domingo, 11 de noviembre de 2018

FLAMENCO (AÑO 1996) TOQUE (IV)

La historia de la guitarra flamenca es el relato de una búsqueda individual, inquieta y fantástica que representa una tradición musical viva, una cultura popular. El resultado de esta aventura es hoy la admiración del mundo. Montoya, Sableas, Niño Ricardo, pusieron las bases. Paco de Lucía, "Entre dos aguas", dio a la guitarra un universo de armonía. Sus herederos, virtuosos, intuitivos, arriesgados, han tomado el testigo.



PACO DE LUCÍA
El buscador de perlas

Un alarmante signo es que Paco de Lucía toque más fuera que dentro de España. Le admiran en todo el mundo, pero su tierra es extrañamente pródiga en especialistas en filosofía jonda, que afean la osadía del maestro y se permiten dar consejos. Estas gentes de bien sólo pueden equipararse a Paco, de poder a poder, en una cosa: abrir el estuche de la guitarra. Ya tocarla es otro cantar.

El genio, cuando se encuentra en España gusta de estar con su gente, amigos de siempre con los que salir y reírse. Se le ve por el Candela o escuchando a El Chino en Casa Patas. Es inevitable la nube de compañeros, aficionados y curiosos que se le acercan. Él busca refugio en un rincón para estar a su aire. Trágicos acontecimientos, como la pérdida de su amigo Camarón o la muerte de su padre, le han sumido en un hundimiento que ya empieza a superar. Veces hay en que regresando a casa de mañana, su viejo Mercedes rojo pálido le deja tirado. Los sabihondos que le ponen peros a su arte venderían su alma por echarle una mano empujando la máquina, para después contar la hazaña con displicencia. Francisco Sánchez (Algeciras, Cádiz, 1947) sabe que España es capaz de encontrar un problema para cada solución, y así se le ha quedado en la mirada ese gesto de desconfianza. Paco ha descubierto el
difícil equilibrio entre la apertura y la raíz. Regalos suyos al flamenco son un fenomenal universo armónico y esa rítmica vibrante, sin pretender otra cosa que sonar de ley, afinado y a compás. Jóvenes endiablados van tras sus pasos. El de Lucía se interroga: ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde están los sonidos del duende?

Su inmensa obra acaba de ser reeditada y remasterizada, amén de la aparición de un recopilatorio antológico. Este futbolista entregado y buceador atrevido -iqué susto lo de las profundidades del Caribe!- busca, entre presiones acuáticas y artísticas, la perla de su nuevo álbum. / TEXTO: JOSÉ MANUEL GAMBOA

DISCO "Antología". Mercury, 1996

MANOLO SANLÚCAR
A una guitarra pegado

Manuel Muñoz Alcón (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1943) compone, junto a su compadre Paco de Lucía y Víctor Monge, Serranito, el triunvirato que logró elevar la guitarra flamenca de concierto a la categoría de admirable. Siendo un niño le llevaron a Sevilla para que le escuchara Pepe Pinto. Con el marido de La Niña de los Peines realizó su primera grabación, cuando los Beatles editaban Love me do. La historia del flamenco ha conocido pocos guitarristas tan prendados de la belleza de su instrumento como Manolo Sanlúcar, un hombre a una guitarra pegado. Su trilogía Mundo y formas de la guitarra flamenca, aparecida a comienzos de los años setenta, compone el más amplio fresco de estilos flamencos grabado por guitarrista alguno. Sanlúcar vive por y para la música. Sus cursos magistrales de guitarra suelen convertirse en verdaderas lecciones de filosofía del arte de Euterpe. Fascinado por el sintonismo flamenco, se ha volcado en la composición de obras cargadas todas ellas de sabor andaluz. Porque Manolo es, ante todo, un andaluz universal que necesita del paisaje sanluqueño para reconocerse. El autor de la sintonía de Canal + hizo posible una nueva disciplina llamada "Tauromagia", que ya estudian todos los buenos aficionados flamencos. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'Vivencias imaginadas'. Sony, 1995 

