martes, 18 de febrero de 2014

Quijotes optimistas


El escritor Erri De Luca, el cantautor Gianmaria Testa y el clarinetista Gabriele Mirabassi reivindican la utopía en un espectáculo que mezcla poesía, jazz y música popular

Por Carles Gámez
LA MÚSICA PONE alas a las palabras", dice Gianmaria Testa repitiendo la frase de su amigo y cantante Paco Ibáñez a propósito del espectáculo Chisciottimisti. Bajo este nombre en honor de la utopía y felicidad quijotesca se han vuelto a reunir el escritor Erri De Luca, el clarinetista Gabriele Mirabassi y el cantautor Gianmaria Testa. Tres creadores y amigos repartidos entre el Piamonte y Ñapóles que hace unos años decidían subirse juntos por primera vez a un escenario con el espectáculo Chisciotte e gli invincibili—como si se tratara del título de un péplum de Mario Bava— bajo la invocación de la palabra y la música. "Después de numerosas representaciones decidimos dejarlo descansar y darnos un poco de oxígeno en la atmósfera algo viciada que se había ido formando", dice Erri De Luca, alma literaria del espectáculo.

"Los quijoptimistas son todas esas personas que aunque han padecido la derrota, no dudan en volver a ponerse en pie y volver a luchar", dice el cantautor Gianmaria Testa. Desde que publicara su primer disco Montgolfiéres (1995), este cantante-creador piamontés se ha sumado a esa primera línea de la canción italiana donde el acento lírico se une al encuentro con las músicas populares. "Chisciottimisti es un espectáculo que en realidad lo deberíamos llamar un no-espectáculo", dice el clarinetista Gabriele Mirabassi. "No son actores los que se encuentran sobre el escenario, sino un escritor, un cantautor y un músico reunidos alrededor de una mesa que cuentan, interpretan y cantan historias como lo podrían hacer reunidos en la cocina de sus casas", comenta el músico.



De izquierda a derecha, Gabriele Mirabassi, Erri De Luca y Gianmaria Testa. Foto: Laila Pozo


El clarinete de Mirabassi y la guitarra y la voz de Testa van iluminando esta estancia íntima alrededor de una mesa y una botella de vino. En la voz de Erri De Luca se cruzan historias que viajan de Sarajevo a Estambul. El escritor napolitano recuerda la historia del poeta bosnio Izet Sarajlic que decidió quedarse en Sarajevo durante la guerra a exiliarse en alguna universidad europea o americana. Y De Luca va contando los años de ese crudo y largo invierno de la guerra mientras el poeta para calentarse comienza a quemar los libros de su biblioteca. Cuando estaban a punto de ser arrojados los libros de poesía milagrosamente llegó la paz y las palabras de los poetas se salvaron del fuego reconfortante.

Para Gabriele Mirabassi la filosofía del espectáculo reside en esa comunión de austeridad y amistad escénica. "Creo que es la clave más importante para describir el sentido de este trabajo". Considerado como uno de los mejores clarinetistas actuales, la música de este intérprete nacido en Perugia ha mezclado los sonidos clásicos y las músicas populares, el jazz o el ritmo brasileño de su amigo Chico Buarque. "La relación que existe entre nosotros tres tiene un fuerte componente afectivo, por eso el encuentro entre nuestros respectivos lenguajes artísticos se produce sobre un plano muy sencillo y al mismo tiempo muy profundo, desde el respeto, la colaboración y el afecto. "Lo nuestro es una relación de alianza para conseguir la máxima fraternidad", añade De Luca.

"Puede que el quijoptimismo sea el optimismo de la inconsciencia, pero sin duda tan necesario como el arte, como la poesía", dice Gianmaria Testa. Una "balada a tres voces" en palabras de Erri De Luca y que se sirve de las palabras de un poeta como Neruda en la voz del escritor napolitano. "Yo no vengo a resolver nada, yo vine aquí para cantar y para que cantes conmigo". •


El Pais Babelia 15.02.14

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