domingo, 23 de diciembre de 2018

FLAMENCO ( AÑO 1996) BAILE (V)

El baile es la faceta del flamenco más injustamente tratada. Sus representantes han sido siempre asociados con el carácter difícil, cuando no con la propaganda franquista y los peores tópicos españoles. De ese pasado turbio, pero lleno de artistas geniales, ha surgido un panorama marcado por el dinamismo, la innovación, la competencia feroz. Los hombres, guapos y atléticos, tiran del carro del éxito. Las mujeres buscan nuevos caminos.


BEATRIZ MARTIN Y JAVIER BARÓN
Dos jóvenes clásicos fuera de modas



Beatriz Martín tiene 25 años, pero lleva desde los 14 mostrando su belleza y su elegancia de diosa por todo el mundo. Descubierta por Rafael Aguilar -y más tarde por Antonio Gades-, esta joven granadina ha seducido ya en los escenarios y festivales más importantes de la danza mundial: Viena, La Fenice, varias veces Granada, la Bienal de Sevilla, el Royal Albert Hall... Su baile es fastuoso, un prodigio de expresividad en los brazos y magnífica técnica de pies. A medio camino entre la furia y la gracia, Beatriz hace un baile muy personal, mezcla de la contención de la danza moderna y el sentimiento hondo del flamenco. Su baile siempre transmite, es sugerente, cálido, y nunca pierde misterio. Lo saben bien El Güito, Mario Maya o el maestro Granero, que han contado con su magnetismo en montajes como El amor brujo, Nosferatu II, Réquiem flamenco o Variaciones románticas. El año pasado obtuvo el Premio Rosario la Mejorana en el concurso nacional de Córdoba. En estas páginas aparece junto a Javier Barón, una de las últimas revelaciones del baile masculino, premio Giraldillo en la Bienal sevillana de 1988. Nacido en Alcalá de Guadaira en 1964, la cuna de los maestros, Barón se doctoró en el Ballet Nacional de la mano de Antonio el Bailarín, pero luego ha buscado, y encontrado, su camino en solitario. Tiene el duende, ritmo y compás, y hay músicos, como el pianista José Miguel Evora, que llegan a afirmar que con el sonido que fabrican sus pies al bailar se podría componer una partitura flamenca. Ejecutante limpio, bailaor de gran oído, Barón, al que no se puede achacar falta de velocidad y facultades, ha rechazado los hoy muy habituales concursos de saltos mortales y elegido un camino seguramente más lento, pero a la vez más seguro: el del arte bien hecho y sentido. TEXTO: MIGUEL MORA Y JUAN VERDÚ





HOMBRES
Tacones cercanos
El pasado mes de febrero, Antonio Ruiz Soler vistió de luto el baile español. Antonio ha sido la máxima figura de nuestra danza. Innovador, atrevido, profesional, virtuoso, polémico y artista inmortal, Antonio es el claro antecedente de Antonio Gades, Mario Maya y José Granero. Ellos tres seguirán aportando vías de evolución al ballet flamenco, asimilando el lenguaje coreográfico contemporáneo y transmitiendo su magisterio a las nuevas generaciones. Sin embargo, la genial presencia artística de Antonio ha seguido latente. Por mucho que algún insensato le privara injustamente de la dirección del Ballet Nacional, su magisterio siguió creciendo en el seno de la institución. Es impresionante la cantera de bailaores que allí se formaron, y que huyeron tras su marcha. La danza continúa creciendo en los cuerpos de Javier Barón, Joaquín Cortés, Javier Latorre o Antonio Canales. Con una preparación técnica sobresaliente, una poderosa enjundia y muchas ganas de innovar, los tacones cercanos están en plenitud y saborean éxitos internacionales entre los dimes y diretes del show celtibérico.

Eduardo Serrano, 'El Güito'. 

 Antonio Canales. 

Joaquín Cortés.


MUJERES

Magia de cintura para arriba

De las tres facetas básicas del flamenco, es el baile la que tiene mayor poder de seducción para públicos mayoritarios. Y del baile siempre fue reina la mujer. Nombres que hoy son leyenda, mito, sueño. Aquella Malena, aquella Mejorana, aquella Macarrona que subía los brazos al cielo "como si fuera a bendecir el mundo"... Y muchas, muchas más. Carmen Amaya, por ejemplo, quien hacía un baile "en el que se percibía el crepitar de la carne, la llama y el humo". Hoy, sin embargo, pareciera que el baile de mujer no se encuentra en un momento particularmente esplendoroso, quizá porque el baile de hombre le ha ganado la primacía en los últimos tiempos. Nombres importantes de gran rango -Matilde Coral, Manuela Vargas- ceden protagonismo por imperativo de la edad, y bailaoras de no menor prestigio mantienen viva la llama del buen hacer y la autoexigencia: se llaman Cristina Hoyos, Blanca del Rey, Merche Esmeralda, Milagros Mengíbar, Pepa Montes, Carmen Cortés... Algunas de ellas tuvieron etapas de fulgurante éxito, como fue el caso de Manuela Carrasco. Las generaciones más jóvenes lo tienen complicado. Hay en ellas bailaoras con mucho talento, casi todas dominan absolutamente la técnica y hacen gala de facultades casi ilimitadas, pero posiblemente se estén equivocando en algunas cosas: se olvida el baile de mujer para bailar como los hombres; se pone el acento, abusivamente, en los zapateados, y se abandona eso tan hermoso -y tan femenino- que es el baile de cintura para arriba, el braceo, el juego de manos, la altivez de la cabeza, el tronío. La inquietud renovadora de muchas jóvenes bailaoras, necesaria, debe seguirse sin desvirtuar lo que
siempre fue el baile flamenco de mujer. / TEXTO: ÁNGEL ÁLVAREZ
CABALLERO
 
 

 Carmen Cortés



 Cristina Hoyos


Belén Maya.



El Pais Semanal Número 1.032. Domingo, 7 de julio de 1996