domingo, 8 de abril de 2018

PACO DE LUCIA El regreso del maestro Por Diego A. Manrique. Fotografía de Javier Salas

Toca la guitarra como los ángeles, y el mundo del flamenco le considera uno de sus grandes maestros. Paco de Lucía estrena casa en España; saca nuevo disco, 'Cositas buenas', y emprende una gira, después de años de no actuar en público, que le llevará por Estados Unidos y Canadá.


Se han alborotado los flamencos especialmente los guitarristas, que le tienen divinizado. Paco de Lucía vuelve a España. No es que Francisco Sánchez (Algeciras, 1947) se hubiera exiliado, pero ponía un océano por medio, al pasar casi todo el año en el Caribe mexicano. Se ha instalado en el centro histórico de Toledo, en una casa esquinera de seis plantas, donde va a instalar un estudio de grabación y donde ya funciona una sala de ensayo, apta también para el trabajo en solitario. Todavía hay obreros taladrando y golpeando, a pesar de las órdenes de la señora de la casa, la mexicana Gabriela, que pide una tregua mientras transcurre la entrevista.

"Llegué a Toledo de rebote", comenta, "en Madrid los precios de las casas antiguas son imposibles. He descubierto que tengo una doble ventaja: aislamiento y Madrid a tres cuartos de hora. Creo que aquí voy a ser muy feliz".

Algunos no entenderán que deje Yucatán por una ciudad tan... castellana.

Aquél fue mi refugio: pura selva, entre la playa y la carretera. En un tiempo, encarnó mi idea del Edén. Salía a pescar, cocinaba lo que pillaba. Era la vida natural frente a lo artificial de las giras. Pero ¿qué pasa cuando vas a vivir al paraíso? Pues que descubres las pegas, deja de ser un paraíso. Es lo de siempre; si algo te gusta mucho, no debes abusar de ello: si te pasas, pierde el encanto.




¿Es una regla aplicable a, como dice el título de su disco, todas las 'cositas buenas'?    

Claro, también a las mujeres ¡y a las drogas! Un canuto fumado después de dos meses sin probarlo es un gozo; pero estar fumando desde que te levantas... no tiene gracia.

Paco tiene el aire de los viejos flamencos, que viven un poco fuera del mundo. Puede usar la última tecnología -el programa Pro Tools-, pero se siente ajeno a la urgencia de seguir el discurrir del presente: "Yo quería llamar al disco Algeciras, pero en árabe, Al Yazira. Cuando lo conté en la discográfica, se horrorizaron. Por lo visto, podría malinterpretarlo no sé qué agencia" [se refiere a la televisión árabe Al Yasira].

Un disco donde suenan muchos instrumentos de cuerda: laúd, 'bouzouki', mandolina, hasta el tres cubano de Alejandro Sanz.

Hay dos cosas antagónicas. Por un lado, quieres dar más colores a lo que es esencialmente un disco de guitarra. A la vez, según me hago más viejo, descarto más elementos, busco la esencia. ¿Quién soy yo? Un guitarrista flamenco. Quiero ver si tengo algo nuevo que decir desde algo tan minimalista como es la guitarra. A la larga, eso es lo que se va a quedar y eso es lo que realmente esperan los aficionados y los profesionales, que son finalmente la razón de mis esfuerzos. Y los gitanos, los mejores jueces de lo que yo hago.

Además, el disco señala un cambio: una nueva banda.

Asustado estoy. Llevaba con el Sexteto 20 años y éramos capaces de tocar con los ojos cerrados. Eso es bueno, pero también peligroso. De repente he tenido que montar grupo para una gira por Estados Unidos. Bien que me he arrepentido de aceptar el compromiso. Viajar allí es una pesadilla, tienes que pedir un visado con meses de antelación. Una vez dentro, debes ir al aeropuerto tres horas antes para que te revisen los zapatos. Musicalmente, no me lo pensé mucho hasta hace unos días, cuando vi que me faltaba otro instrumentista. Claro, tiene que ser alguien que viva en Estados Unidos. Se me ocurrió un músico hindú: tienen buen tiempo, fraseo cercano a lo nuestro, capacidad para improvisar. Así que mi amigo John McLaughlin me ha recomendado un flautista que dice que es perfecto para mí.

Eso es audacia: fichar a alguien sin escucharle...

No, le voy a pedir cosas sencillas. Lo duro es hacerme a la idea de volver al escenario: llevo más de tres años sin tocar ante el público. Odio la presión de estar inspirado cada vez que salgo a un escenario. Las giras se han acabado para mí.

Éste es el Paco de Lucía de sus (raras) entrevistas: asustado ante la responsabilidad de mover las fronteras del flamenco con sus dedos, siempre a prueba consigo mismo. Francisco Sánchez debe ser el único ser humano que no concede poderes mágicos al guitarrista Paco de Lucía. Impermeable a los ditirambos, Paco/ Francisco insiste constantemente que el mundo está lleno de "bicharracos", guitarristas de otras músicas que "tocan acordes que yo no puedo ni imaginar".

