viernes, 23 de septiembre de 2011

Patti Smith 'HORSES" 1975 ARISTA







Desde "Horses", Patti Smith porta la corona de musdel punk. Pero su expresividad nada tiene desperdicio. Quizás el hecho de queexplotaran casi a la vez el punk británico y el neoyorquino, y de que la pirotecnia londinense eclipsara en Europa cualquier intento de expresión distinta al escupitajo, provoca que aún nos refiramos con idéntico nombre a la escandalera de Johnny Rotten y a la poesía enmovimiento de Patti. Pero el punk neoyorquino no lo propició sólo la frustración metropolitana que ocasionan la falta de horizontes laborales o los apartamentos compartidos. En el punk neoyorquino también contaba el desasosiego existencial, el desarraigo social, la rabia metódica propia de la juventud, el arte y un ramalazo de poética personal. Constantes que surcan los discos de Television o Richard Hell, y que, por otra parte, también pusieron en juego esos grandes creadores de otras disciplinas que en su día jugaron a epatar. Sin ir más lejos, el Rimbaud tan evocado por Patti.
Ella no andaba por la vida pintando anagramas de anarquía en las puertas de los coches patrulla. Lo suyo era el arte. Si se topó con el punk, fue porque la coyuntura histórica y personal la enfrentó a un callejón de detritos. Pero ella era escuálida, andrógina, enfermiza, pasional y, además, aseguraba sufrir arrebatos místicos. Le gustaban Rimbaud, Baudelaire, Jean-Luc Godard, The Doors y Bob Dylan. Antes de grabar con 29 años "Horses", había llegado a Nueva York tras dar en adopción el fruto de un embarazo no deseado, y había tentado la suerte en varios proyectos artísticos. Había viajado iniciáticamente a París buscando musas, había interpretado una obra de teatro con Sam Shepard, escribía artículos de rock y había ofrecido numerosos recitales poéticos: escribía versos desde las entrañas de su miseria. Fue su amor por The Velvet Underground y The Rolling Stones, y las visitas al Max's Kansas City, lo que hizo evolucionar sus recitales poéticos hasta hacerlos desembocaren un vendaval sónico. Utilizó su bagaje cultural y tresnociones musicales para canalizar su talento expresivo en un debut de inusitada madurez. "Horses" es un inspirado volumen de rock pleno de subidas y bajadas, un disco quealterna momentos de piano con paroxismo eléctrico. Al mismo tiempo, es un compendio de narraciones descarnadas y singulares. El tan aludido inicio del disco revela que aquí no se reparten dádivas: "Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos". Después, Patti se entrega a una particular versión de "Gloria" de Them (Van Morrison), haciendo revertir este himno de la virilidad para dotarlo de un equívoco significado andrógino. Pero hay más contrastes: en"Redondo Beach"los aires reggae acolchan el suicidio de una lesbiana por amor. La extensa "Land", segmentada en tres partes, es una extraña alucinación plena de sangre y sexo. "Free Money''descarga directamente adrenalina. "Birdland", que narra el funeral del psicoanalista austríaco Wilhelm Reich (fallecido en la cárcel de Lewisburg, Pennsylvania, en 1957), comienza con un recitado y se alarga hasta nueve minutos plenos de intensidad. Mucho tuvieron que ver en él la contribución de otros nombres importantes: John Cale produjo, Tom Verlaine y Allen Lanier (Blue Oyster Cult) aportaron guitarras y Robert Mapplethorpe fotografió a Patti en portada. Pero fue The Patti Smith Group —Richard Sohl, Lenny Kaye, Ivan Kral y Jay Dee Daugherty— el encargado de tejer las redes musicales del disco, convirtiéndose en una máquina perfectamente engrasada que se acompasaba a la interpretación de su vocalista y ofrecía furiosos pasajes de visceralismo rock.
Hasta Patti, el rock era un asunto de hombres. De hombres que se maquillaban como putas y se travestían —el glam, aún reciente—, pero hombres al fin y al cabo. Para que el rock dejara de parecer esa cosa encerrada en su propio agujero de sudor y tosquedad, hacía falta que una hembra plantara cara, con sus mismos recursos, a tanto macho monotemático. Que extrajera de sus menstruaciones y sus complejos de inferioridad la expresión pura de la rabia, que pusiera sobre un micro su desgarro religioso a que reivindicara sulibertad como un hecho único. Por eso "Horses" es un álbum único. Jamás el rock había sonado tan poderoso y tan frágil a la vez, tan contundente y tan lírico. Una mujer desatascaba veinte años de adoración falocrática y reubicaba las constante de un lenguaje que caminaba hacia el chauvinismo masculino. Tres factores convierten al disco en una suerte de piedra filosofal: su papel de faro del punk neoyorquino, lo femenino dotando al rock de una dimensión inusitada y el hecho de que una cantante se autodenomine artista y el calificativo no resulte risible.
"Horses" inauguró una carrera musical que Patti desarrolló en dos etapas muy diferentes: la inmediata a este disco —tres LPs más—y su regreso en los noventa. En medio queda un retiros doméstico y un tropiezo discográfico —"Drama Of life"(1988)—. Infectado de orines yjeringuillas, "Horses" presenta la vertiente mas pura del arte urbano. Nace de la suciedad, sí, pero es hermoso. Y purga el alma.ROBERTO VALENCIA

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