Los casos resueltos del detective del jazz

 Zev Feldman está especializado en localizar grabaciones históricas inéditas. Hoy publica 10 álbumes rescatados

Iker Seisdedos

Montgomery Village

A Zed Feldman lo llaman "el detective del jazz", aunque no vaya por ahí con un gabardina y sombrero, ni se mezcle con femmes fatales. Es un productor discográfico estadounidense especializado en localizar grabaciones históricas inéditas. Para él, resolver un caso supone hallar un concierto que llevaba décadas cogiendo polvo en un archivo o esas sesiones de estudio de las que no se sabía nada o, peor, se daban por extraviadas. Es una especie de Indiana Jones en busca de las arcas perdidas del jazz.

El productor discográfico estadounidense Zev Feldman en el comedor de su casa en Montgomery County (Maryland) sostiene, el pasado 16 de abril, un disco de grabaciones inéditas de Art Tatum, ante una pared de carteles del mítico club de jazz de San Francisco Keystone Korner.

LENIN NOLLY (LENIN NOLLY/EL PAIS)

Feldman, de 50 años, se encoge de hombros ante esas etiquetas. Prefiere otra. "Me gusta pensar que mi trabajo se parece bastante al de un periodista de investigación. Encuentro un material, y trato de reconstruir todas las piezas que faltan en ese puzle: ¿cuándo y dónde se registró?¿quién toca, además del líder?,¿cuál es su significación histórica?", explicó el martes el productor en su casa, un lugar lleno de discos, fotografías y carteles musicales en Montgomery Village (Maryland), a unos 40 minutos al noroeste de Washington.

Hoy batirá su propia marca con la publicación de 10 álbumes de música inédita de grandes del jazz como Mal Waldron, Yusef Lateef, Sun Ra o Sonny Rollins. Ven la luz con motivo del Record Store Day (RSD), una celebración global que nació en 2007 para apoyar a las tiendas de discos independientes y, al ritmo del resurgir del vinilo, se ha convertido en una gigantesca operación que juega de un modo a menudo exasperante con las reglas de la oferta y la demanda y de la economía de la escasez.

Este año verán la luz 387 referencias de todos los estilos musicales, la mayor parte de ellas en elepé. Solo se pueden comprar en las viejas tiendas de la vida real, no en internet, y durante ese día (y en los sucesivos, siempre que queden existencias). Los aficionados hacen colas para hacerse con una versión temprana del Ziggy Stardust de David Bowie, el eslabón perdido en la corta carrera de Jeff Buckley, rarezas de Olivia Rodrigo o The Weeknd o unos sencillos de tres pulgadas de los Beatles.

El jazz, género proclive al coleccionismo, está entre los más mimados de esos eventos, gracias, en parte, a la labor de Feldman. Los 10 lanzamientos que ha preparado se repartirán entre sus propios sellos, Jazz Detective y Deep Rigs; Resonance, disquera de Los Ángeles de la que es copresidente (cargo que por lo que se ve no le exige exclusividad); la canadiense Reel-to-Real, y Elemental Music, con sede en Barcelona.

En el lote destacan una caja de cuatro discos con las grabaciones varias veces pirateadas de la gira europea que completó en 1959 el coloso del saxofón Sonny Rollins antes de desaparecer de la escena y pasar un año tocando bajo el puente de Williamsburg; un álbum perdido de principios de los setenta del trompetista (y, en este caso, también cantante) Chet Baker; o sendos recitales en Burdeos y París de Cannonball Adderley, atesorados por el Instituto Nacional Audiovisual, que vela por los archivos de la radio y televisión francesas.

Todos llegan en ediciones limitadas, algunas numeradas a mano, que van desde las 1.500 hasta las 3.000 copias. Traen libretos rebosantes de información; textos firmados por expertos y entrevistas con músicos contemporáneos. No son objetos baratos ("como bienes de calidad, sus costes de producción son altos costes", se justifica Feldman), pero aún así suelen agotarse.

