sábado, 6 de abril de 2013

NICK HORNBY: HINCHA TOTAL




DIEGO A. MANRIQUE

Nick Hornby tiene lo mejor de ambos campos. Calvito y con unos cuantos kilos de más, este inglés, casado, nacido en 1957 podría representar el prototipo del "hombre nuevo" que intenta adecuar su sensibilidad a los valores del feminismo. Pero ostenta gustos de 'new lad', que es como llamaron en el Reino Unido al estereotipo de chaval vociferante, gamberro y hedonista (si quieres ponerle cara, piensa en Liam Gallagher antes de emparejarse con Patsy Kensit). Ocurre que Nick Homby es un hincha del fútbol y un fanático del pop y sabe argumentar brillantemente ambas pasiones. Sobre "el juego maravilloso" publicó en 1992 'Fever pitch' (en español, 'Fiebre en las gradas'), que explica la importancia del fútbol en su vida y que se ha convertido en la Biblia de muchos británicos de su generación. 'Fiebre en las gradas' ha dado alas a todo un movimiento de reapropiación del fútbol, que busca rescatarlo de sus más bajos instintos —xenofobia, violencia—. Un movimiento que en el Reino Unido se expresa a través de 'fanzines' peleones y de la soberbia revista 'When Saturday comes'. Cierto que Homby también tiene detractores, que le responsabilizan de la legitimación del fútbol para la clase media, que ahora sienta sus posaderas en los caros asientos de los estadios mientras que el público proletario se conforma con ver los encuentros en los 'pubs'.
Tres años después del impacto de 'Fever pitch', Hornby dio en la diana con 'High fidelity', novela sobre la desdichada vida amorosa de Rob Fleming, propietario de una tienda de discos en el norte de Londres. La novedad de 'Alta fidelidad' reside en que sus protagonistas masculinos pertenecen a una subcultura inédita en la literatura: los eruditos del pop, coleccionistas obsesivos de discos, cuya existencia está dominada por la música hasta extremos malsanos.

EL TOP FIVE
Nada gusta más a Rob y sus empleados que confeccionar listas de canciones por el puro placer de exhibir su inmensa cultura pop o —más preocupante— para aliviar los dolores reales de la vida fuera de la tienda. A su modo, 'Alta fidelidad' responde a cinco preguntas esenciales: (1) "¿Me dio por escuchar música porque estaba triste o es que estaba triste porque escuchaba música?". Rob/Nick se plantea si la música es sólo sana terapia o si la utilizamos perversamente para reemplazar la vida real. (2) ¿Cómo compatibilizar la búsqueda de la pareja perfecta con la pulsión sexual masculina? Escribe Hornby: "Desde los 15 años he pensado con el pene y resulta que tiene la inteligencia de un mosquito". (3) ¿Se puede crecer emocionalmente cuando tu educación sentimental se basa en experiencias cantadas por otras personas? La música te mantiene en un estado de adolescencia perpetua mientras tu reloj biológico te impulsa a la madurez. (4) ¿Cuál es el papel del hombre en una sociedad que tiende hacia la emancipación de la mujer en todos los campos? Suspira Rob: "A veces no me alegro de ser un tío a finales del siglo XX". (5) ¿Es posible mantener una relación con una mujer que simplemente tolera tus devociones musicales y que además, horror, no se siente agredida por los balidos de Phil Collins o los pasteles de Mike Oldfield?
Los hombres que pueblan 'Alta fidelidad' son arquetipos universales, pero sus circunstancias son muy británicas. David Bowie, famoso admirador de Hornby, contaba que se fue de vacaciones con su esposa Imán y terminó leyéndole 'Alta fidelidad' en voz alta. "Se rió tanto que al final terminó casi llorando. Me dijo que había aprendido más sobre el carácter inglés en ese libro que en todos los años que llevaba conmigo". Así se puede entender el rugido de los devotos de Hornby cuando se supo que 'Alta fidelidad' iba a ser filmada en Chicago, no en Londres. Chicago es similar a Londres en su clima antipático. El frío es buen campo de cultivo para los coleccionistas de música. No es casual que cuente con excelentes tiendas para coleccionistas. Eso es muy importante: el coleccionista de a pie no se identifica con Elton John —que tiraba de talonario para adquirir de golpe miles de discos—, sino con Peter Buck, el guitarrista de REM, que aún se humedece recordando las gangas que consiguió a finales de los ochenta, cuando el ascenso del compacto hizo que se malvendieran millones de elepés en tiendas de segunda mano.
Championship Vinyl, el reino de Rob en la película, es la destilación de 10 tiendas auténticas de la ciudad. Una reconstrucción hecha con la minuciosidad de la industria hollywoodiense. Hornby se pasma de que los decoradores dedicaran semanas a la persecución de piezas únicas, negociando con coleccionistas para conseguir que se los vendieran o se los alquilaran: "Hubo gente que se negó a pesar de que ofrecían miles de dólares; al final, consiguieron que les permitieran escanear las portadas —o las galletas, en el caso de que fueran 'singles' sin portada— y así se fabricaron copias en facsímil que son las que de-coran las paredes de la tienda".

TERCER LIBRO
Garantes europeos de la fidelidad al espíritu del libro fueron el productor ejecutivo Mike Newell y el director de fotografía Seamus Mc-Garvey, un irlandés que ha participado en docenas de vídeos musicales. Y el realizador, Stephen Frears, aunque sea más afín a la música clásica. No pasa nada, explica Hornby: "Esta historia no es exclusiva del mundo de los coleccionistas de rock y pop sino, que es aplicable a los hombres que tienen, digamos, más de veinticinco años, que aman la música o el deporte aunque lo que realmente quieren es encontrar a la mujer de su vida. Stephen demostró en 'Mi maravillosa lavandería' que sabe hablar del sexo británico, igual que 'Los timadores' trata tangencialmente del sexo en Estados Unidos".
La versión filmada de 'Alta fidelidad' tiene un 'score' a cargo de Howard Shore, aunque hay espacio para que suenen fragmentos de hasta ¡sesenta! canciones. Una cuarta parte de ellas están recogidas en la banda sonora (editada por Hollywood Records, distribuida en España por Edel), magnífica colección donde dominan los artistas de culto, desde The Kinks hasta Stereolab, representados por temas nada obvios. El autor agradece esa selección, aunque no pudieran pillar el tema que encabeza su Top Five' de canciones masculinas para amortiguar rupturas de relaciones, 'Te odio (pero llámame)', de los Monks.
Asi que Springsteen sale en la película y se oye su The river* pero no está en el disco. "De la misma forma que se ha prescindido del tema de Queen, que no representa nada para la vida de los protagonistas". Hornby espera con calma el rodaje de su libro de 1998, 'About a boy' (en castellano, 'Érase una vez un padre', y publicado, como los anteriores, por Ediciones B). Ha sido adquirida por la productora de Robert de Niro y transcurre en 1994, en los días previos al suicidio de Kurt Cobain: "Se habla de otras muchas músicas, de los Pet Shop Boys o de Joni Mitchell, pero el título está sacado de una canción de Nirvana".


El Pais de las Tentaciones viernes 19 de mayo 2000

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