¿Qué responde a los fanáticos que le reclaman más discos suyos?

Que ahora cumpliré. No me enorgullezco de la vida que he llevado, ya no tengo tantas ganas de salir por las noches. Aquellas giras en las que nunca dormía lo suficiente, que llegaba a tocar corriendo... Ahora estoy en una situación vital en la que me siento a gusto y quiero aprovechar las energías para componer.

Todo el mundo quiere que toque en sus discos. ¿Cómo rechaza uno tantas invitaciones?

Te puedo contar lo que me pasó con Julio Iglesias. Me estuvo persiguiendo hasta que le pedí una cantidad de dinero imposible. Sin embargo, cuando fui a Miami a grabar con Alejandro [Sanz], conocí a Julio y me rompió los esquemas: es simpático, entrañable, cariñoso. Así que terminé lamentando no haber tocado para él. En realidad, no soy tan selectivo: cualquier guitarrista que me llame, allí estoy

En 'Cositas buenas', como por arte de magia, vuelve a tocar para Camarón.

Cuando grabábamos aquellos elepés, descartábamos versos y cantes por diferentes razones, y, hoy día, eso que desechábamos es oro puro, puedes formar un nuevo tema. Se afina, se cuadra... Mucho trabajo, pero ¡funciona! Creo que se podría hacer un disco entero de Camarón que daría alegría al mundo. Han sacado muchos directos de Camarón, pero, por muy buenos que sean, es ordeñar otra vez la vaca. Lo de crear un disco nuevo de Camarón es lo que más me excita ahora mismo.

¿Qué le unía a Camarón? ¿Eran conscientes de la extraordinaria obra que estaban construyendo?

Yo siempre quise cantar, es la máxima expresión del flamenco, y Camarón se convirtió en mi héroe. Empezamos a probar, a tocar y grabar juntos. José era muy precavido: "Paco, ¿que dirá la gente de las peñas flamencas de esto?". Y yo: "Al carajo las peñas si no entienden que seguimos haciendo flamenco". Le preocupaba lo que pensarían los gitanos. "Pues si lo entienden, mejor; si no, ya lo entenderán". Y así ocurrió. Cuando creas en algo, no debes esperar rendimientos inmediatos, ni dinero ni elogios: inviertes para el futuro.

De fondo, el misterio de grabar flamenco: muchos discos sólo tienen ocho, nueve cantes. ¿Por qué cuesta tanto producir flamenco?

El flamenco siempre fue tradicional, se hacían cantes que igual venían del siglo XIX. Camarón y yo empezamos a grabar composiciones nuevas. Muchos pensaron que era un sacrilegio, pero se impuso el modelo del cantaor que compone, y, claro, muchos no están preparados; cantan letras sin sentido con unos fraseos larguísimos, muy camaroneros, pero que no te dicen nada. No quieren crear arte, sólo piensan en que la olla hierva todos los días.

El flamenco, ¿va saliendo de la sombra de Camarón?

Es el gran drama. José abarcó tanto que ahora se conforman con intentar cantar como él. Hay muchos cantaores de tendencia mimética: a la hora de crear, necesitan referencias, les da miedo que les digan que no están dentro de la tradición. ¡Y no siguen el ejemplo de José! Él podía cantar por Silverio, pero añadía unas frases nuevas. Camarón era un investigador: viajaba 500 kilómetros para escuchar a una mujer que hacía unos cantes antiguos y luego me ponía emocionado la cintita; "mira lo que hace esta vieja", me decía.

También Paco de Lucía es una losa pesada para miles de guitarristas...

Bueno, es así. Me la jugué muchas veces para llegar al sitio en que estoy Yo también pasé miedo e inseguridad ante lo que dirían los puristas, aunque mi guerra iba por dignificar el flamenco, que ocupara su lugar en el universo de la música. Hubo un tiempo en que muchos guitarristas sonaban a Paco, pero ya hay una generación que tiene voz propia: Vicente Amigo, El Viejín, Tomatito, Cañizares, Gerardo, El Morao. Como yo no quiero vivir de las rentas, me arriesgo cada vez que hago un disco: debe tener algo fresco, que no se haya tocado nunca. Así que compito con mi herencia. Me aterra convertirme en el maestro que va por ahí con los laureles puestos, un señor patético y superado que vive de las rentas. Espero mantenerme lo bastante objetivo para saber el momento de retirarme.

Cuando muere Camarón se desata la histeria: se cuenta que su familia se queda en la pobreza y le culpan a usted de que el cantaor apenas tenga temas registrados en la SGAE...