A la pregunta de cómo consigue colocar tan bien en tiempos de Spotify un producto tan aparentemente especializado y exquisito, el productor arguye que la audiencia de compradores "se ha ampliado y rejuvenecido en los últimos años". También ofrece una explicación que le podría valer otra etiqueta, la del "contable del jazz": "El secreto para por hacer las cosas con seriedad y cuidado, pensando en el nicho al que te diriges y con un presupuesto medido", advierte. "Amarrar los costos y no pasarse con la tirada ni con la ambición". Ayuda además el formato del Record Store Day, que permite a los sellos vender en un solo día cantidades que sin la expectación que se genera durante esa jornada, que cuenta con un spin-off con motivo del Black Friday, tardarían en sacarse de encima meses o años de gastos de almacen.

Edad dorada de la industria

Feldman dice que es importante haber trabajado durante décadas en la industria musical antes de dedicarse a la arqueología jazzística. Se mudó con su familia a Silver Spring en 1974, cuando tenía un año. "A los cinco ya estaba enredando con los discos", recuerda. "Cuando salíamos a hacer recados con mis padres, me dejaban ir a la tienda de la esquina si me había portado bien".

Mientras estudiaba para ser locutor de radio y trabajada en una emisora como "director musical", recibió una llamada para trabajar en Nueva York como asistente de ventas en las tiendas de la ciudad. Eran los tiempo, dice, "en los que estar en el negocio de los discos, era lo más, los años del boom de los CD, cuando el producto físico era el rey", añade.

Fue testigo del desmoronamiento de la industria y del avance de la piratería, primero, y del streaming después, hasta que en 2007, lo despidieron de su último trabajo, cuando, como el de tantos, acabó siendo redundante. Alguien lo puso en contacto con George Klabin, un ingeniero de sonido que distraía su jubilación con la gestión de un sello-fundación,  Resonance, dedicado por entonces al jazz actual. Feldman empezó a trabajar para él como vendedor, y en 2012 llegó su estreno como productor con dos referencias históricas, sendos inéditos del guitarrista Wes Montgomery y el pianista Bill Evans. Ambos fueron un éxito.

"En el proyecto de Montgomery es cuando por primera vez hice un trabajo detectivesco. Viajé tres veces a Indianápolis, busqué a los familiares, y con la ayuda de un profesor de música identifiqué a los acompañantes", recuerda el productor. En cuanto a Evans, se ha convertido casi en un fetiche: desde entonces ha engordado su catálogo con una decena de álbumes nuevos, incluido un disco perdido de estudio, grabado en Alemania a finales de los sesenta. "Encontrar un álbum de estudio, es como avistar un pájaro raro, algo exótico", admite, "aunque en el jazz el directo tiene algo poderoso".

Al poco de ese estreno doble, Feldman entró en contacto con el productor barcelonés Jordi Soley, que le propuso que trabajaran juntos. El RSD de hoy también marca un hito en esa colaboración: 7 de los 10 discos que verán la luz ese día son fruto de ella, y cuatro, hallazgos surgidos de las incursiones en archivos europeos de Soley y de socio, Carlos Agustín Calembert. "Son dos de las personas más generosas que he conocido", dice Feldman. "Hacemos un buen tándem", reconoció Soley el jueves por teléfono. "Es muy exigente y perfeccionista. Para nosotros, es nuestro hombre en Estados Unidos, un territorio muy distinto de Europa y de Japón, que tiene sus propias reglas que incluyen querellas y juicios millonarios si no vas con cuidado con el tema de los derechos. Se le da bien trabajar con los descendientes, convencer a las viudas. También sabe tratar con los artistas, como Sonny Rollins, con el que ha construido una buena relación, o, antes de su muerte, con Ahmad Jamal".

Al final de la charla, llego a la pregunta inevitable. ¿ Cuál es el santo grial por descubrir? Citó dos: el concierto que Wes Montgomery ofreció en 1961 junto a John Coltrane en el festival de Monterrey (sucedió pero no está claro que se grabara) y cualquier vestigio que pudieran dejar las colaboraciones ente el organista Larru Young y, de nuevo, Coltrane (aquí las certezas son aún menos). "Todo el mundo está buscando esos dos tesoros", dijo Feldman. "Todo el mundo".

El Pais. Cultura . Sábado 20 de abril de 2024

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