VICENTE AMIGO
El duende sereno

"Estamos viviendo la edad de oro del flamenco". Esto lo afirma un artista comprometido hasta la médula con el.reto: Vicente Amigo. Facultades, corazón, inteligencia e imagen son sus poderes. Cordobés por vivencia -nació en Guadalcanal, Sevilla (1967)-, y hermano por querencia de un sonido mundial. Vicente se ha codeado con la flor de lo bueno: Stanley Jordán, Joáo Bosco, Wagner Tiso, Milton Nascimento, John McLaughlin, Al Di Meola... Asumiendo el complejo idioma de los maestros flamencos, Vicente se ha proyectado con audaz originalidad. Las primeras alas llegaron de las manos sabias de Manolo Sanlúcar, con quien trabajó largo tiempo. Amigo siente pasión por el cante, que supo acompañar con armonía, justeza y temple. Inolvidable es su colaboración con El Pele o esos destellos geniales a la vera de Camarón de la Isla y El Potito. El planeta flamenco se admiró de tan impactante tocaor. Era inevitable el advenimiento del concertista. Un duende sereno ha puesto a Vicente en cabeza de la brillante joven generación. Su guitarra habla claro, en el lenguaje de su tiempo, siempre en pos de una expresión limpia, sensible y jonda. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'Tauromagia'. Polydor, 1988.     ■


MORAITO CHICO
El heredero de las esencias

Jerez de la Frontera es la tierra jonda más egolátrica. Tiene motivo para estar pagada de sus pagos. Allí se jalean los flamencos con un ¡España-Jerez! que no les cabe en el cuerpo moreno. Sonar con el aire y temple jerezanos insuperables de Manuel Moreno Junquera, Moraíto, no tiene más secreto que el haberse criado en Jerez, a compás de ecos ancestrales. Como además sus antecedentes artísticos y familiares se basan en guitarras de fuste, hay mucho ganado. Cuando genotipo y fenotipo se alian, los artistas pueden formarla.

El Moraíto Chico de hoy es hijo de Juan Morao, el Chico de antaño, y sobrino de un puntal del toque por derecho llamado Manuel Morao. La sonanta de este músico fino, cosecha del 56, arrebata con duende obstinado, curtido en mil batallas a la vera de los dueños de la sabiduría cantaora. Su presencia es ya obligada cuando se trata de invocar la grandeza jonda. Moraíto además tiene el poder de aglutinar y difundir artistas de su tierra.

Su único álbum en solitario obtuvo el reconocimiento de la Nueva Academia del Disco de París. Moraíto reinterpreta desde la juventud la herencia sonora de sus dominios. No hay nada nuevo bajo el sol, ¡pero cómo reluce! A su jefatura guitarrística ha unido Moraíto un carácter generoso, una vocación de líder espiritual que le ha convertido en el valedor de muchos artistas de su pueblo, entre otros Fernando de la Morena, El Capullo, El Torta y La Macanita. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'Morao y oro'. Auvidis, 1992.




TOMATITO 
El soniquete risueño

A José Fernández Torres, Tomatito, persona carismática de sonrisa abierta, se le respeta con especial devoción por haber sido la mano derecha de un dios llamado Camarón. El genio de la Isla le sentó a su lado y, con él, Tomate aprendió lo que no está en los escritos. El elegido era un adolescente deslumbrado por Paco de Lucía. Camarón, quien sabía de guitarra, de afinaciones y de compás, necesitaba la compañia de alguien flamenquito y centraíto. Ahí estuvo, en el lugar y el momento oportunos, el tocaor almeriense. Cuando hicieron La leyenda del tiempo, Tomatito apenas contaba veinte años de edad.

Tocar flamenco tocan muchos, pero no con la claridad y contundencia con que lo hace José. A Tomatito le suenan los toques a lo que son en su esencia: flamencos. No es menester ejercitarse en cabalas para reconocer lo que interpreta. Se le entiende todo. Su soleá es soleá; sus tangos, tangos canasteros; sus bulerías... una barbaridad. Usa el pulgar y el rasgueado como corresponde a un guitarrista de enjundia. Juega tanto con las distintas afinaciones del instrumento que estaríamos por llamarle El Niño de los Ascensores. Entre el trajín de subir y bajar la tensión de las cuerdas, nos apabulla con poderosos masajes de soniquete calé. / TEXTO: J. M. G

DISCO: 'Barrio negro . Nuevos Medios. 1991.