No he hablado nunca de esto, pero... fue un mazazo, una acusación tan descabellada que me sentía incapaz de defenderme de una manera tranquila y sosegada, sin insultar. Durante un año me tiraba horas y horas dando vueltas en la cama, argumentando conmigo mismo con ansiedad, rabia, mala leche. Me sentía como en una película de Hitchcock, en una novela de Kafka: "¡Pero si yo he hecho todo lo contrario, yo me merezco una medalla!". Siempre pensé que ir derecho por la vida es lo mejor. No hablo de bondad y de tonterías de ésas; la única manera de que nadie te pueda poner colorado, de que no te pillen en una mentira, es yendo derecho. Así que nunca he usado parapetos para preservarme de mentiras o fechorías.

La autoría de las canciones es un asunto espinoso en el flamenco...

En el caso de Camarón, mi comportamiento fue de una generosidad máxima. Por cariño hacia él y por admiración total hacia su arte, dejaba giras de tres meses, donde hubiera ganado millones, para producir a Camarón a cambio de 500.000 pesetas. Y cargaba con todo el trabajo: desde asegurarme de que él estaba bien hasta contratar a los palmeros. Componía muchas de sus canciones, pero es que también arreglaba las de los demás. Durante muchos años, los flamencos no entendimos que las canciones generaban dinero. Y un amigo me dijo que debería hacerme autor. "¿De qué me hablas? Yo no soy Quintero, León y Quiroga". Este amigo me explicó que en los discos que yo hacía con cantaores estábamos renunciando a unos derechos al declarar "popular" unos temas que realmente habíamos adaptado. Este hombre me llevó de la mano a la Sociedad General de Autores de España como si yo fuera un niño, y allí me inscribí. Pero nunca me obsesionó firmar, para entonces yo ganaba muchísimo dinero con mis recitales y podía permitirme ser desprendido.




Las acusaciones que le hicieron de 'robar canciones' iban también contra su padre, Antonio Sánchez.

Mi padre era un gran letrista. Modernizaba las canciones tradicionales con versos que sacaba de sus libretas, algo totalmente lícito. Realmente fue el gran defensor de Camarón, se peleaba en las oficinas para sacarle más dinero. Hoy, Camarón vende, pero cuando empezó era un chavalito gitano de San Fernando, Cádiz, que no interesaba demasiado a la discográfica.

Dicen que su padre imponía, que se hacía respetar.

En mi familia, era la ley. Cuando yo iba con mi hermano de gira por América, siempre me amenazaba: "A papá vas, a papá". Y es que yo me largaba con lumiascas, y, claro, de lo que se trataba era de llevar dinero a casa y no de gastarlo en orgías. Mi padre era muy serio, pero estamos hablando de años de hambre, de pobreza. Le veía irse, aunque estuviera enfermo, a tocar en fiestas de señoritos. Igual volvía a las diez de la mañana, le daba a mi madre los 20 duros que había sacado, y a vender ropa o lo que fuera. No entendía que sus hijos perdiéramos el tiempo, había que ensayar y aprender. 
Mi sentido del perfeccionismo es herencia suya.
Pero lo vive como un agobio...

No, no. Fui educado para ver una relación entre lo que se sufre y lo que tocas. Si sale algo bueno, así tiene que ser. Lo descorazonador es cuando te sale algo malo, pobre, repetido.

¿Cómo ha sido Paco de Lucía en funciones de padre?

Con Casilda [Várela] tengo dos niñas y un niño. La mayor, que se llama igual que su madre, es periodista y escribe muy bien. Lucía, abogada, está especializándose en derechos de autor. Curro es un loco del cine desde pequeño, estudia en la Escuela de Cinematografía. Muy sensatamente, ninguno ha tomado una carrera musical. Viéndoles hoy reconozco que Casilda fue madre y padre, les crió cuando yo andaba loco por ahí, pensando sólo en mi guitarra y en mi mundo. Ahora, que he tenido una niña, Antonia, me esfuerzo en aprovechar cada segundo. También es cierto que estoy en otra edad, ya es muy relativa la necesidad de que te comprendan y te reconozcan y que sientas que tocas mejor que nadie.

En 1976, unos ultraderechistas le atacan en la Gran Vía madrileña en presencia de su futura mujer, precisamente hija del general Várela...

No era cuestión de que les explicara quién era su padre: ella gritaba, intentaba llamar la atención de los guardias, que no estaban por la labor de intervenir, aunque aquellos cabrones querían aplastarme las manos. Casilda siempre fue muy coherente con sus ideas y eso es lo que nos unió: ninguno de los dos éramos prototipos de la clase social en que habíamos nacido.

¿Qué siente un artista cuando se topa con la violencia ciega?

