THE CURE "DISINTEGRATION" 1989 FICTION




Y Robert Smith dijo: volvamos a los orígenes. De 1983 a 1988 lo había probado todo para apartarse del filón oscuro: música de baile, swing, toques de flamenco, pop sedoso, instrumentos de viento. No habían faltado canciones espléndidas como "The Walk", "Close To Me" o "Just Like Heaven", pero los ecos de la trilogía "siniestra", conformada por "Seventeen Seconds"(1980), "Faith" (1981) y "Pornography" (1982), no habían remitido. Diez años después de su debut, The Cure miraban hacia atrás sin un ápice de ira, más bien lo contrario. Para celebrar una década en activo, nada mejor que retomar las líneas maestras de su sonido aunque con ligeras, leves, variaciones. "Disintegration" no fue un regreso acomodado a la música de antaño ni repitió formulariamente los trazos del pasado, pero demostró que la característica estética Cure seguía vigente.

"Disintegration" es la obra más homogénea del grupo británico desde la citada trilogía. La atmósfera de las canciones, igual de triste o estremecedora (como la esquiva nana "Lullaby"), cuenta con el valor añadido de unos arreglos más pop que entroncan con el primer disco de la banda, "Three Imaginary Boys"(1979), lo que le convierte en perfecta síntesis de lo mejor de Smith y compañía; "Love Song"es un buen ejemplo. La ruptura amorosa es el tema central. Las fotos, retratos del engaño, sustitutos imposibles del sentimiento truncado, aparecen una y otra vez. Los versos de Smith son de una sencillez que hiere: "Nunca hubo nada que deseara más en el mundo que sentirte en lo más profundo de mi corazón /Nunca hubo nada que deseara más en el mundo que no sentir nunca la ruptura", lamenta al final de "Pictures Of You" "Por muy lejos que esté, siempre te amaré / Por mucho que me quede, siempre te amaré", canta en "Love Song". Y la guitarra vuelve a ser oblicua, perezosa; nihilismo hipnótico y minimalismo repetitivo atrapado entre las seis cuerdas.

QUIM CASAS

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