GERARDO NUÑEZ
Jerezano virtuoso

Gerardo Núñez (Jerez de la Frontera, 961) es una de las cumbres de la generación que ha llevado la guitarra a lo más alto. Se inicia en la jerezana Cátedra de Flamencología, y luego marcha con Paco Cepero y Mario Maya. Con Mario conoce a Carmen Cortés, bailaora que es su pareja artística y sentimental. Bebe en el jazz, y su absoluto dominio le abre los estudios de grabación, donde colabora con las máximas estrellas. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'Jucal'. El gallo azul, 1994.


RAFAEL RIQUENI
El genio prolífico

Sevilla, la atmósfera hispalense, se respira en cada nota que asoma por la guitarra de Riqueni, uno de nuestros compositores más prolíficos e intachables. El rompedor lenguaje personal de este trianero nacido en 1962 hace tiempo que influye decisivamente en el discurrir de la guitarra flamenca. La inquietante belleza de sus creaciones son historias en primera persona que van directas desde su alma hasta los corazones dispuestos a sentir. Siendo el músico más capaz, a Riqueni no se le caen los anillos por desempolvar añejas partituras para seguir dando una lección de toque. Interpreta a Sabicas, a Ricardo, a Esteban de Sanlúcar, o descubre a un mundo atónito cómo seis cuerdas pueden transmitir la grandeza y el misterio de una marcha procesional llamada K en la Suite Sevilla, que creó con José María Gallardo. Su arte es una joya. Que no se pierda. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'Mi tiempo'. Nuevos Medios, 1990.






PEPE HABICHUELA
Zahori de acordes

El dinastismo no implica calidad. Ahora, cuando hablamos de la familia Carmona, Habichuela, hay que descubrirse, con Juan, intocable, al frente. Pepe (Granada, 1949), su hermano menor, es el que ha tomado los rumbos más arriesgados, el único concertista capaz de dialogar con Enrique Morente, Jaco Pastorius o Don Cherry sin perder su esencia. Pepe acompaña el cante con acordes que antes de él no se practicaban. Su guitarra baila y canta, se mete en el alma y ya no se olvida. / TEXTO: J. M. G.

DISCO: 'A mandeli', Nuevos Medios, 1983



El Pais Semanal Número 1.032. Domingo 7 de julio de 1996

lunes, 5 de noviembre de 2018

FLAMENCO (AÑO 1996) CANTE (III)

Titiriteros sin red, los cantaores tienen la llave del flamenco. Viven en el aire, son gesto, y su misterio nace de los vaivenes de un talento prestado, ingobernable. En el abismo cabe todo: el cariño de Rancapino, la ciencia de Carmen Linares, la raza de Esperanza Fernández o La Macanita, el sabor de Chano Lobato, el corazón roto de Menese, el reposo de Mercé, el dolor de El Torta o el eco del Potito.



CARMEN LINARES

La enciclopedia del cante
Es la voz femenina más importante del flamenco actual. Carmen Pacheco Rodríguez, de 45 años, empezó a cantar en la puerta de su casa de Linares (Jaén), mientras su padre tocaba la guitarra. La afición se convirtió pronto en pasión. Carmen empezó profesionalmente en la infantería del cante: estuvo diez años trabajando en tablaos madrileños, como una más, y en ese semianonimato aprendió todos los cantes. El camino fue lento, pero sólido. Su último disco, Antología, es una joya que recupera 27 estilos diferentes de cantes de mujer. Carmen, reconocida ya como la cantaora más enciclopédica surgida desde La Niña  de  los  Peines,  posee, además de una hermosa voz, una serena guapura. ¿Qué es eso de que hay que ponerse fea para cantar? Carmen Linares es una mujer que canta en mujer: muy inteligentemente, muy sabrosamente, muy flamencamente. / TEXTO: NURIA BARRIOS

DISCO: 'Antología', Polygram, 1996.


