lunes, 7 de enero de 2019

Camarón contra “el sonido de pollo”

Un combinado de CD y DVD recupera la actuación de Camarón y Tomatito en el festival de jazz de Montreux de 1991

DIEGO A. MANRIQUE
3 ENE 2019


Camarón de la Isla y Tomatito, en Montreux en 1991. UNIVERSAL MUSIC

El reciente lanzamiento de Camarón de la Isla y Tomatito: Montreux 1991 es algo más que un grato rescate; la actuación en vídeo ya se había emitido y se puede localizar (incompleta) en YouTube. Pero destapa además un desconocido intento de internacionalizar su arte, un proyecto frustrado por la desaparición del cantaor el 2 de julio de 1992.

Detrás de la jugada estaba Pino Sagliocco (Italia, 1959), promotor muy sociable y de grandes ocurrencias. Para arropar a Freddie Mercury y Montserrat Caballé, que habían grabado Barcelona con vocación de himno, en 1988 se organizó La Nit, un festival al aire libre donde, por insistencia de Pino, se coló Camarón: “No fue fácil, en la Olimpiada Cultural me decían que Camarón no tenía nada que ver con la ciudad. Y, lo que son las cosas, moriría cuatro años después, a 10 kilómetros de Barcelona”.


A lo largo de la relación se repitió un mismo ruego: “Me decía: ‘Pino, tienes que garantizarme una buena amplificación’. Estaba muy harto de lo que llamaba ‘el sonido de pollo’, lo habitual en muchos festivales de flamenco”. Sagliocco sospecha que nadie cuidaba de Camarón: “Su representante, Pulpón, era una persona encantadora, pero no daba a Camarón la protección que necesitaba una figura de ese calibre, además con la fragilidad que apreciabas en José”.

En 1990, Sagliocco debió rescatar a Camarón del típico embrollo de artista en gira. Iba a actuar en la Spanish Night del New Music Seminar, una feria profesional a celebrar en Nueva York. “Camarón y Tomatito perdieron el avión; iba también José Candado, el ATS que vigilaba su salud. Me los encontré vagando por el aeropuerto, dispuestos a volverse para Andalucía. Me escandalizó que viajaran sin un road manager que resolviera precisamente ese tipo de cuestiones. Para convencerle de retomar el viaje, se lo planteé como una cuestión de pundonor: ‘No puedes dar una espantada en la capital del mundo’. Así que saqué mi tarjeta y les compré nuevos billetes en business. También les facilité los trámites de inmigración cuando aterrizamos en Nueva York”.




Camarón ya había actuado en Francia, pero allí el flamenco siempre contó con un núcleo de aficionados que sabían lo que querían ver. En Nueva York iba a presentarse en la discoteca Palladium entre dos grupos eléctricos, Ketama y El Último de la Fila. No toda la expedición española aplaudía su presencia: Rafael Revert, entonces gran poder en la radio musical, decía que era de paletos llevar allí algo más propio de Casa Patas. Se equivocó: el arte bronco de Camarón y Tomatito conectó con buena parte del público y fue destacado posteriormente en The New York Times: “La música, sin repetir melodías, está centrada en el virtuosismo y la emoción —en nada se parece a la simplicidad del pop—, y los dos músicos ascienden a los crescendos conjuntamente; en vez de acompañarse uno a otro, llegan a una conclusión mutua, mientras muestran su dominio del arte de retratar emociones”.

El autor era Peter Watrous, crítico de jazz. Reafirmaba algo que Sagliocco ya sospechaba: con espectadores exigentes pero dispuestos a escuchar algo diferente, aquel ámbito podía ser acogedor para Camarón. Y presionó para que se incluyera una Noche Flamenca en el más prestigioso de los festivales europeos de ­jazz, Montreux. “Ahora parece que no se puede hablar bien de Teddy Bautista, pero nadie apoyó tanto a la música española. Gracias al dinero de la SGAE se pudo montar en Montreux el mejor cartel flamenco del año 1991: Camarón, Manolo Sanlúcar, El Pele, Lole y Manuel”.



Los recuerdos de Sagliocco son agridulces. Camarón podía estar flaco y pálido, pero tenía arranques inesperados, como sumergirse en la piscina de su hotel de Montreux despreciando el frío suizo. A pesar de su disminución de facultades, hizo un concierto breve y hondo, sin concesiones. Se había previsto un final de fiesta apoteósico, con todos los invitados entonando uno de sus grandes éxitos, Soy gitano. A la hora de la verdad, Sagliocco comprobó que brotaban añejas rencillas: Lole y Manuel se evaporaron, Sanlúcar no quiso salir. Vemos a un Camarón algo desconcertado, compartiendo el cante con Charo Manzano y El Pele; Tomatito parece gozar más, trenzando su guitarra con la de Moraíto Chico y el cajón de Tino di Geraldo. Todo se grabó en 24 pistas y en vídeo de alta definición.

La noche todavía no había terminado. Los flamencos se lanzaron a conocer Montreux la nuit mientras que Camarón fue a la casa del famoso director del festival, Claude Nobs, sobre el lago Leman. Allí le rodaron una entrevista que luego retrasaría la edición del presente combo de CD + DVD. “Logramos que José se explayara, y la tragedia es que la cinta se ha perdido. Nobs solía bromear que dormía sobre un tesoro, sobre miles de cintas de audio y vídeo de conciertos del festival. Tal vez él sabía dónde estaba todo, pero, tras su muerte en un accidente, no encontraron la entrevista”.



Sagliocco mantuvo contacto regular con Camarón durante sus últimos años. “Como esperábamos que se curaría, no llegamos a planificar sus asuntos profesionales. Nos veíamos cuando estaba por Barcelona o cuando él me llamaba. Recuerdo una fiesta flamenca que montó en un bar de Jerez. Me llevé a Jim Beach, el mánager de Queen, que no se podía creer que en un sitio tan modesto surgiera tanto arte”. La campaña para lanzarle internacionalmente nunca se materializó, aunque Pino reconoce que recicló algunas ideas durante su etapa como representante de Joaquín Cortés.

Sí intervino como mediador en aquel conflicto sobre derechos de autor que enfrentó a la familia de Camarón con la de Paco de Lucía: “Yo proponía que se montara una Fundación Camarón de la Isla, con Paco como presidente, para deshacer malentendidos. Y también ayudé a Tomatito, que estaba hundido tras la muerte de José. Le puse como telonero de Elton John y Frank Sinatra. Me criticaron por mezclarle con artistas pop, pero se trataba de que el Tomate recuperara la confianza y viera que tenía futuro como solista”.

Camarón y Tomatito. Montreux 1991. Universal, 2018.


El Pais


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