domingo, 7 de julio de 2013

Paseo por la dinamita rockabilly de los cincuenta


Por: Fernando Navarro | 04 de julio de 2013


Suele ser habitual buscar una fecha, por forzada o imprecisa que sea, para saber cuál fue el origen de un gran relato. Así, sucede con el rock’n’roll, uno de los grandes relatos de la gente corriente en el siglo XX. Por su simbolismo y la repercusión que tuvo la canción en el público, muchos siempre lo han querido situar en el 5 de julio de 1954 cuando Elvis Presley grabó That´s All Right, Mama en los estudios Sun de Memphis, en esas sesiones en las que aquel chaval blanco con corazón salvaje cantaba la composición de Arthur Big Boy Crudup, uno de los héroes negros de Elvis que interpretaba blues. Pero, a decir verdad, el rock’n’roll es fruto de la evolución de muchos cauces sonoros en el enorme, variado y fascinante mar musical de Estados Unidos.






Los aficionados a la música norteamericana están de enhorabuena porque desde hace poco tiempo está disponible una espectacular caja recopilatoria que permite situar la evolución musical que llevó al rock´n’roll. Se trata de la caja Rock-A-Billy Dynamite. Caution! (Karonte), que más bien es la gran Biblia del rockabilly original de los cincuenta. Y es espectacular en el sentido literal porque contiene nada menos que 40 discos que guardan 1.000 canciones sobre el género que derivó en el rock’n’roll, incluso se puede entender en muchísimos casos como igual. La confluencia sonora casi no distingue entre el híbrido musical norteamericano a mediados del siglo pasado, que, todo sea dicho, el amigo Elvis puso en la órbita como nadie.

Pocas cajas son tan ambiciosas como esta en su idea de ilustrar uno de los periodos musicales más fructíferos y apasionantes de la americana music. Como se sobreentiende, entre tantas centenares de composiciones, se mezclan los grandes éxitos con la multitud de rarezas de la época. De esta forma, según se recoge en el libreto interior, se da cabida a la edad dorada del rockabilly en Estados Unidos que se extiende desde 1954 a 1960. Allí no solo aparecen nombres oídos por todos como los Elvis, Buddy Holly, Gene Vicent, Carl Perkins o Eddie Cochran, sino que también se citan en grandes cantidades otros nombres mucho menos conocidos como Billy Adams, que es uno de esos músicos reverenciados por los expertos en la materia del rockabilly y por otros compañeros de profesión.

Desde Sun Records llegaron muchos de estos trallazos. El hillbilly, una variante ligera del country, empezó a ganar viveza lírica e instrumental en los cuarenta para evolucionar hacia el rockabilly mientras el R&B, territorio propio de los músicos afroamericanos, buscó acercarse al público blanco que, por recursos económicos, consumía más música que el negro. En un punto determinado, en varias grabaciones de los cincuenta, se encontraron ambos. Y un gran agitador de este paso hacia el futuro rock'n'roll fue Sam Philips desde su base de operaciones en Memphis, donde empezó Roy Orbison con su estilo trepidante antes de convertirse en un magnífico baladista.

Rockabilly Cowboys. Así se podría calificar a las decenas y decenas de músicos que se recogen en esta caja que, como apuntaba más arriba, mucho tiene que ver con su hermano bastardo del rock’n’roll. Muchas de estas canciones tuvieron una corta existencia. Algunas fueron éxitos inmediatos en su género pero otras apenas tuvieron impacto sin salir de su circuito local. Un magnífico ejemplo fue Sonny Burges.

La mayoría de estos músicos experimentaron en los cincuenta con el rockabilly, el country, el western, el blues o el góspel. Escuchando los discos, uno tras otro, se aprecia cómo se rompieron corsés estilísticos y se cruzaron fronteras de todo tipo. En este enorme cofre, también hay tex-mex propio de Texas o el western swing de California como el que desarrolló Spade Cooley.

En este sentido, se podría sacar un apartado entre algunas canciones que rezase: "de cómo cantantes country fueron dejándose influir por el ímpetu del rockabilly", llegando a producir pequeñas píldoras del nervio del nuevo rock. Y se ve el camino a la inversa: referentes del rock’n’roll primigenio como Jerry Lee Lewis, el caso más célebre, pero también Charlie Rich o Conway Twitty regresando a raíces más country. Este último, que dejó el jazz por el country-rock, fue versionado por Johnny Cash o Jerry Lee Lewis.

Especial relevancia tiene en esta caja la gran Wanda Jackson pero uno puede conocer muchas más voces femeninas que nunca desmerecieron más allá de la fabulosa Brenda Lee. Es el caso de Janis Martin. Nacida en Virginia, fue rápidamente olvidada pero algunos la conocieron como “la Elvis femenina” tras publicar el tema My boy Elvis.

Por su parte, Laura Lee Parkins podría ser la respuesta femenina al incendiario Jerry Lee Lewis. Con su propio estilo, hizo de su labor a las teclas del piano una de las propuestas más excitantes del rockabilly.

Tanta variedad abruma. Pero ahora que llegan las vacaciones, tal vez, sea una muy buena propuesta para tomarla por los cuernos y ponerse a ella durante días. Sentirás que viajas en el tiempo, a los cincuenta americanos, cuando un tipo al que casi seguro no conoces de nada como Sandy Scott puede cruzarse por tu camino como si sonara por la radio, de repente, con este rockabilly juguetón, ideal para escuchar con una cerveza fresca en un día soleado. Porque conviene recordarlo: estamos ante 1.000 canciones que son pura dinamita.

El Pais- La Ruta Norteamericana

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