Caravan VAN MORRISON por Nick Hornby
La única cosa que me preocupa en esto de que pongan "Caravan" en mi funeral es la sección de cuerda. ¿Pensará la gente que estoy haciendo alguna concesión a la música clásica cuando lo oigan? ¿Se dirán para sus adentros "Qué pena que perdiera el valor de sus convicciones justo al final, igual que todos los demás"? No quisiera que pensaran eso. A no ser que me suceda algo inimaginable en el próximo par de décadas, me habré pasado una vida entera oyendo más o menos sólo música popular en una u otra de sus formas. (Tengo unos pocos CD clásicos, y además los pongo alguna vez; pero nunca respondo a Mozart o a Haydn como si fueran música, simplemente como algo que hace que la habitación huela distinto durante un rato, como una vela perfumada, y no me gusta tratar el arte de ese modo, sin respeto.) Y tampoco me arrepiento. "Le veré hecho polvo por tener algo que ver con esa inanidad que es el pop, punto final", dijo recientemente un escritor y columnista de prensa famoso por su acidez, al intentar defender a un magnate muy conocido del negocio musical al que acaban de encarcelar, pero este rollo ya lo habéis oído antes.
No tengo idea de si el uso que hace de la palabra "pop" es igual que el mío, si piensa que todo lo incluye, Dylan y Marvin Gaye y Neil Young, es inane. Sospecho que sí. No es una queja que yo haya entendido nunca, porque la música, como el color, o una nube, no es ni inteligente ni no inteligente, simplemente es. Un acorde, el más simple componente básico para la partitura de la más banal y tonta canción es una cosa bella, perfecta, misteriosa y cuando un pelmazo emocionalmente alfabético, sin cultura ni educación ni lecturas, junta un par de ellos, tiene todas las posibilidades de crear algo maravilloso y potente. No quiero leer libros inanes, pero los libros se construyen con palabras, nuestros únicos instrumentos para pensar; todo lo que le pido a la música es que suene bien. A pesar de toda su tosca simplicidad, "Twist And Shout" suena bien -de hecho, cualquier intento de hacerla más sofisticada la haría sonar mucho peor— y yo, fundamentalmente, estoy en profundo desacuerdo con cualquiera que haga equivalentes la complicación y la inteligencia musicales con su superioridad. No funciona así, y por eso quizás estas personas desprecian la música pop, porque es una de las muy pocas cosas que no funcionan así. (También suelen odiar los deportes.) A mí la música clásica no me gusta, y no por ser refinada, no soy un esnob a la inversa. No me gusta (o por lo menos, no me emociona) porque me suena a iglesia, y porque, al menos para mis oídos, no puede ocuparse de los pequeños sentimientos que constituyen un día y una semana y una vida, y porque no tiene voces por detrás ni bajos de ritmo ni solos de guitarra, y porque hay un montón de gente que declara que le gusta y en realidad no le gusta ninguna música (ni ninguna cultura) en absoluto, y porque crecí oyendo algo distinto, y porque no tiene la capacidad de hacerme sentir, y porque no necesito que mi música suene "mejor" de lo que ya suena; un gran solo de saxofón, con ingenio, sus pedos y eructos me basta. Así que en mi funeral se tocará "Caravan".
El único problema es ese largo pasaje que mencioné antes, ese trozo que espero que hará que los asistentes piensen y reflexionen, es ese que..., bueno, de acuerdo, aquí está: es el momento en que Van Morrison presenta al grupo. "Terry Adams al chelo..., Nancy Ellis a la viola..., Bill Elwin con la trompeta..., David Hayes al bajo...". ¿Es demasiado extraño? ¿Puede de verdad la gente salir de mi funeral escuchando una lista de nombres de gente a la que no conocen (ni yo)? He empezado a considerar este pasaje como una especie de reparto metafórico de teatro: por supuesto, no conozco a David Hayes ni a Nancy Ellis, pero, ya sabes..., probablemente conociera a alguien como ellos. Es lo mejor que se me ocurre, y tendrá que servir, porque en esto no voy a cambiar de idea.
Publicado en la revista FNAC ClubCultura #3, verano 2004
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