lunes, 18 de febrero de 2013

RICKIE LEE JONES "PIRATES" 1981 WARNER BROS.





¿Otro disco de perdedores del sueño americano? Sí, en parte: perdedores de casino a pie de carretera, de romance asimétrico, de embarazo rutinario. Pero Rickie Lee Jones no se sienta en un rincón a llorar, y "Pirates", más allá de la épica de la cuneta y el bourbon, desprende también destellos de un realismo mágico suburbano que pacta con la realidad, la transgrede. Y hay algo de fantasía novelada en el cántico desatado de "We Belong Together". Nadie dijo que no se pudiera ser realista y romántico al mismo tiempo.
Y a Rickie Lee Jones le va su posición de cronista literaria de la retaguardia. En el fondo, es un producto, lúcido, de los años setenta, de su estética soñadora con sutil aroma de cabaret post-hippy. Que su primer disco, el revelador "Rickie Lee Jones" (1979), alumbrara comparaciones con Joni Mitchell en plena era punk ayudó a ubicar a esta huidiza cantautora de Chicago, recitadora de poesía beaty novia de Tom Waits. El relevo, "Pirates", es su cima no superada, pese a la solvencia de entregas maduras como "Traffic From Paradise"(1993) o "Ghostyhead"(1997). Con sus tramas de vientos jazzies, su rítmica balbuceante y esa voz-tiovivo en mutación libre, se sirve de la técnica del rock confortable californiano (a las sesiones de grabación acuden desde el batería Steve Gadd hasta Donald Fagen, de los reivindicables Steely Dan) sin perder de vista las fuentes de la música negra.
Esa precisión formal no pule en ningún momento las aristas expresivas de "Livingit Up"o "Pirates (So Long Lonely Avenue)", frescos costumbristas provistos de un singular aire casual y que dejan un rastro de vulnerabilidad. En ellos su autora consigue encontrar un espacio propio en la tan abusiva plástica de la infra-Norteamérica, dirigiendo una mirada humana y fantasiosa a una galería de personajes desamparados a quienes dota de una dignidad novelesca.
El midwest también tiene glamour, JORDI BIANCIOTTO

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