RANCAPINO

¡Vivajapón y Chiclana!
Ahí lo tienen, en la Gran Vía. Imposible cantar mejor y con gesto de más verdad. Alonso Núñez, Rancapino, es el cantaor más en forma del momento. Cada vez que aparece, y lo hace mucho últimamente, arma el taco. A los 50 años, este gitano de Chiclana de la Frontera ha ocupado finalmente su lugar. Primero vivió a la sombra de su primo y amigo José, Camarón de la Isla; después se fue a Japón en busca de yenes con que llenar la buchaca. Ahora, de la mano del intelectual Manuel Arroyo (que ha editado un magnífico disco que rompe 20 años de silencio), del pintor Miquel Barceló (que ha diseñado la portada) y de la guitarra del renacido Paco Cepera, Rancapino ha dejado el círculo de los iniciados para saltar a la arena del éxito. Lo ha hecho desde esa simplicidad compleja que duerme en el cariño a la pureza, el amor al cante con faltas de ortografía, como él dice, y el respeto a maestros como Aurelio, Caracol o el inefable Manolito de María, del que Ranea borda unas bulerías llenas de marcha y anticlericalismo. / TEXTO: MIGUEL MORA

DISCO: 'Rancapino', Turner Records, 1996.




JOSÉ MENESE

El maestro carismatico
José Menese nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla) en 1942. No llegó a sufrir la guerra, pero sí aquella posguerra incivil, "con la tocineras ululando pa cá y pa yá", que le marcaría para siempre. En 1962, con veinte años, queriendo ser cantaor, llegó a Madrid de la mano del pintor y poeta Francisco Moreno Galván -autor después de todas las coplas de sus cantes-, y de pronto se vio inmerso en un mundo intelectual que desconocía. Era gente con una filosofía de izquierda, como la que instintivamente lo movía a él, y conectó bien con ellos. Rápidamente fue creciendo su conciencia política, al mismo tiempo que su voz terrible y jonda, que le convertiría en el cantaor más duro, tierno, conmovedor y emblemático de aquellos años de infeliz memoria. Todo ello le dio un carisma especial de maestro que fue ejemplo y referencia insoslayable para una juventud inconformista, carisma que le acompañó ya siempre, hasta hoy mismo. A lo largo de casi una veintena de discos, Menese fue olvidando sus inicios de zapatero y aplicando los conocimientos adquiridos a la vera de sus maestros, Mairena y Talega. Su entrega al cante, su compromiso, han sido de tal envergadura que incluso su enorme corazón se ha resentido. Recuperado ya del golpe cardiaco que lo separó de los escenarios, Menese sigue ahí, respirando y dando el mejor flamenco. TEXTO: ÁNGEL ÁLVAREZ CABALLERO

DISCO: 'Menese en el Albéniz', Phonomusic, 1995.


CHANO LOBATO

Sabio y generoso
Chano Lobato tiene 69 años y padece diabetes, pero cuando está fresco es capaz de hacer, él solo, hora y media del mejor espectáculo flamenco del mundo. Su voz ladina, su humor astuto, sus tablas y su inteligencia enganchan. Es una pequeña enciclopedia de letras y estilos, y no se sabe qué hace mejor, si cantar -puro y a compás, como aprendió de Ignacio Espeleta y Pericón- o contar los chistes más graciosos de Cádiz. Después de pasar 40 años junto a los mejores bailaores (Antonio, Pilar López o Carmen Amaya), Chano decidió dar el salto adelante. Desde entonces ha regalado las letras más bellas y el ritmo más contagioso del flamenco actual. Es el último cantaor sabio, el depositario de un arte de vivir y sentir el flamenco que posiblemente se irá con él. Pero un momento: acaba de grabar su disco. Será el regalo del cantaor más listo y generoso del mundo. /TEXTO: M. M.



