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Mostrando entradas de julio, 2011

Antequera Blues Festival 2011

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Con cierto retraso, pero, bueno, ahí está. El que pueda, que lo disfrute.

VARIOS "Atlantic Rhythm and blues 1947-1974"

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1985 Atlantic En 1947 Ahmet Ertegum y Herb Abramson crearon en Nueva York la compañía Atlantic, que en sus primeros tiempos cimentó su prestigio gracias a una concepción abierta del rhythm´n´blues, un género indefinido que por entonces englobaba jazz, swing, blues, lounge, boogie o la música de los grupos vocales, y que serviría de anticipo tanto del rock´n´roll como del soul. En cualquier caso, tenía muy poco que ver con lo que ahora se entiende como R&B. En 1985 se publicaron también de forma independiente cada uno de los siete LPs dobles (luego en CD) de esta colección, una rutilante caja que reune, ordenado cronológicamente, lo más granado del material rhythm´n´blues editado por Atlantic desde sus inicios hasta 1974. El primer volumen corresponde a la etapa 1947-1952, y en él, junto a incunables de JOE MORRIS y TINY GRIMES, con su sonido tosco y rancio, se incluyen las dulces armonías de grupos vocales como THE CLOVERS o THE CARDINALS, el sonido pantanoso de PROFESSOR LONGH...

Miles Davis "Kind of blue"

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 1959 Columbia Si éste es el disco más vendido de la extensa discografía de Miles Davis (1921-1991) y uno de los más vendidos de la historia del jazz, por algo será. Una razón importante debe ser su prestigio: la crítica ha hablado tanto y tan bien de él, y ha aparecido en tantas listas, que las nuevas generaciones de aficionados se ven poco menos que obligados a comprárselo. Hay gente que sólo tiene un disco de jazz, y  suele ser "Kind of blue". Que la crítica sea tan unánime (ahora; no cuando salió) se debe, claro está, a su importancia histórica: este disco alteró profundamente el curso del jazz, aunque no era la primera vez que Miles Davis convulsionaba el ambiente jazzístico. Cuando todavía era un chaval ya había participado en la revolución be bop que impulsaron Charlie Parker y Dizzie Gillespie; y una vez empezada su carrera en solitario, se planteó cada trabajo como un nuevo reto que una vez cumplido abandonaba para dedicarse al siguiente. Así, en 1949 creó el cool ja...

The Beatles “Revolver”

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1966 Parlophone En “ Rubber Soul ” (1965), The Beatles anticiparon el concepto de álbum como unidad de creación artística, expandiendo su música y empezando a usar el estudio como un instrumento más (¡ inspirando el “Pet Sounds” de The Beache Boys¡). Tres meses de vacaciones subsiguientes (los primeros desde la beatlemanía) sirvieron para reafirmas era iniciada vocación experimentadora. Cansados de repetir una fórmula, querían ir mucho más allá, tanto como sus superdotadas consciencias artísticas (aún más expandidas por algunas drogas) les permitieran imaginar. Cuando el 6 de abril de 1966 entraron en el estudio, The Beatles tenían una idea muy clara: cada instrumento debía sonar de manera diferente a lo habitual. Los técnicos de sonido de Abbey Road (Geoff Emerick al frente) tenían la misión de saltarse los métodos tradicionales. Así, una canción comenzaba con drones de sitar buscando la sensación de un mantra en efectos improvisados de voz y batería. El día siguiente insertaron loops...

The Rolling Stones “Beggars banquet”

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1968 Decca 1968. En Estados Unidos las protestas contra la guerra de Vietnam lanzan a los jóvenes a la calle. En Francia los universitarios reclaman su derecho a ser realistas y pedir lo imposible. Mientras, en Inglaterra, The Rolling Stones no son ajenos a lo que ocurre, pero libran su propia batalla. Después de discos como “ Aftermath ” (1966) o “ Their Satanic Majesties Reques t ” (1967) y singles del calibre de “(I can´t get no) Satisfaction” o “Jumpin´Jack Flash”, gozan de una posición privilegiada en la escena británica. Sólo The Beatles, que ese mismo año publican el “White album”, pueden hacer gala de un status equivalente. Sin embargo, el entorno del grupo es tan turbulento como la situación político-social occidental. El proceso de gestación de “ Beggars Banquet ” coincide con la segunda detención de Brian Jones por posesión de drogas. El guitarrista pasaba por un momento anímico crítico, y la grabación del disco actuó sobre él a modo de terapia. El trabajo con un nuevo pro...

BEASTIE BOYS "ILL COMUNICATION"

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 1994 Grand Royal Les gustaban The Slits y The Clash, pero también ir a ver a Black Flag. Y su tercer concierto en directo tuvo lugar en el Max´s Kansas City, la misma noche en que el club cerró sus puertas. Pero un día escucharon "Rapper´s Delight" y todo cambió. De repente, tres gamberros neoyorquinos lograban una colisión bastarda entre heavy metal y rap que parecía no ir en serio (el derecho a la fiesta es una reivindicación legítima, desde luego, aunque de alcance bastante corto), pero que les hizo entrar en la escena rock como un elefante en una cacharrería. Desde entonces, las oscilaciones estilísticas de su discografía pueden interpretarse como pasos previos a la depuración que muestra "Ill comunication". En "Paul´s Boutique" (1989) apuestan por el sampling y las referencias seventies, mientras que "Check Your Head" (1992) supone un paso adelante en su utilización particular de los pilares básicos del rock: guitarra, bajo y batería. Funk,...