Aquella agresión fue por una gracieta sobre izquierdas y derechas que yo solté por televisión. Lo peor es cuando no hay excusas. Me ha ocurrido en Hispanoamérica. Siempre me gustó ir, después de tocar, a los barrios calientes. Yo no he sido muy putero, pero me encantaban aquellos ambientes, donde siempre pasan cosas. Y me vi varias veces con una pistola en el pecho.

¿Qué hace uno en ese momento?

Pues... ¡de rodillas y a implorar! Con Antonio Gades, que ya llevaba el pelo largo, íbamos por Lima y se nos cruzó un borracho con pistola. "A este maricón le voy a pegar un tiro", dijo. Y mi hermano Pepe, que es muy lanzado: "Tú no le pegas un tiro a nadie, dispárame si tienes cojones". Ahí me descompuse y le agarré al tipo para que se tranquilizara. A veces, allí brota un antiespañolismo muy visceral... mala combinación el tequila y las pistolas.

Paco de Lucía toca mucho más fuera que dentro de España. Dicen en el negocio de la música en directo que su nombre en una marquesina sirve para reventar un teatro hasta en el rincón menos flamenco del planeta. Uno sospecha también que, por esos mundos, Paco está libre del muy hispano escrutinio de los que quieren rebajarle la cotización.

Se hace ahora flamenco en los cinco continentes. ¿Se puede aprender sólo con discos y vídeos?

Claro que sí. Pero la niñez es fundamental. En eso llevan ventaja los gitanos: están mamando cante a compás desde que nacen, no es lo mismo que el payo que se pone a estudiar guitarra a los 12 años. Mi niñez se pareció mucho a la de los gitanos, que eran mis vecinos. Además, mi padre llegaba de mañana con sus amigos, que eran grandísimos artistas, y a cantar en el patio. Eso era lo que yo oía al despertarme; a los cuatro o cinco años podía decirle a mi padre que estaba tocando fuera de ritmo. Había bronca, pero terminaba dándome la razón. Ése ha sido mi trampolín: he tocado sin pensar en el ritmo, ya lo tenía dentro. Para mí, la técnica es necesaria para olvidarte luego de ella; debe ser algo dado, algo en lo que no tienes que pensar para desarrollar tus ideas. Los grandes futbolistas te dirán lo mismo

¿Fútbol y flamenco?

Hay dos posturas, los que creen que es incompatible con el arte flamenco y los que creemos que es lo más bonito del mundo. Yo he jugado al fútbol desde los tiempos de la playa de Algeciras. ¡De delantero centro, claro! Cuando íbamos con el sexteto a cualquier país, retaba por televisión a que se presentara algún equipo de aficionados. Ahora, para descanso de mi manager, ya no juego.

El otro tópico son los toros...

Dejé de ir. Para ver una corrida de gloria tienes que tragar tanta sangre y tanto tremendismo que no compensa. Pero las grandes faenas se te quedan grabadas, es como si se materializara el duende ese que buscamos los flamencos. Rafael de Paula en El Puerto, los pases de Curro Romero, algunas cosas de José Tomás... esa elegancia te hace olvidar lo cruel del espectáculo. Es arte a vida o muerte, yo entiendo que los toreros sean creyentes

Tengo entendido que ése no es su caso...

Me veo más agnóstico que ateo. Yo rezaba mucho hasta que me di cuenta de que era un ritual infantil. Ojo, respeto a los que tienen fe, aunque sea la del clavo ardiendo. Ése fue uno de los asuntos que me hicieron replantear mi relación con el mundo gitano. Yo vivía gitano y pensaba gitano hasta que reconocí que era payo, que estaba protagonizando una impostura. Me dio pena alejarme de ese estilo de vida tan bonito, pero... es lo mismo que esos que van a Cuba y dicen: "Yo no soy un turista". Debes asumir tu realidad, aunque no sea la más romántica.

La cantante Rakei Winchester tiene un tema, 'Repíteme esa falseta', donde equipara la brillantez guitarrística con las habilidades amorosas. ¿Son buenos amantes los guitarristas?

¡Creo que sí! Los guitarristas viven con tanta ansiedad la creación que se toman el sexo como algo muy placentero, algo que les libera de tensiones. Y ligan mucho. Que conste que hablo de oídas, yo siempre he sido [guiño] muy cartujo. •

