domingo, 8 de mayo de 2016

Anatomía de un piano por Christopher Payne


Tan poderoso como una orquesta y tan sensible como un arpa horizontal, el Steinway es un piano de leyenda. La fabricación industrial y la artesanía convergen en el proceso de producción de un instrumento concebido a mediados del siglo XIX por un migrante alemán que se estableció en Nueva York.


El sonido de un Steinway proviene de la armonía entre 12.000 piezas que lo componen.


04 DE MAYO DE 2016

EL Steinway no es un piano, es un steinway. Ha mutado la marca a sustantivo, asumiendo un papel hegemónico entre los instrumentos de su familia. Y de todas las familias, porque un Steinway es una orquesta de 88 teclas, pero también una delicada arpa horizontal. Glenn Gould sostenía que estaban vivos. Y el maestro Fabbrini, afinador de cámara de tantos solistas, se preocupaba siempre de dejar la tapa semiabierta para que pudiera respirar, reponerse del esfuerzo en el silencio. El milagro del superpiano o del metapiano se remonta a 1853, cuando Heinrich Engelhard Steinweg arraigó en Manhattan el negocio que había abierto en Hamburgo con un socio, Friedrich Grotrian, del que se desvinculó. Y también se desvinculó de su propio apellido. Lo hizo más eufónico, de Steinweg a Steinway, prolongando la fama del instrumento a la gloria de sus hijos y pactando con el diablo una fórmula de sonido que apenas ha variado desde 1880 y que se ha demostrado inimitable.


Zona de la factoría donde se montan las cajas de resonancia. Todas iguales, pero todas diferentes. No hay un Steinway igual a otro.

El instrumento se expone a la prueba de estrés de un aparato de rotación donde se ensambla el arpa. Se observa en la imagen el hallazgo del cordaje.






El vientre del Stenway es la caja de resonancia, concebida con la madera de un abeto de Alaska (pícea de Sitka) que predispone la calidez del sonido.



Louis, del departamento de restauración, enfrascado en la reparación de una pata.



Gwendolyn es una de las empleadas que se encargan de equilibrar las teclas.

Las 88 teclas predisponen a una extrema sensibilidad en la pulsación, pero siempre con la asombrosa intensidad.


Dan y Ryan, dos obreros de la fundación OS Kelly, de Ohio, que trabaja para Stenway desde 1938.


Como una criatura mitológica , el piano nace del fuego, de una forja donde adquiere forma el bastidor del instrumento.


Un piano en el vestíbulo de la histórica factoría Stenway and Sons en Astoria (Nueva York), que pronto cumplirá 160 años.

El Pais Semanal Nº 2.066 / Domingo 1 de mayo de 2016



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