Beck Odelay

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GEFFEN, 1996 Al californiano le ha pasado un poco lo que a Prince. Que ha caído en desgracia. Ya no mola como antes. Y, sin embargo, ha escrito algunas páginas gloriosas en la música de los últimos 10 años. La mejor, este Odelay que parece surgido de un sueño o de una alucinación. Y es que nunca un pastiche había sonado tan esplendorosamente coherente. Beck consigue hace saltar chispas de la colisión entre blues y hip-hop, sabe compaginar lounge , folk y hardcore sin pestañear, y logra incrustar una sabrosa colección de samplers (de James Brown a Bernard Purdie, pasando por Dylan y Jobim) en un disco poseído por la psicodelia más bizarra y la inspiración más fecunda y audaz. Lo pone en la contraportada del disco: “Je suis un revolutionaire”. Pues eso. Luis Lles

Blur Blur

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CAPITOL, 1997 La quinta visita de Damon Albarn y los suyos a unos estudios de grabación tenía clara vocación redentora. En efecto, era el momento de asumir que The great escape (1995) bordeaba la ramplonería y que el famoso cuento del brit-pop y las supuestas rivalidades con Oasis merecían pasar a mejor vida. Como todo gran álbum, Blur prende la mecha de modo irreprochable: la taciturna Beetlebum figura entre lo más granado de su discografía, mientras que el zurriagazo punk de Song 2 le chiflaba a ese niño gamberro que todos llevamos dentro. El disco, denso y poliédrico, se comprendió mejor al otro lado del Atlántico, pero el tiempo ha afianzado toda su hondura emocional. Nada que ver, desde luego, con el muermo de 13, sólo un par de temporadas más tarde. Fernando Neira

Radiohead Ok computer

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CAPITOL, 1997 Habían publicado dos discos. Y, bueno, no estaban mal. Hasta entonces sonaban como U2, pero ellos lo que admiraban era la actitud de REM. Pero, en 1997, el quinteto de Oxford publicó un álbum que trata de la alienación visto desde un punto de vista casi adolescente, pero con la resignación de los adultos. Y nos dejaron helados. Un par de años antes de la llegada masiva de Internet, de los móviles, de la globalización, estos chicos anunciaban que nos veríamos sometidos por la tecnología, aplastados por la información, anulados por un mundo gris y anónimo. Como una versión musical de 1984, de Orwell, o de Un mundo feliz, de Huxley. El sonido, entre eléctrico y electrónico, y la conmovedora voz de Thom Yorke nos encogieron el corazón. Ok computer fue un hito premonitorio de un futuro que ahora es presente. I.L.P.

Andrés Calamaro Honestidad brutal

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DRO EAST WEST, 1999 Tras una irregular carrera en Argentina, Calamaro ya había dado muestras de su talento con Los Rodríguez. Pero fue con Honestidad brutal cuando se consagró como excelso, inquieto, curioso y prolífico creador. Más tarde la fertilidad se tornaría ombliguismo, y los atisbos de genialidad en capricho, pero aquí abraza la excelencia. Rebusca en intrincados cajones y practica un exorcismo de cotidianeidad, sentimientos, dolor, recuerdos, homenajes, sustancias tóxicas y, sobre todo, zozobras amorosas. El resultado es reluciente. Diferentes colores alumbran un viaje de 37 temas por el pop, el rock, el tango, el noctámbulo club, la ranchera, el reagge, el blues y el funk. Decía verse como “el Frank Sinatra del rock argentino”, y rendía pleitesía a Bob Dylan. Luego bajó el pistón. Igor Cubillo

Joaquín Sabina 19 días y 500 noches

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BMG 2000 Una voz como la de Sabina, áspera y escéptica a golpe de experiencias vitales, posee suficiente vigor y poder de comunicación como para destacar en un entorno instrumental más elaborado que una esquelética guitarra. Es lo que sucede en 19 días y 500 noches : la producción de Alejo Stivel se deja notar lo justo, creando un relieve adicional nunca intrusivo, tanto en los ritmos vivos de inspiración caribeña como en las baladas dulcificadas con oportunos timbres de cuerda. Guitarras dentro del más estricto canon rockero, acordeones y armónicas expertos en añoranzas y hasta trompetas de agudeza pimpante abrazan las letras de Sabina con calidez de amigo de toda la vida. Probablemente sea en esa simbiosis donde descansa el mérito de este disco que rechaza de plano los superegos. Federico González

Mala Rodríguez Lujo ibérico

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SUPEREGO/UNIVERSAL 2000 Sin ser el disco más ortodoxo del aún joven hip-hop español, ni el que mejor suena, el de la andaluza es ya un clásico. A un género marcado por el mimetismo, ella aportó aquí lo más difícil: personalidad. Sorprendió por su verbo directo y afilado, por su estilo aflamencado y arrabalero, herencia de sus años en La Macarena, un barrio sevillano “con putas, yonquis y mucho arte”. Pocos temas del hip-hop patrio han roto las barreras y han entrado en el mercado amplio. Ella lo hizo aquí con unos cuantos: Tengo un trato, Yo marco el minuto, Tambalea, La cocinera. Sería igualmente fresco e innovador aunque apareciera hoy. Por eso se sigue vendiendo tres años después de su salida. Bruno Galindo