El disco 'Cositas buenas', de Paco de Lucía, editado por Universal, ya está a la venta. Paco de Lucía actúa este mes en Nueva York en el Flamenco Festival. Más información, en: www.pacodelucia.org.
Un prodigio de 26 discos
Con Cositas buenas, Paco de Lucía tiene 26 discos con su nombre y con su discográfica de toda la vida. Como suele ocurrir con figuras de referencia, se trata de un artista al que todo el mundo cree conocer, pero cuya obra es, en realidad, desconocida en toda su profundidad. La gran autopista para entrar en ese universo es la Integral de 2003, que contiene 25 títulos, más Paco de Lucía por descubrir, que recopila temas sueltos, aportaciones para películas (La Sabina, Sevillanas) y colaboraciones con el grupo Dolores, el guitarrista Juan Habichuela y el cantaor Duquende. La Integral (Universal) viene acompañada por una desenfadada biografía y una útilísima guía de audición, escritas por el musicólogo Faustino Núñez y el flamencólogo (y guitarrista) José Manuel Gamboa. Por su insistencia se procedió finalmente a una correcta remasterización digital. Fuera de la Integral quedan curiosidades como sus ráfagas en la banda sonora de The hit o las sesiones bajo transparente seudónimo -Paco de Algeciras- que incluyen hasta el primer acercamiento al jazz, con Pedro Iturralde.

Durante los sesenta, la mayoría de las grabaciones de Paco siguen el formato de dúo de guitarras, con su hermano, Ramón de Algeciras, o con Ricardo Modrego. Paco se enfrenta con el cancionero recopilado por Federico García Lorca o el repertorio hispanoamericano, aparte de acercarse al amado género de la copla (12 éxitos para 2 guitarras flamencas), sin olvidar los recorridos por prácticamente todos los palos del arte flamenco.

A partir de Fuente y caudal (1973), que contiene la decisiva Entre dos aguas, Paco se emancipa y puede prescindir de imposiciones y arreglos orquestales ortopédicos. El reconocimiento permite que el siguiente elepé sea En vivo desde el Teatro Real (1975), aunque el músico siempre recuerde que llevaba años actuando en recintos similares de otros países. Paco utiliza su nueva fama para dar salida a retos personales como la recreación de partituras clásicas: Paco de Lucía interpreta a Manuel de Falla (1978) y Joaquín Rodrigo-Concierto de Aranjuez (1991).

Para los directos toma el timón de Dolores, banda de fusión jazzística montada por Pedro Ruy Blas. Músicos tan apreciados como Jorge Pardo, Rubem Dantas o Caries Benavent aparecen en su obra hasta Cositas buenas. Los discos de creación pura se van espaciando, como revelan las fechas de publicación: Almoraima (1976), Sólo quiero caminar (1981), Siroco (1987), Ziryab (1990) y Luzia (1998). Se cubren huecos con vibrantes directos registrados en Europa (Live... one summer night, 1984) o Estados Unidos (Paco de Lucía & Sextet live in America, 1993).

Producto de su internacionalización son también los tríos. El primero estaba integrado por Paco y los jazzmen John McLaughlin y Larry Coryell: Castro Marín (1981), un prodigio que se grabó en Tokio. El proyecto se recompuso posteriormente con Al di Meola reemplazando a Coryell: reflejado en la Integral con The guitar trio (1996). No se materializó el prometido mano a mano con Chick Corea, aunque hay temas sueltos en discos del pianista, al que Paco dedicó piezas como Chiquito y Chick. •



El Pais Semanal Número 1.428. Domingo 8 de febrero de 2004


domingo, 1 de abril de 2018

La movida de Ariel Rot

Triunfó con Tequila y Los Rodríguez, dos de los grupos que mejor han demostrado que se puede hacer rock en español. Este argentino, hermano de Cecilia Roth, ha sufrido los altibajos de las drogas y el éxito. Ahora demuestra en solitario que tiene pasta de artista y de superviviente. 

Por Diego A. Manrique.







FOTOGRAFÍA DE GUILLERMO PASCUAL

FOTOGRAFÍA DE FLOWERS Y PACO PORRUA

01 En Madrid, junio de 2001. 02 En Buenos Aires, a los cinco años, con la guitarra de su madre. 03 Tequila, triunfando en un concierto en Madrid, en 1980. 04 Con su hermana, la actriz Cecilia Roth, en Buenos Aires. Año 1986. OS Tequila representaba sexo, juventud y "rock and roll". Aquí, en 1979, junto al 'manager' Santiago Cano y Sergio Makaroff. C6 Ariel y Julián Infante. 07 Con Alejo Stivel, en 1979.


