Sam Cooke “Live at Harlem Square Club, 1963” 1985 RCA
Jerry Wexler, que trató de ficharlo para Atlantic, dijo de Sam Cooke (1931-1964) que era, “sin discusión , el mejor cantante que haya existido nunca”. Y sin escucharle en plenitud de facultades en este directo grabado el 12 de enero de 1963, apenas dos años antes de su temprana muerte (falleció asesinado por el conserje de un motel de Hollywood en diciembre del
Y es que si el soul es, como dijo Ray Charles, un espíritu, un impulso, un poder, Sam Cooke personificó el género como nadie antes lo había hecho. Incluso se le puede considerar el primer soulman, por haber inaugurado la larga lista de cantantes de masas que interpretaron melodías populares con estilo gospel. De ahí el carácter revelador de un disco que permaneció inédito veintidós años (se publicó en 1985) y que muestra a un Cooke alejado de la imagen que le hizo famoso, cimentada en sus hits de corte más pop. Aquí el cantante destila soul en cada inflexión vocal, en cada nota, en cada incitante pregunta lanzada al vuelo a las dos mil personas que abarrotan el local.
Jugaba con ventaja, claro, ya que había tenido tiempo de desarrollar sus aptitudes vocales con The Soul Stirrers, un grupo de gospel en cuyo seno terminó de modelar una voz con evidentes posibilidades de romper barreras comerciales y raciales. Así fue. En cuanto emprendió carrera como solista se convirtió casi de la noche a la mañana en ídolo de blancos gracias a un estilo que se dio en bautizar sweet soul music y a su arrollador magnetismo en escena, pero siguió manteniendo su predicamento entre la población negra, que veía al cantante y compositor como un triunfador intachable en un terreno tradicionalmente difícil para los de su raza.
Del mismo modo, su muerte parecía ejemplificar la imposibilidad de mantener una actitud independiente en una industria que sólo quería a los negros para utilizarlos en su beneficio. Sam Cooke poseía su propia editorial musical /Kags) y un sello discográfico (SAR, donde grabaron, entre otros, The Sims Twins), tenía éxito con las mujeres, situaba todos sus singles en lo alto de las listas de ventas. Demasiado. Como ha señalado el escritor Peter Guralnick, “su asesinato simbolizaba la imposible contradicción entre las aspiraciones negras y la realidad”.
Casi cuarenta años después, cuando “Live at the Harlem Square Club,
Eduardo Guillot
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