ESPERANZA FERNÁNDEZ Y LA MACANITA

Dos gitanas rotundas
Son la cara opuesta de una misma moneda. Esperanza Fernández (arriba) es la finura, la voz de oro, la sensibilidad. Tomasa Guerrero, La Macanita, es la rotundidad, el cuajo, el eco profundo del cante de Jerez. Van por caminos diferentes, pero igual de sugestivos.

Esperanza nació en 1966, en una familia trianera cuyo patriarca es su padre, el cantaor Curro Fernández. Al principio, Esperanza siguió el esquema tradicional del artista gitano: primero, las juergas en casa; después, algún fin de fiesta en las actuaciones familiares; por fin (a los 13 años), el salto en solitario. Pero luego ha seguido nuevos rumbos. Inspirada en su voz bellísima, de registros muy amplios, desde el agudísimo hasta el más grave, ha bebido en el piano de José Miguel Évora y en el flamenco sinfónico y en la guitarra a secas. De esa actitud valiente y poco usual han salido espectáculos bellísimos, llenos de duende, como el titulado A oscuras, una creación basada en textos de poetisas latinoamericanas en la que participó Morente.

La Macanita, mientras, ha elegido el camino de la pureza. Nacida en 1968, Tomasa Guerrero toma el apodo de su padre, al que llamaban El Macano, pero cuando canta desgarrada y purísima se acuerda de su madre. En Jerez está considerada como la gran estrella femenina del cante, y allí todo el mundo sabe. Su voz rota es una de las más flamencas del final de siglo. Cantaora larga y llena de temple y pellizco, La Macanita es heredera directa de La Paquera y La Perla. La soleá, las bulerías de Jerez y las de Cádiz y los villancicos navideños son su gran especialidad. Ha logrado algo tradicionalmente difícil para los artistas jerezanos: triunfar fuera de allí. Le ha costado tiempo -dice que es "vaga como una chaqueta" y que no quiere "ni dólares ni Mercedes"-, pero ha escapado de esa actitud tan particular de Jerez, entre la falta de ambición y la conformidad con el reconocimiento de los suyos. Parte de culpa es de su último disco, Con el alma, en el que le acompañan Moraíto Chico y Parrilla de Jerez.

Esperanza y Tomasa tienen algo en común. Las dos se bailan cuando cantan, y lo hacen con tanta gracia que nadie sabe si han nacido para una cosa o la otra. Lo que sí es seguro es que estas dos gitanas rotundas han llevado el cante de mujer al paraíso. /TEXTO: M. M.

DISCOS: La Macanita: 'Con el alma', Auvidis, 1995.



EL TORTA

Vivir al límite
Genial, y por tanto imprevisible, Juan Moneo, El Torta (Jerez, 1952), es el arquetipo del cantaor de inspiración. No tiene término medio: si conecta con el duende, entusiasma; si no, deja frío al aficionado más caliente. Hermano menor de Manuel Moneo, otro gran cantaor, Juan es contemporáneo de Camarón, y su historia ha corrido en muchas cosas en paralelo a la del rey: gitano rubio, artista intuitivo, de gran tirón y mucha espontaneidad, enorme personalidad y sello absolutamente propio, sus frecuentes escarceos con la marginalidad han estado a punto de acabar con sus facultades y su carrera. La leyenda dice que retó varias veces al de la Isla a cantar frente a frente y que éste nunca aceptó.

Nacido en el mítico barrio de San Miguel, Moneo destaca en los cantes festeros (bulerías, tangos) tanto como en los palos serios (soleas, siguiriyas), que ejecuta siempre al límite de unas fuerzas sorprendentes para sus 50 kilos escasos. Sus letras hablan de desamor, aunque la favorita de sus paisanos es la Bulería de la heroína, una creación doliente y autobiográfica que es menester verle cantar en Jerez: "La de la droga, la de la droga", pide el público en cuanto sale. Y él siempre la canta, entregado, de pie, entre el patetismo y la gloria.

Cuando sale de Jerez, las cosas suelen ser distintas. Si le da el aire, El Torta es muy capaz de decir buenas noches al segundo cante, levantarse de la silla y salir corriendo./TEXTO: M. M.