Al fondo suena el piano de Dr. John. En el sofá de Ariel Rot, montañas de álbumes y sobres de fotografías: se le ha pedido que localice imágenes inéditas de su vida y la experiencia ha sido abrumadora: "He revivido tantas historias olvidadas que me he quedado bastante afectado". Ahí se despliega la epopeya de los Rotenberg, que parte de Ucrania. "El abuelo se fue a Argentina por casualidad, subiendo al primer barco que salía del puerto. Era un gran comerciante, pero tardó ocho años en poder traerse a su familia. Mi padre creció bajo el estalinismo y aprendió a odiar los totalitarismos, por muy populistas que fueran. Caso del peronismo, que tantos problemas le darían". Abrasha Rotenberg era "un economista con una impresionante avidez cultural; creo que tenía ideología sionista, pero la original, la que abogaba por un Israel donde convivieran judíos y árabes; pasó un año en Jerusalén y a la vuelta conoció a mamá". Dina venía del campo, de los llamados gauchos judíos, y ejercía de cantante. Así que el joven Ariel, nacido en 1960, creció rodeado de música. "Mamá ensayaba en casa con su guitarrista. Mi hermana Cecilia iba para actriz, pero yo me sentía atraído por el rock. Tenía acceso a muchas músicas: aparte de los amigos cantautores de mamá, mi padre llegó a producir al Cuarteto Cedrón, tanguistas intelectuales que trabajaron con Julio Cortázar. Tuve lecciones de piano clásico, pero había un rock argentino muy fuerte, muy imaginativo, grupos como Manal o Almendra".

A los 10 años, Ariel acudió con Dina Rot a un concierto de Paco Ibáñez en Buenos Aires, donde conoció a Alejo Stivel, también escoltado por su madre. "Nos hicimos colegas, apasionados por el rock nacional. Yo era muy ambicioso: compuse y grabé en casa una ópera-rock que titulé Vida, con unas letras buenísimas de Cecilia. Alejo fue quien me devolvió al rock and roll cuando yo andaba medio desconcertado por los sonidos sinfonistas: se comprometió a cantar mis canciones. Teníamos unos 14 años, imagina la audacia". Encontró comprensión en sus padres: "Son judíos liberales, alejados de la religión. Muy racionalistas. Si había conflictos, se contrataba a un terapeuta de familia para resolverlos. Aceptaron que fuera músico siempre que estudiara jazz, composición, armonía, inglés..., todo lo que imaginaban que necesitaría".

Mientras tanto, Abrasha Rotenberg se había convertido en una figura poderosa del periodismo bonaerense: fundador del diario La Opinión, llegó a director tras la espantada del legendario Jacobo Timerman. Una etapa turbia que cuenta en el espléndido La Opinión amordazada (Taller de Mario Muchnik, 2000). "Mi padre estaba tan en el ojo del huracán que se sentía inviolable, mientras a su alrededor estallaban bombas, se secuestraba, se asesinaba, se preparaba el golpe militar. Sufrimos un asalto, un comando de Montoneros entró en casa y consiguió todo el efectivo que había en la caja de La Opinión. Aguantó hasta que supo que figuraba en una lista de personas mal vistas por los militares, tremendamente antisemitas. Antes, yo pasé una noche de pesadilla: Alejo y yo íbamos a un concierto cuando la policía nos paró, llevar melena era casi delito. Nos tuvieron horas caminando por el puerto mientras iban deteniendo a más gente. Finalmente, en la comisaría nos dijeron: 'Son muy chicos, salgan corriendo de aquí'. Es lo que hicimos, sin darnos cuenta de que podía ser una excusa para tirotearnos. Esas barbaridades eran normales".

Los Rotenberg decidieron exiliarse en Madrid. "Ya habíamos estado en 1971, la típica gira argentina de recorrer Europa en unas semanas. España estaba en la transición y nos parecía apetecible. Alejo y yo conseguimos uno de los primeros ejemplares de EL PAlS y vimos que no sólo se hablaba de política, sino que ponían buenas películas, que los precios de los alquileres eran razonables. Llegamos el 2 de agosto de 1976; es lo que cuento en El vals de los recuerdos. Durmiendo todos juntos en una habitación del hotel Mayorazgo, en la Gran Vía, con Cecilia llorando. Ella era la mayor y tenía la vida más hecha; yo estaba harto de Argentina y de tanta paranoia. A algún amigo mío, por las pintas, le habían hecho un simulacro de fusilamiento. Mi fantasía era llegar a España y montar con Alejo un grupo que triunfara".
No sabía que había caído en un desierto para el rock. "Cuando aparece Alejo, nos sentimos gilipollas por no ser capaces de conectar con la escena del rock. Y resulta que no había nada de nada, aparte de las sesiones del viernes por la noche en el M&M. Aun así, es un tiempo feliz. Nuestros padres se olvidan de que debemos ir al colegio. Mi padre volvía regularmente a Buenos Aires, hasta que los militares se incautan de La Opinión y nuestro nivel de vida baja drásticamente. El cataclismo nos hace a todos más humanos, los Rotenberg nos convertimos en una piña. Mi padre monta una editorial, y mi madre, que había sido bastante famosa en Suramérica, se recicla en profesora de canto". España no llegó a intimidarle. "Viniendo del rock argentino, que era jipioso y marihuanero, nos asombraba la cultura del alcohol. Nuestra educación musical nos permitía jugar con ventaja: Argentina estaba en el fin del mundo y pudo crear un rock con identidad propia. Veníamos de un país donde los grupos llenaban canchas tocando canciones propias, y nos asombraba que aquí nos dijeran que no se podía hacer rock en español. En unos meses nos habíamos pateado todo Madrid, y terminamos ensayando en Arturo Soria lo que pronto sería Tequila. Vino a vernos Jesús Ordovás y sacó una nota en Disco Exprés donde me destacaba. Decía que yo tocaba locamente la guitarra".
Tequila demostró la viabilidad del rock en castellano. Sus canciones, de temática y lenguaje juveniles, pusieron fondo a una etapa de liberación. "Imagina llegar a la mayoría de edad en un país nuevo y tener a tu disposición todo el sexo y las drogas que te apetezcan. ¡Eso nos ocurrió! Recuerdo que éramos muy aficionados al sexo en grupo, nos parecía que una estrella del rock tenía que ser muy viciosa. ¿Lo hicieron los Stones, Hendrix? Pues nosotros nos apuntábamos, sin pensarlo. Coqueteábamos con las drogas duras. Yo tuve tan mala suerte que en 1979 pillé una hepatitis. Lo asombroso es que dejé de actuar con Tequila un tiempo y ¡nadie notó la diferencia!".

