empie­za como si estuviera flotando en el aire, y de repente te ves metido en los primeros años del flamenco y poco a poco va creciendo hasta llegar al momento actual... No quería hacer una soleá estratosférica, sino sobria, que haya una guitarra y unas palmas y nada más, sin jaleos, como antiguamente. Que sea la propia música la que vaya contando la historia". En realidad, la soleá de Josele, como los restantes temas del disco, es el producto desbocado de un cerebro que fun­ciona a mil por hora. Lo que arranca con Sabicas termina en John McLaughlin y en algo que se aproxima en alguna medida a un hipotético "flamenco atonal"; todo en su justa y adecuada medida:  "Es como cuando un músico de jazz toca un tema y todo está en su sitio, que creo que es lo que hace falta en el flamenco. Ya no vale el 'siéntate y toca', sino el 'piensa qué vas a tocar y cómo vas a tocarlo'. Hay que conocer lo que estás haciendo para darle un sentido. Todavía hay mucho que hacer en el flamenco, pero no en el cante. Yo creo que mejor que como han hecho una soleá la Niña de los Peines o Caracol no se puede hacer. Sin embargo, sí se puede innovar dentro de la armonía. Hay que perder el miedo a preguntarse por qué, por ejemplo, el acorde final del fandango tiene que ser siempre igual o si el cantaor tenía otra cosa en la cabeza. Yo le doy mu­chas vueltas a todo eso. Hay que sentarse y estudiar los cantes, y ese es un trabajo que no puedes hacerlo tú solo, tienes que acer­carte a gente que sabe y preguntarles, como yo hice con Morente". •
El mar de mi ventana está editado por Warner.


El mar de mi ventana 
Niño Josele
Warner

PARECIERA QUE la huella de la experiencia de Niño Josele con la obra del pianista de jazz Bill Evans, plasmada en aquel bellísi­mo Paz (2006), hubiese precisado de una disolución lenta. Tres años después bauti­zaría su siguiente disco con una composi­ción, Española, de otro ilustre jazzman, McCoy Tyner. Con bulerías, seguiriya y rondeña inició su regreso al flamenco, aunque aún pesaba la sombra de Javier Limón y Fernando Trueba. Ahora, Josele se autoproduce —junto a Guido Nisen­son— en un disco que arranca y concluye con dos piezas paradigmáticas de la displina de concierto: una soleá  dedicada al maestro Morente, que es clásica y moderna rica en melodías, y, sobre todo. la minera acuñó el maestro Montoya y que  él ejecuta con esa rara mezcla del técnica y lirismo. Entre una y otra, el guitarrista se entrega a los estilos más rítmicos. Dos bu­lerías —una con Tomatito, la otra con Benavent—, dos tangos, el segundo con las voces de los tres Morente (Estrella, Soleá y Enrique), y hasta tres rumbas. Para la primera quién mejor que el maestro que la prestigió y rescató para la disciplina Paco de Lucía se asocia con Niño Joseie s juntos dejan una luminosa composición de clara vocación atlántica.  F. Lobaton

El Pais Babelia 23.06.12