lunes, 19 de septiembre de 2011

Ramones “Ramones” 1976 Sire







“La adolescencia es la época más triste y carencial de la vida porque es el periodo de las ilusiones continuas sin tener ningún miedo para realizarlas y, por tanto, sometidas a seguidas, pequeñas o grandes catástrofes”, escribió Josep Pla. Esta frustración, esta ansiedad y esta urgencia, fue la mecha que mantuvo encendido al grupo Ramones desde su constitución en 1974 hasta su disolución en 1996.

Joey Ramone, Johnny Ramone, Richie Ramone, y Tommy Ramone, adolescentes vecinos del barrio de clase media Forest Hills de Queens, Nueva York, encontraron en el rock el medio perfecto para canalizar su insatisfacción vital. Ver pasar a chicas guapas cogidas del brazo de niños pijos les sugirió la canción “Beat on the brat”, cuyo estribillo dice: “Golpea al mocoso con un bate de béisbol”(se ha hablado de actitudes fascistoides, pero ni su sentimiento de violencia tenía argumentos ideológicos ni pasó nunca de deseo latente). Otras situaciones cotidianas les inspiraron canciones como “I wanna be your boyfriend”, “53rd & 3rd”, “Now I wanna sniff some blue” o “Loudmouth”, mientras que “Chainsaw” o “I don´t wanna go down to the Basement” provenían de su forma de evasión favorita después del pegamento: el cine de terror.

En su álbum debut hay otra canción más con la palabra “wanna” (quiero) en el título: “I don´t wanna walk around with you”. Y a lo largo de su vida, Joey no dejó de explorar sus frustraciones y sus anhelos más primarios en busca de inspiración, de modo que siguió usando y abusando de la fórmula. Al final de su carrera, Ramones versionaron “I don´t wanna grow up” de Tom Waits, el perfecto epitafio para un grupo que siempre estuvo más cerca del síndrome de Peter Pan que de la posibilidad de convertirse en dinosaurios del rock.

Esa simplicidad y esa rabia se encuentran también, por supuesto, en su música y en su actitud. Ramones es la melodía pop de siempre pasada por el tamiz de las malas calles de Nueva York y de tiempos grises. The Beatles (Ramone era el apellido con que Paul McCartney y su esposa se registraban en los hoteles) y The Beach Boys eran sus referentes. Joey creía estar haciendo bubblegum (pop chicle), aunque es evidente que su grupo le dio una vuelta de tuerca a la música. Sí, el rock´n´roll primerizo, la british invasión y la música surf eran juveniles y tenían energía a raudales, pero poseían también un cariz socialmente integrado e ingenuo. Ramones recogieron esa frescura y, con las malas influencias de Iggy Pop y los New York Dolls, le dieron un carácter rebelde. Lo que decían se podía decir más claro, pero no más alto, ni más rápido.

Ellos hacían punk porque si bien pop viene de popular y es el intento de elevar el gusto de las masas a la consideración de arte en mayúsculas, seguía siendo algo demasiado intelectualizado y sofisticado, y hacía falta un nuevo término para lo que hacían Ramones, música sin pretensión alguna, reducida a su mínima expresión: tres acordes, un bajo omnipresente, un muro de guitarra, “el segundo verso, igual que el primero; el tercero, distinto al primero” (Judy is a punk).

Aunque Ramones debutaron en el club CBGB en 1974, el contrato discográfico con Sire, tardó dos años en llegar. “Ramones” se grabó en diecisiete días en un estudio del Radio City Music Hall de Broadway por 6.400 dólares. El bajo y la batería se grabaron por un canal, la guitarra en otro, y la voz, repartida, a la manera antigua. El disco sólo llegó al puesto 111 de la lista norteamericana de ventas, pero hizo que otras discográficas se animaran a fichar grupos de esa órbita.

Salvo el toque más político que le dieron los ingleses, en “Ramones” está todo lo que sería el punk: velocidad, simplicidad, crudeza, inmediatez y sentido del humor. No bullshit, como dicen en inglés. Rock´n´roll y punto.


Llorenç Roviras

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