Cecilia Roth y Ariel Rot destacaban en el esplendoroso Madrid de finales de los setenta y primeros ochenta. Ella, actriz en películas de culto como Arrebato; él, una pepona de estética glam al estilo New York Dolls. Ambos, con be-llos ojos verdes. Ambos, objeto de todo tipo de deseos. "Leí Madrid ha muerto, la novela de Luis Antonio de Villena, y me hizo gracia que uno de los chicos protagonistas me tiraba los tejos y yo le daba un corte brutal. Lo curioso es que Villena me aseguró que ese incidente se lo había inventado, ¡pero a mí me sonaba! Puede que sí, que mi hermana y yo despertáramos mucho morbo cruzado. Recuerda que el rock dejó de ser barrial y entró en contacto con el mundo del glamour, con modelos, actores, ricos bohemios. De repente, alguien quería lanzar a Cecilia como cantante, y grabamos maquetas, hasta que el personaje en cuestión manifestó que la vía al éxito pasaba por su cama. Las canciones que hicimos juntos terminaron interpretadas por Rubi, en su fase erótica".

Lo que no menciona Madrid ha muerto es que la irrupción de la movida supuso el fin de Tequila. "Nuestra caída fue tan abrupta como la ascensión. A los 21 años ¡nos consideraban carrozas! Los de la nueva ola apenas sabían tocar y nos miraban por encima del hombro. Aunque socialmente sí éramos apetecibles: se nos acercaban, sabían que Tequila significaba vicio. Pero los entendidos nos percibían como un grupito para fans. Hubo un concierto terrible en Barcelona donde parte del público nos tiró de todo, un odio bestial. Al mismo tiempo, nuestra discográfica nos menospreciaba, prefería heavy metal. Éramos tan caóticos en nuestros asuntos que ni siquiera se nos ocurrió rescindir el contrato y nos ataron por otros cinco años. Una compañía quiso lanzarnos en Japón y nos encontramos grabando un elepé para aquel mercado, éxitos de Tequila con unas infumables letras en inglés. Aceptamos, rezando para que semejante horror no llegara a escucharse en España".

En la mitología del rock no figura el fracaso como segundo acto. ¿Cómo se sufre semejante experiencia? "Fue brutal, anunciamos que Tequila se separaba y ¡nadie nos intentó disuadir! El dinero se había evaporado: un mes después, alguno malvivía en una pensión, trapicheando para mantener el hábito. Yo rompí con Alejo durante muchos años. Como se supone que era el guapo del grupo, a mí me grabaron dos elepés que no vendieron. Cuando quise la carta de libertad me obligaron a renunciar a todas las futuras royalties de Tequila, esas tácticas mafiosas de entonces. Me instalé en la casa paterna, sobreviví produciendo a Pistones y aguanté hasta que volver a Argentina resultó atractivo. Mi hermana regresó mucho antes, para distanciarse de los malos rollos tóxicos, y pudo ayudar a mantenerme. Claro, allí era un desconocido: no sacaron discos de Tequila, nadie lo hubiera entendido en medio de una dictadura. Conecté con Andrés Calamaro, me produjo una maqueta y entré en su banda con jerarquía de subjefe. íbamos a actuar al interior, viajes de 20 o 30 horas, puro Apocalypse now, puestos hasta el culo. Era un hobby de fin de semana, no ganábamos un duro; yo me mantenía haciendo jingles publicitarios. Hasta que llega la hiperinflación y Argentina entra en barrena. Ni discos, ni bolos".

