martes, 3 de julio de 2018

1990-1999 La música de la década: internacional pop-rock

1990-1999 Del vinilo al mp3: la selección tentaciones



La década del “Indie”, el tecno, el “grunge” y el “trip-hop” toca a su fin: es la hora de diseccionar su legado. Nuestros críticos han elegido los mejores discos de un tiempo marcado por la ruptura de fronteras estilísticas. La lista es todo un arma contra pesados nostálgicos de tiempos pasados porque demuestra que los noventa han sido ricos en artistas imaginativos y discos apasionantes.

Cualquier resumen es, por definición, injusto, insuficiente y caprichoso, y éste lo es aún más. En primer lugar, porque para elaborarlo sólo se ha convocado a los críticos de este suplemento que tienes en tus manos; en segundo, porque las categorías no abarcan la riqueza y variedad de las músicas que se han producido en estos años confusos, y además, porque la urgencia es la peor consejera de la memoria, incluso la más selectiva. No se trata, por tanto, de falta de rigor, sino de aceptar la imposibilidad de poner puertas al universo de la música, el fenómeno más popular de cuantos definen lo contemporáneo.

Pese a todos los condicionantes, contra cualquier censura, frente a los mecanismos de la industria cultural omnipotente, la música popular destila expresiones incontenibles de libertad que discurren desde la sociedad anónima de un chaval armado de guitarra en un lugar oscuro, hasta las capacidades incontrolables de la tecnología desbocada. Si esta última década de nuestra vida se despertó con el desgarro vociferante de Kurt Cobain, luego asistió a la transmutación de todos los géneros, incorporó los ritmos olvidados de cualquier hemisferio y desnudó la estrecha condición de los popes más satisfechos. Estos 10 años que hemos recorrido anuncian en su conclusión formas, instrumentos y presagios más imprevisibles que nunca.

La música es ritmo y transmisión, pero también negocio y abuso; libera y descubre caminos nuevos, pero sin duda puede también alienar y favorecer ignorancias culpables; la música escandaliza y agita, recuerda y acusa, es un termómetro que indica el estado de una sociedad que trata, por todos los medios, de domesticarla y limitarla. Y puede que ése sea uno de los pecados mayores de las listas y los resúmenes.

No es esa nuestra intención. Esta Selección Tentaciones pretende, sobre todo, destacar, valorar, llamar la atención sobre las obras más importantes de los 10 últimos años. Los discos, que han sido elegidos por votación entre todos los críticos musicales de la revista, reflejan de alguna forma el fenómeno esencial que define esta década: la difuminación de las barreras entre estilos. Veamos: Fangoria gana en pop español con un disco absolutamente influido por la música de baile, mientras Portishead y Mastretta triunfan en electrónica con álbumes llenos de instrumentos acústicos y ecos de viejas bandas sonoras; Morente y Lagarija Nick inventan el flamenco-metal-industrial en el mismo año que Beck conecta con el blues con el rap y el folk con los sonidos del espacio.

Estos y otros sonidos de todo el mundo se enfrentaron a la misma pregunta: ¿cómo crear algo nuevo en una música popular en la que todo parece inventado? Todos formularon sus respuestas de forma diferente, pero el contenido vino a ser el mismo: había que dinamitar los guetos sonoros e imaginar recetas originales partiendo de ingredientes ya conocidos. El tiempo juzgará si estos noventa, tan adictos al reciclaje, dijeron cosas realmente importantes en la música. Pero echando un vistazo a esta lista, uno siente que sí, que en la década de la mezcla no han faltado la imaginación, la excitación y el buen gusto.

Internacional Pop-rock







BECK. Odelay (Geffen, 1996)

Irrumpió en plan dinamitero con apenas veinte años con aquella incendiaria canción titulada La MTV me hace fumar crack. "Ha nacido un nuevo Dylan", dijeron entusiamados los cronistas de uno y otro lado del Atlántico tras escuchar su primer álbum, Mellow gold. Y Beck agrandó aún más su corta historia con Odelay, álbum de cantautor apegado a su tiempo tecnológicamente abierto, pero con una base fuerte de raíz rock norteamericano. Baile, electrónica, aspereza, hip-hop y country. Todo un invento de genio. La respuesta del público no pudo ser más positiva. Lo mejor de todo es que la carrera de este menudo chaval de California acaba de comenzar. Texto: Carlos Marcos


BÖRJK. Debut (Polidor, 1993)
Un productor hábil -Nelee Hooper- eleva la voz de Börjk a escalas superiores acompañándola por los más diversos híbridos musicales. Son canciones que aúnan los ritmos de baile con arreglos multicolores, asumiendo una serie de piruetas muy bien resueltas. Texto: Rafa Cervera




NIRVANA. Nevermind (Geffen, 1991)


Con este disco quedó patente que el rock aún tenía vigencia en los años noventa. El amargo coctel de nihilismo, rabia, insuborfinación a la cara amable del sistema y pulsión netamente juvenil tuvo un resultado capaz de desplazar a vacas sagradas del número uno de todas las listas. Texto: Fernando Martín



PRIMAL SCREAM. Screamadelica (Creation, 1991)

Con lo que genéricamente se puede considerar intención electrónica, Primal Scream construyó un disco de rock mutante y ambicioso en el que el cruce se hacía rey. Un aluvión de visiones hacen de este disco un puntal de los noventa. Texto: Luis Hidalgo



U2. Achtung baby (Island, 1991).

Fue un aviso de la banda abanderada, hasta entonces, del rock de guitarras y los mensajes apocalípticos de por donde iban a ir los tiros en la década que comenzaba. U2 transformó el gusto de buena parte de los rockeros: el rock podía ser compatible con la electrónica. Texto: Fernando Íñigüez


RADIOHEAD. OK Computer (Emi, 1997)


¿Los nuevos U2? Mucho más que eso. Los británicos Radiohead realizaron un clásico del pop moderno. Siempre conmovedora la voz de Tom Yorke, el grupo enfrenta sonidos del momento sin abandonar lo clásico. Cada nueva escucha aumenta su belleza. Texto: C. M.


REM. Automatic for the people (Warner, 1992)

El paso necesario. Menos comercial y vendedor que el anterior, Out of time, pero más trascendental. Canciones con arreglos que se adelantaron a su tiempo. Y el resultado: la base fundamental para transformar a REM en la banda de rock más importante de la década. Texto C. M.


PET SHOP BOYS. Behaviour (Emi, 1990)

Con flema británica, titularon Introspective a un disco vitalista y celebratorio de la explosión acid; pero la verdadera introspección llegó con su sucesor, Behaviour. Los amigos robados por el sida, los celos, las angustias y el abandono clavándose en joyas pop plenas de drama y emoción. Texto: Félix Suárez


SMASHING PUMPKINS. Mellon collie and the infinite sadness (Virgin, 1995)


Este doble álbum plasma el rock urbano de los noventa. Es decir, la síntesis de las corrientes hippy, metal, punk o grunge dignificadas en 28 composiciones que suenan originales e innovadoras en manos de musicazos. Texto: Santiago Alcanda


JEFF BUCKEY. Grace (Columbia, 1994)


Hijo de un padre famoso al que odiaba, Tim Buckley, Jeff realizó en un solo disco grabado en vida una obra maestra. Su voz recuerda a las serpenteantes cintas de las gimnastas de rítmica y los motivos melódicos al movimiento de un mar rizado. Preciosista, hondo y estremecedor. Texto: L.H.




El Pais de las Tentaciones










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