martes, 27 de noviembre de 2012

LEONARD COHEN "SONGS OF LEONARD COHEN" 1968 COLUMBIA





Si hay algo más difícil que escoger entre las diferentes edades del Leonard Cohen músico, esto debe ser destacar uno de sus discos por encima de los otras. Más aun si el elegido en cuestión tiene que ceñirse a la espléndida etapa dórica del bardo de Montreal, aquella que va desde el seminal "Songs Of Leonard Cohen" hasta "Live Songs"'(1973). Aun amando canciones de "Songs From A Room"(1969) como "Bunch Of Lonesome Heroes", de "Songs of Love of Hate" (1971) como "Dress Rehearsal Rag" y "Sing Another Song, Boys" o de "Live Songs" como "Minute Prologue", "Queen Victoria" y "Nancy", decidirse por su debut es un acto de razonabilldad incontestable porque desde el momento en que vio la luz se nos concedía el beneficio de empezar a disfrutar del más mágico de los cantautores crepusculares: Cohén tenía por aquel entonces 32 años y ya había escrito dos novelas: "El juego favorito" (1963) y "Los hermosos vencidos" (1966).
Además, "Songs Of Leonard Cohen" es un disco de una extraña homogeneidad que no se aferra de forma académica a ningún estilo en concreto, ni siquiera al folk, y que por encima de todo presenta unos textos que, se quiera o no, se agarran a nuestras vidas desde muy temprana edad. Se trata, pues, de una epifanía de carácter superior. Es bastante significativo el hecho de que, allá donde uno vaya, esta colección de canciones representen el signo de un cierto interés por la buena música. Hablamos, sin lugar a dudas, del disco familiar por excelencia.
A principios de 1968, después de que Judy Collins popularizase su preciosa "Suzanne" (originalmente escrita por el canadiense en 1966) y ya con una actuación en el Newport Folk Festival en su haber, a Leonard Cohen se le presentó la oportunidad de fichar por Columbia Records para editar su primer álbum. Bajo un clima de calma, Cohén grabó, con la inestimable ayuda del productor y director musical John Simon, las diez canciones que conforman su debut. Cada una de ellas, al ser una pequeña historia en sí misma, acogía -si es que eran necesarios- diferentes tipos de arreglos. El leitmotiv de la grabación, eso sí, no debía ser más que el propio Cohen, con su voz y su guitarra clásica.
"Songs Of Leonard Cohen" empieza con un avance poco doloroso de todo el deseo que es capaz de almacenar un hombre. "Suzanne", la canción que a nadie puede disgustar, narra el encuentro verídico de Cohén con una inalcanzable mujer a la que compara con Nuestra Señora del Puerto, la virgen que tiende sus brazos a los pescadores de Montreal. El mismo tono descriptivo y tranquilo le sirve a Cohen para reclamar, esta vez de forma más gentil, la presencia de otra dama, la misma "Winter Lady"que Will Oldham rescató con Palace Songs. Cohen admite que durante su juventud un extremo sentimiento de soledad le obligaba a encontrar-más que a buscar-mujeres en la calle, como bien ejemplifica "Sisters Of Mercy", quizás la canción más celebrativa del disco. La inclusión de diversos sonidos feriales y de unas alejadísimas percusiones dan buena fe de este optimismo. Aun así, a nivel musical, se puede encontrar más euforia en la instrumentación desbocada de "So Long, Marianne", que en realidad recoge las nuevas pulsaciones de un Cohen que acababa de romper con Marianne, la mujer con quien vivió durante su larga estancia en una isla de Grecia. Tanto la ruptura sentimental como temática se extiende hasta "Hey, That's No Way To Say Goodbye", que Cohen canta a nombre de todos los hombres observadores de este mundo. Seguramente ésta sea la única canción del disco donde la música no sabe acompañar a la prosa. En cambio, el cuarteto "Master Song", "Stranger Song", "Stories Of The Street"y "Teachers"emociona a todos los niveles. Cohen ataca las cuerdas de nailon con decisión, aventurándose en las progresiones melódicas más oscuras del disco y creando una especie de espacio sagrado que, de tan parabólico, acepta todas las interpretaciones que le demos a medida que pasan nuestras vidas. La palabra se utiliza en estas cuatro canciones esenciales como instrumento de construcción moral del propio individuo. Al final, Cohen, no habiendo podido construirse una coraza de esperanza duradera -"One Of Us Cannot Be Wrong" describe la gran añoranza de un hombre-, no puede más que mostrar su pena con silbidos, flautas y aullidos.
Para captar la verdad que encierra "Songs Of Leonard Cohen" basta con escuchar sus canciones y ver cómo la vida gira a su alrededor irremediablemente. Pocas veces un cantautor te conseguido reunir tantas cualidades juntas en un solo disco.

 ADRIÁN DE ALFONSO

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