lunes, 16 de septiembre de 2013

Adiós a Bobby Martin, arquitecto del soul de Filadelfia


Por: Fernando Navarro | 16 de septiembre de 2013




La evolución de la música afroamericana, desde los primitivos blues y jazz sureños hasta los más actuales hip-hop urbano y rhythm and blues electrónico, ha estado plagada de grandes e influyentes escenas creativas. Una de ellas, surgida a finales de los sesenta aunque consolidada en los setenta, fue la que se denominó como el sonido Filadelfia, un soul sofisticado que sirvió de elegante preámbulo para el funk y la música disco. Y uno de los sus más queridos creadores fue Bobby Martin, compositor, arreglista y productor, fallecido el pasado viernes 6 de septiembre a los 83 años en un hospital de San Diego, California, por circunstancias aún no aclaradas.

La repercusión de su obra fue casi inexistente en nuestro país, debido a nuestro tradicional desinterés por los sonidos de origen negro, pero en Estados Unidos este músico, natural de Ohio, gozaba de una destacada reputación. Era visto como una especie de gurú musical, llegando a ser considerado uno de los arquitectos del sonido Filadelfia. Sus más conocidas contribuciones al respecto así lo atestiguan. Martin, quien empezó en una banda como vocalista, estuvo detrás de los arreglos del éxito de 1972 de Billy Paul, Me and Mrs. Jones, o de la banda sonora de Fiebre del sábado noche, por la que ganó un Grammy en 1978. También le pertenecían los créditos de la canción del legendario programa televisivo Soul Train.

Pero si fue uno de los más lúcidos constructores de este soul suave y dulcificado (en ocasiones demasiado), muy sentimental y romántico, con cuidados ropajes instrumentales, que alcanzaba su clímax en emotivas baladas, se debió realmente a su amor por la elocuencia del jazz a través de los instrumentos. Si bien es cierto que Isaac Hayes abrió la puerta a este soul sinfónico con la música de la película Shaft, las innovaciones de Martin consolidaron el concepto, hallándose en ese gusto por tejer ambientes tan agradables como bailables, en los que la percusión jugaba un papel fundamental. Sus primeras aventuras con Patti LaBelle & The Blue-Belles, a las que él puso el nombre, ya muestran ese estilo muy definido, medio jazzy, medio soul, que le llevó a fichar por Philadelphia International Records, la casa del sonido Filadelfia.

Allí, rodeado de mejores medios técnicos, pudo desarrollar sus ideas con The O'Jays, MFSB, Harold Melvin & The Blue Notes, The Intruders o Lou Rawls, dando un paso importante en la evolución del soul. Su influencia fue tal que pioneros del sonido clásico como Wilson Pickett o Etta James pasaron por sus manos. Lo harían también Bee Gees, Dusty Springfield o, ya muchos años después, Whitney Houston, con el fin de impregnar sus canciones de ese toque especial. A finales de los setenta, el funk más ligero y la música disco se apoyaron para su eclosión en las ondas y las pistas de baile en los pilares del sonido Filadelfia. Incluso, hoy en día, hay destacadas voces del soul como Sharon Jones o Lee Fields que reconocen su deuda con este sonido.

http://blogs.elpais.com/ruta-norteamericana/

No hay comentarios:

Publicar un comentario