jueves, 22 de septiembre de 2011

Dizzy Gillespie "The Complete RCA Victor Recordings" 1995 Bluebird








Es dificil escuchar "The Complete RCA Victor Recordings" y no imaginar cómo debieron impactar semejantes variaciones del be bop en los locales neoyorquinos de los años cuarenta. El disco, aquí en formato de doble CD, refleja el ambiente musical de la época y permite entrever, como pocas grabaciones, la magnitud del encuentro entre el jazz y la clave latina. Pura magia. La aventura que emprendió Jelly Roll Morton en la década de los veinte al hacer añicos la dictadura rítmica del ragtime, experimentando sin ninguna restricción y sincopando más su música, encontró por fin a su más firme continuador en la figura de Dizzy Gillespie (1917-1993).
Aunque la relación del trompetista con RCA duró poco más de tres años - de 1946 a 1949-, "The Complete RCA Victor Recordings" abarca un espectro mucho más amplio: a las legendarias actuaciones de Gillespie y su orquesta en esa prolífica etapa se suman otras tantas donde el creador de "Salt Peanuts" es un (simple) acompañante. Cronológicamente, arranca en 1937, cuando el ilustre Teddy Hill le da la alternativa en su big band. De aquel período -cuando Gillespie tenía apenas 19 años- son "King Porter Stomp", "Yours and Mine" y "Blue Rhythm Fantasy", tres composiciones donde el shuffle, el ritmo básico del swing, monopoliza el sonido sin la sombra de los ritmos caribeños. Aunque pueden levantar sospechas, su inclusión está justificada: no sólo permite analizar el peregrinaje que le precede, en el caso de Gillespie, al reconocimiento y a la fama -también es significativa su actuación el 13 de junio de 1939 con la orqueta de Lionel Hampton-, sino que traza una panorámica sin precedentes en la que son perfectamente reconocibles un "antes" y un "después". Porque si por algo este disco ha pasado a la historia, es por las grabaciones que reflejan el encuentro entre el gran trompetista y el percusionista cubano Chano Pozo, propiciado por otro músico insigne: Mario Bauzá. Gracias a su intermediación, la intensidad de la improvisación jazzística y la complejidad rítmica de la música afroantillana estrecharon vínculos hasta converger en el mismo plano. El fraseo asimétrico y el cromatismo del jazz encontraron en los timbales, las congas, el bongo y las maracas a sus mejores aliados. Una mezcla descarada y espectacular que marcó un giro del be bop hacia la fantasía y que dejó como legado himnos de la grandeza de "Manteca", "Cubana Bop" y "Algo bueno" demostrando un dominio de libre circulación por varios registros, anticipándose al latin jazz y convirtiéndose en un modelo de referencia vivaz, multicolor y tonificante.
Pablo G. Polite

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