El sueño de una guitarra eléctrica
Articulo del periódico el Pais del 23 de junio de 2000
Hubo una época en que para desgravar impuestos los hombres acaudalados invertían en causas benéficas relacionadas con enfermos, pobres o, como en el caso de Rockefeller, arte moderno. Ya no. Ahora los ricos invierten en rock and roll. Paul Allen, el tercer hombre más pudiente del mundo (30.000 millones de dólares según la revista Forbes) ex cofundador de Microsoft, es el principal impulsor del Experience Music Project (EMP), el museo interactivo del rock.
Seattle, patria del grunge y cuna de Jimi Hendrix, es desde hoy la sede del proyecto más ambicioso nacido nunca en torno a la historia del rock. El EMP, construido por el arquitecto Frank O. Gehry, el hacedor del Guggenheim de Bilbao, abre hoy al público sus 40.000 metros cuadrados de espacio. Ha costado 42.000 millones de pesetas. Tres días de conciertos con nombres de la talla de Patti Smith, Metallica, Red Hot Chili Peppers, Beck, Eurythmics, Maceo Parker o James Brown serán algunos de los casi ochenta reyes magos que bendecirán con sus conciertos el nacimiento de este nuevo santuario del rock.
Y no es extraño que haya sido precisamente Paul Allen el impulsor del EMP: este norteamericano, de 46 años, pertenece a esa nueva generación de empresarios relacionados con
las nuevas tecnologías que crecieron escuchando a Bob Dylan, Janis Joplin y Jimi Hendrix y que, a pesar de haberse transformado con los años en hombres poderosos, nunca dejaron que las corbatas se impusieran en su forma de vestir y tampoco renunciaron a sus adicciones de juventud. En el caso de Allen, la música rock fue una de ellas y quizá porque él también nació en Seattle, Hendrix fue quien más le marcó. De hecho el origen del EMP está en la colección personal que Allen poseía de objetos del músico.
"La idea comenzó a gestarse en 1992. Paul reunió a un equipo de especialistas y nos comentó que quería hacer pública su colección de Hendrix, ampliarla y crear un museo que abarcara toda la historia del rock. Así que nos pusimos a trazar las líneas que debería seguir dicho museo y a buscar los iconos más significativos de cada época. Lo básico era que se siguiera cronológicamente la evolución del rock. Por eso el EMP arranca en los años treinta, con el blues, el jazz, el soul y llega hasta tendencias tan de hoy como el hip-hop o la música electrónica. Al estar en Seattle, donde la tradición musical es centenaria, decidimos dedicarle una muestra a la música de la costa oeste. El resto de exposiciones giran en torno a la música popular norteamericana aunque se dividen en varios grupos: la guitarra, los hitos del rock, Hendrix...", asegura en conversación telefónica Jim Fricke, uno de los comisarios del EMP. Eso no significa que las variantes rockeras de otros continentes queden de lado. A través de exposiciones temporales mostraremos corrientes de la música moderna internacional como el rocklatino o los ritmos jamaicanos. Para la inauguración se ha escogido la música punk inglesa.
Para afrontar el proyecto, el arquitecto Frank 0. Gehry decidió buscar inspiración en el mundo de las guitarras eléctricas. Se compró varias, las rompió en múltiples pedazos y comenzó a construir con ellos una maqueta. La versión real del EMP consta de 3.000 paneles y cada uno está compuesto por siete trozos diferentes de medidas distintas: un total de 21.000 pequeños pedazos recubren el exterior del museo. Hay zonas pintadas de rojo y azul brillante, al estilo de las guitarras Fender, y otras cubiertas de color oro, púrpura o simplemente aluminio. "Visualmente impresionará a los visitantes, como todos los trabajos de Gehry", asegura Fricke.
Uno de los enclaves principales del EMP es la Sky Church "un lugar en el que todo tipo de personas, al margen de su edad, cultura o intereses podrían pasar un momento juntos apre‑
ciando la música", en palabras de Jimi Hendrix. En homenaje al sueño del músico Paul Allen decidió que el EMP debía recibir a sus visitantes precisamente a través de la Sky Church. El comisario Fricke lo describe así: "Es el espacio que pone al visitante en sintonía con el museo. De día es como un hall, pero de noche funciona casi como un chill out: hay una inmensa pantalla de vídeo, juegos de luces con efectos y en el suelo, transparente, reposan instrumentos donados por diferentes bandas, la música sale de todas partes... es difícil de explicar si no se ve. Sobre todo es un lugar para transmitir sensaciones, como todo en el EMP".
ARCHIVOS, CURSOS Y 'SHOWS'
Uno de los objetivos del museo era hacer de él una "experiencia interactiva y sensorial", según asegura el comisario Fricke. Por eso, a pesar de la carga fetichista que impregna todo el museo, el EMP ofrece realmente cosas nuevas:
El laboratorio de sonido permitirá a los visitantes aprender a tocar instrumentos, improvisar ante audiencias virtuales o samplear sonidos propios en ordenadores.
Los shows que se mostrarán bajo el título Artist Journey permitirán conocer a fondo a artistas o tendencias a través de audio, vídeo y 3D.
La EMP Digital Collection permitirá a neófitos o a expertos rebuscar en sus archivos audiovisuales. También es accesible a través de Internet
Cursos: hacer del EMP un centro educativo relacionado con la música es uno de los principales propósitos del museo. Por eso habrá desde becas para músicos hasta talleres especializados o cursos de guitarra.
Lo difícil será ver conciertos. "Sólo hay un auditorio para música experimental. Pero todo está pensado: el museo es céntrico y está situado junto al estadio. Y hay varias salas importantes de conciertos cerca, así que organizaremos actuaciones en asociación con ellos".
Una armónica de Bob Dylan de los años sesenta, trozos de la guitarra que Hendrix destrozó en el festival de Monterrey, una chaqueta de cuero de Elvis, una guitarra de John Lee Hooker de la década de los cincuenta, o las canciones de Kurt Cobain escritas de su puño y letra son algunos de los tesoros del EMP, conseguidos en su mayoría a través de subastas o donaciones. En su interior hay tesoros de todo tipo: archivos sonoros, películas, fotos, ropa, instrumentos musicales (55 guitarras que han hecho historia), partituras y por supuesto, tecnología punta. En total más de ochenta mil objetos relacionados con la historia del rock y sus protagonistas. B. C.
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