Dos cómicos blancos al rescate de las leyendas de la música negra

El periodista Daniel de Visé repasa en el libro "Granujas a todo ritmo" el salto a la fama de los Blues Brothers, es decir, John Belushi y Dan Aykroyd, y su repentino final

Eneko Ruiz Jiménez

Madrid

En 1979, Aretha Franklin publicó un disco que se estancó en el puesto 146 de la lista Billboard 200. Ese mismo año, Ray Charles tocaba en pequeños locales o cafés-teatro. La industria quería música disco, e incluso los Rolling Stones o Rod Stewart se animaban a bailarla. Pero llegaron dos cómicos blancos vestidos con chaqueta y gafas de sol, John Belushi y Dan Aykroyd. Aunque ni siquiera sabían tocar era música demasiado bien, en 1980 el dúo se empeñó en devolver el trono a aquellas estrellas negras. Y llegó Granujas a todo ritmo con Jake y Elwood Blues, es decir, los Blues Brothers.

Los Blues Brothers en concierto en el Hollywood Palladium, en una escena de la película.

JOHN LANDIS COLLECTION

"Estaban Van Halen, Kiss, Pink Floyd, Led Zeppelin... No había espacio para que Aretha y James Brown hicieran grandes espectáculos. Pero no olvidemos que la película la hicieron tres hombres blancos, contando al director John Landis. Ellos se propusieron salvar a todos esos mitos negros. Y solo les dejaron hacerla porque Belushi era visto como un gigante en aquel momento", explica el periodista y escritor estadounidense Daniel de Visé, autor del libro The Blues Brothers. Granujas a todo ritmo (Libros del Kultrum). Sus 440 páginas repasan la vertiginosa carrera y la amistad de Belushi y Aykroyd hasta triunfar con la película. Poco después de aquel éxito se separarían para siempre.

"Era extraño que dos estrellas de la televisión, sin habilidades musicales demostradas, se reinventasen como cantantes de una banda de rythm and blues, que grabaran un disco que se colocó entre los más vendidos y salieran de gira. No eran mejores cantantes que yo", destaca el escritor.

"Cuando vi a los Blues Brothers en televisión por primera vez en 1978, no sabía qué estaba pasando. A Europa llegaron como una película, pero en EE UU se presentaron como un sketch en el programa Saturday Night Live (SNL). No sabíamos si eran cantantes reales o personajes, si era humor o música", recuerda De Visé en videoconferencia. Para bucear en este hito lleno de drogas, improvisación y rock, hizo más de 100 horas de entrevistas.

Todo empezó casi como una broma. Belushi se había hecho famoso imitando a Joe Cocker y practicando movimientos de samuráis en el estudio 8H del Rockefeller Center, donde todavía se rueda SNL. Pero los dos amigos, expertos en los garitos de improvisación cómica, siempre habían soñado con actuar como banda de blues en clubes llenos de humo.

Y crearon a los Blues Brothers, aunque ni siquiera para sacarlos en antena. Fue una improvisación para animar al público del programa tocando con la banda. Aykroyd cogió la armónica y Belushi se puso a dar vueltas. Pese a la falta de aptitudes musicales, construyeron una loca historia sobre la leyenda de los Blues Brothers: dos huérfanos con una "misión de Dios" que buscaban unir una banda para recaudar 5.000 dólares y salvar un orfanato. Aquello acabó siendo un guión imposible de 324 páginas. Ecléctico, disparatado y sin orden, el libreto era un choque de trenes. Granujas a todo ritmo se convirtió en un clásico que podría ser hoy casi apto para el público de TikTok, dividido en fragmentos independientes y con actuaciones musicales de algunos de los más grandes del soul.

Belushi, desenfrenado y taciturno por el consumo de drogas, murió poco después de aquel gran éxito, en 1982, a los 33 años. El actor más incontrolable de su generación (y ya es decir) tenía gente del equipo de SNL dedicada a controlar que su desfase no se le fuera de las manos a la cadena NBC. De Visé relata en el libro: "La cocaína le daba energía. Los barbitúricos le ayudaban a pegar ojo. El médico le instó a acudir al psiquiatra. John replicó que estaba demasiado ocupado". Su ira era igual de desmedida, y lo pagaba en el estudio con las mujeres. "Las mujeres no son graciosas", decía Belushi a sus compañeras. No dejaba que las guionistas escribieran sus sketches -se negaba a leerlos en los ensayos-. Pasarían décadas hasta que el plató de SNL viviera una verdadera igualdad de la mano de Tiina Fey o Kristen Wiig. No era solo cosa de Belushi.

De Visé cree que para entenderlo, hay que acudir a sus dos almas gemelas: Dan Aykroyd, su pareja de trabajo, "el marido de oficina", y Judy Belushi, su gran amor desde la adolescencia y autora de su biografía. "Ambos se ocupaban de cuidarlo, de mantenerlo a salvo", cuenta sobre este personaje dibujado como un niño que nunca creció y que incluso autoboicoteaba sus entrevistas de trabajo.

"No tienes ni idea de lo duro que es ser yo. Todo irá mucho mejor cuando esté muerto", le dijo John a Judy en una discusión. Belushi, ese chico que pasó su adolescencia como deportista que ni bebía ni se drogaba, acabó siendo un superhéroe, una presencia mitológica que salvó la comedia y el soul pero no a sí mismo.


El Pais. Miércoles 19 de junio de 2024


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