miércoles, 6 de febrero de 2019

CAETANO VELOSO "ESTRANGEIRO" 1989 PHILIPS


Si "Tropicália. Ou panis et circencis" (1969) fue la acción llevada a cabo por Caetano Veloso, Os Mutantes, Gal Costa y Gilberto Gil para romper las resistencias de la cultura brasileña y dar una estocada a esa burguesía que amparaba la dictadura, en "Estrangeiro" Veloso volvía a ofrecer una lúcida lectura de su entorno, ya en tiempos de democracia y con veinte años más de experiencia. Como en todos sus discos, abrió su punto de mira, esta vez hacia el downtown neoyorquino, para ofrecer un equilibrio ejemplar entre la música popular brasileña y los sonidos urbanos, entre poesía autóctona y ese desengaño que contempló mejor que nadie su célebre frase: "Me siento extranjero aquí y extraño en el extranjero".

"Estrangeiro" es un disco árido pero tierno, de herméticas instrumentaciones y cariñosas miniaturas como "Branquinha"; un reflejo de las contradicciones que dirigen la vida cotidiana de Brasil pero cuyas reflexiones finales tienen un alcance universal. Los protagonistas de esta nueva ruptura formal son las guitarras de Arto Lindsay (también productor, junto a Pete Scherer, su otra mitad en Ambitious Lovers), Bill Frisell y Marc Rlbot, un triunvirato que le dio la consistencia que no tuvo ningún otro disco de Veloso en los ochenta. Canciones como "O estrangeiro", "Os outros románticos" o "Jasper"conforman el lado más escarpado, y los violentos rasgueos de Lindsay ayudan a recrudecer el mensaje social, pero a su vez contrastan con la ternura del bahiano, siempre dispuesto a abrazar con su voz al que previamente ña sufrido su reflexión. "Estrangeiro" es su disco más completo porque, además de esa tensión, conserva un aire entrañable en el pop acústico de "Genipapo absoluto" en la última de sus grandes canciones de amor: "Este amor". Un disco necesario que plantea una hermosa lucha entre lo que dicta el corazón y la amargura alimentada por el nulo compromiso solidario de una nación que no se respeta como tal.

CESAR ESTABIEL



BIG BLACK "SONGS ABOUT FUCKING" 1987 Touch and go



Cualquier etiqueta se queda corta para enmarcar un disco tan extremo como el último en estudio de Big Black. "Songs About Fucking" modula desde el horror las relaciones de dominio-esclavitud de ta sociedad de la Norteamérica próspera y moderna. Es industrial porque le concede al terror un latido frío y despiadado. Es punk porque habla un dialecto no reconocido por los valores convencionales. Es hardcore porque es tan rápido y seco como una corbata colombiana. Pero, sobre todo, es un disco avanzado a su tiempo y a la capacidad de análisis de buena parte de su audiencia.

Steve Albini siempre tuvo dotes de visionario. En los ochenta ya denunció el despropósito presupuestario de la industria musical, abanderando la defensa de la producción independiente. En 1987 acudió a aspectos éticamente "poco discutibles" como la mutilación, la violación, el comportamiento criminal o la humillación sexual para exhumar el cáncer que lo provocaba y abrir los ojos sobre lo arbitrario que puede llegar a ser el sufrimiento "real". Así, "Songs About Fucking" se escribió como un catálogo de atrocidades que J.G. Ballard no habría dudado en firmar. En "L Dopa", el cruel manejo del silencio y de la caja de ritmos pone en la mesa el derecho de una niña de 15 años enferma a decidir sobre su vida. En "Ergot" saca a relucir la hipocresía católica con las drogas y las visiones marianas... La saturación sonora del álbum, además de poner música al violento bodegón que escupe su distorsionada voz, alerta sobre la doble moral, sobre el ruido que no se oye pero se padece. Y la versión de "The Model" (Kraftwerk), ¿no es una metáfora de la alienación? La impagable cara A (happy otter) no es fácilmente soportable: como Whitehouse, Albini, Santiago Durango (batería) y Dave Riley (bajo) llegaron a los límites de la repulsa fisiológica. Sin embargo, la cara B (sad otter) baja el pistón y da alguna pista ("Kitty Empire') sobre los posteriores logros de Albini en Rapeman y Shellac.

CESAR ESTABIEL

martes, 5 de febrero de 2019

RUBEN BLADES Y SEIS DEL SOLAR "BUSCANDO AMERICA" 1964 ELEKTRA




Hay en el volcánico "Live"(1990) de Rubén Blades y Son del Solar un largo speech introductorio a la canción "Buscando América". En él, el artista panameño con segunda residencia en Nueva York se esfuerza en inglés y en castellano para dejar claro que "América no es sólo Estados Unidos; América es todo un continente". Esta concepción de América como realidad todavía por descubrir es el núcleo de "Buscando América", uno de los discos más revolucionarios de la carrera de Rubén Blades y, portante, de la música latina.

En siete canciones, cada una de un estilo distinto pero unificadas por un ideal de sonido "americano" que pueda entenderse desde Alaska hasta el estrecho de Magallanes, Blades expone les males internos del nuevo continente: problemas de moral, del día a día, de política, de religión, de raíces, de trabajo, de cultura, de muerte... Son composiciones como "Desapariciones", "Decisiones"'o "El padre Antonio y el monaguillo Andrés" que muestran su talento poético-narrativo.

La salsa dio un paso de gigante con este disco que otorgaba relieve intelectual y capacidad para hablar de cualquiervtema por profundo que fuera a una música a menudo esquinada por vulgar, frivola y orientada al deleite corporal. Blades, político y a la vez entettainer, buscó la mayoría de edad de este género desde el que, en su variante más canónica, ya había entregado grandes obras como el inolvidable "Siembra" (1978). Pero ya sin el apoyo de Willie Colón y fuera del regazo de la Fania, el cantautor panameño pudo por fin dar rienda suelta a sus ambiciones artísticas. En el también estupendo "Maestra vida"(1980) y en "Buscando América", Blades. como Camarón con el flamenco, sublima la música latina y llama hacia estos sonidos -gracias también al inmenso valor literario de sus letras- a públicos que nunca antes habrían comprado un disco que no perteneciera a la cultura anglosajona.
JOAN PONS