Se oían cantos de sirena desde España. Con Julián Infante, el Keith Richards de Tequila, se preparó en 1990 un supergrupo donde entraron Ariel y Calamaro: Los Rodríguez. "¡La primera vez que me planifiqué en términos profesionales! De repente, España me pareció Europa. Había dinero, infraestructura y muchas promesas. Que no se cumplieron, claro. Andrés y yo teníamos un piso cojonudo, pero había días que no teníamos para comer". Hoy, Los Rodríguez son página de oro del rock español, modelo mil veces imitado; convenientemente, se olvida que su carrera fue durísima. "Nuestros tres primeros discos salieron en tres compañías diferentes, aquello no marchaba. Andrés se lo planteaba de forma muy calculada, se marcó un plazo antes de regresar. Pero se integró sin problemas, y encima se casó con una española".

Aquí conviene mencionar que la mujer de Calamaro es hermana de la actual compañera de Ariel; los posteriores conflictos sentimentales y las reivindicaciones individuales de Calamaro le dejaron en una posición incómoda. "Andrés se revaloriza, y un día exige cobrar más que los demás rodríguez justo antes de entrar en el estudio. Lo suelta desde una posición sólida: ya tenía ofertas para cantar en solitario y era cierto que trabajaba más. Finalmente, se establece una escala de porcentajes entre los cuatro, algo quizá justo, pero ingrato, feo. Nos hace ver que Los Rodríguez no van a ser eternos, que hay agendas ocultas. El éxito nos llega cuando el grupo ya está tocado. Hacemos una gira multitudinaria con Sabina y nos convertimos en supervendedores con el disco de despedida, una sugerencia de sobremesa de Alfonso Pérez, nuestro contacto en DRO".

Extraño sino el de Ariel: partir desde abajo, volver a comenzar como solista cuando muchos de sus compañeros de viaje están instalados en la gloria. Alejo Stivel es un productor reclamado a ambos lados del Atlántico. Andrés Calamaro se ha transformado en leyenda viva. Su hermana Cecilia paladea las mieles de ganar un Oscar en Hollywood; está unida a Fito Páez, máximo astro argentino durante los noventa. "¿Quejarme? He tenido fantásticos maestros. Yo me considero más que afortunado: dos de los miembros de Tequila murieron, digámoslo groseramente, a causa del estilo de vida del rock, y aquí sigo yo. Fito ha sido un apoyo constante, ofreciéndose incluso a aparecer como invitado especial en conciertos que di en Buenos Aires. ¡El cuñado se porta! Y Andrés, bueno, ahora no está en el altarcito de santos que monto cuando tengo que grabar, pero volveremos a hacer música juntos, hay magia cuando nos reunimos. Pero igual me ocurre cuando colaboro con Sergio Makaroff y Andy Chango".

En su segunda carrera en solitario, Ariel ha oscilado entre el pesimismo y la exuberancia. "El grupo con el que me puse a punto se llamó The Rota [pronúnciese: derrota], pero luego grabé el disco de 1997, Hablando solo, con The Attractions, la banda de Elvis Costello. Fue un subidón, uno de los momentos más felices que recuerdo: un pibe de Buenos Aires mandando a esos musicazos. Claro, que luego tuve que meter las voces y hacer las mezclas, y ¡estaba solo! La situación me aterraba, pero también me ponía".

Hubo otro disco cargado de historias de maravillosos perdedores y crónicas autobiográficas a principios de 2000, Cenizas en el aire, que no logró la repercusión esperada. Así que ahora Ariel se lo juega todo a una carta: En vivo mucho mejor es un trabajo en di-recto que suma éxitos de Tequila y Los Rodríguez al repertorio propio, 20 canciones desarrolladas con el respaldo de una banda musculosa. "Tampoco pretendí hacer el típico live con una docena de invitados de lujo. Es simplemente una forma de ofrecer un buen paquete al respetable que sabe quién soy, pero no ha comprado mis discos. Resulta además que una de las canciones suena a todas horas en un anuncio de televisión. No, no lo veo degradante; cuando casi han desaparecido los programas en los que puedes actuar de verdad, cualquier vía de promoción es aceptable. Llevo 24 años tocando, y para una vez que el viento del marketing sopla a mi favor no puedo permitirme el lujo de ponerme purista a lo Neil Young y decir que detesto la publicidad".

Dandi de risa fácil, Ariel mantiene un aire de perpetua adolescencia. Este Dorian Gray porteño, ¿tiene una trastienda secreta? "Soy un experto en disimular dudas e inseguridades. Nunca me he planteado tirar la toalla, deben de ser los genes Rotenberg. A veces me siento como Woody Alien: con el mismo nivel de autoestima que Kafka. Pero yo me estrellé siendo muy joven y eso te vacuna. Nunca me voy a morir de hambre". •

El nuevo disco de Ariel Rot, 'En vivo mucho mejor', ha sido editado recientemente por DRO East West.


El Pais Semanal Número 1.290 Domingo 17 de junio de 2001