DISCO: 'Colores morenos'. Aliviáis. 1994.


JOSÉ MERCÉ

El flamenco solitario
José Mercé, número uno en los festivales andaluces desde hace más de una década, tiene su particular manera de vivir el flamenco: lejos de los flamencos. No aguanta las comidillas del artisteo, prefiere platicar de fútbol. Llegó a Madrid con 13 años para grabar un disco de canciones aflamencadas, pero Manuel Ríos Ruiz, el productor, lo lanzó como cantaor. José Soto Soto, José Mercé, nació en Jerez (Cádiz) en 1955. Cantaba en latín en el coro de la basílica de la Merced -de ahí su apodo-, y los curas se enojaban con su afición a los jipíos. Mercé estuvo con Antonio Gades, trabajó en los tablaos, grabó discos, se presentó a concursos, acudió a las peñas y se situó en primera línea. "Yo quiero ser José Mercé", afirma, "y ojalá algún día me acercase un poquito a Camarón". TEXTO: JOSÉ MANUEL GAMBOA

DISCO: 'Desnudando el alma. Fonomusic. 1994.


GINESA ORTEGA Y MAYTE MARTÍN

La escuela catalana
Uno de los signos que saltan a la vista en la actual universalización del flamenco es el notable núcleo que se desarrolla en Cataluña. En él llaman la atención dos voces femeninas: las de Mayte Martín (Barcelona, 1965) y Ginesa Ortega (Francia, 1967). Mayte (arriba) es la mejor voz flamenca de su generación, la más completa cantaora. Lo canta todo, y todo lo canta bien. Cerebral, con la cabeza muy bien puesta, racionaliza extraordinariamente el cante sin perder frescura. Todo lo que ofrece está muy pensado y muy bien hecho, y tiene alma, emoción. En 1987 ganó el Festival Nacional del Cante de las Minas con toda naturalidad. Ginesa, inquietante belleza gitana, catalana porque desde los pocos meses de edad vive en Cornella, es una cantaora con rajo y jondura que se entrega apasionadamente al flamenco, del que ha hecho -según confesión propia- el centro de su vida. TEXTO: Á. Á. C.

DISCOS: Mayte Martín: 'Muy frágil'. On The Rocks, 1994. Ginesa Ortega: 'Suspiro gitano', Horus, 1988.






POTITO, DUQUENDE, POVEDA Y PARRA

Camarón, sin herederos
La prematura desaparición de Camarón de la Isla, el 2 de julio de 1992, sólo dejó huérfanos. El genial cantaor era consciente de su influencia sobre la juventud, y temía que no siempre imitasen sus mejores cosas. Hay sobre todo cuatro cantaores, Antonio Vargas, El Potito (arriba), de 20 años; Juan Cortés Duquende, de 31; Miguel Poveda, de 23 (sobre estas lineas), y José Parra, de 24, que parecen seguir, aunque con dificultades, la senda del maestro. Tanto el sevillano Potito como el catalán Duquende han contado con el decisivo respaldo de Tomatito, aunque en distintos momentos: Duquende contó con el apoyo del guitarrista almeriense, con quien grabó en 1993 un CD, y continuó después su camino, mientras que Potito se dio a conocer en la órbita de los Lucía y Jorge Pardo para integrarse posteriormente en la banda de Tomate, que acaba de producirle y de tocarle en su último disco.

En cuanto a Poveda, al que se acusa de frío, es un gran dominador de estilos que mira más allá de Camarón. El malagueño Parra, que sin ser gitano posee un metal de voz muy similar al de la Isla, debe aún plasmar su arte en una producción de altura. /TEXTO: BALBINO GUTIÉRREZ / J. M. G.

DISCOS: Potito: 'Mía pa los restos'. Nuevos Medios, 1996. Duquende: 'Duquende y la guitarra de Tomatito'. Nuevos Medios, 1993- Poveda: 'Viento del este', Nuevos Medios, 1995. Parra: '¡Flamenco!', FODS, 1990.   :       '



El Pais Semanal Número 1.032. Domingo 7 de julio de 1996