miércoles, 27 de julio de 2011

Beck Odelay





GEFFEN, 1996 Al californiano le ha pasado un poco lo que a Prince. Que ha caído en desgracia. Ya no mola como antes. Y, sin embargo, ha escrito algunas páginas gloriosas en la música de los últimos 10 años. La mejor, esteOdelay que parece surgido de un sueño o de una alucinación. Y es que nunca un pastiche había sonado tan esplendorosamente coherente. Beck consigue hace saltar chispas de la colisión entre blues y hip-hop, sabe compaginar lounge, folk y hardcore sin pestañear, y logra incrustar una sabrosa colección de samplers (de James Brown a Bernard Purdie, pasando por Dylan y Jobim) en un disco poseído por la psicodelia más bizarra y la inspiración más fecunda y audaz. Lo pone en la contraportada del disco: “Je suis un revolutionaire”. Pues eso. Luis Lles

No hay comentarios:

Publicar un comentario