viernes, 21 de julio de 2017

AMERICAN MUSIC CLUB "CALIFORNIA" 1988 Frontier




Retratar la desolación en el rock no es noticia. Pero retratarla haciéndola creíble, real y presente, y además envolverla de tal manera que apetezca sumergirse en ella, ya es asunto más serio. Mark Eitzel la ha divulgado durante una década a su pequeño grupo de fieles seguidores en uno de los discursos discográficos más monocordes, miserables y a la vez escalofriantes. En su mundo no ha lugar para el canturreo matinal en la ducha, vestirse para salir es una herejía y divertirse en una fiesta, impensable. Es oscuro, lleno de inseguridades, frustraciones y soledad.

El disco que dio a conocer a American Music Club fue este tercero. Sobre un ambiente aparentemente apacible y sedante, de sonido pop, son los aderezos country (pedal steel) y alguna mención explícita al alcohol en los títulos ("Bad Liquor') los únicos indicios de que algo trascendente se cuece en el interior. Eitzel, sin apenas levantar la voz, se las apaña para vestir de solemnidad las canciones con una vehemencia contundente, sobretodo si es alternada con susurros, siempre enfocada al pesimismo terminal. Ese amor que no le va a sacar del agujero, la ineficacia de los buenos sentimientos, la inoperancia del sistema -por algo se titula "California"-, la vida como un montón de mierda, la liberación con la muerte y una esperanza mínima -encontrar un espacio físico o mental donde sentirse alejado de todo esto- son los motores de sus canciones.

La suerte de American Music Club no cambió tras este disco. Cierto es que obtuvieron un notable grado de popularidad alternativa y un contrato con una discográfica más potente. Pero las ventas no aumentaron; sólo las deudas, lo cual finalmente obligó a Eitzel a cerrar el club y a proseguir, con similar aceptación, la carrera en solitario en 1996. Con "California", sin embargo, había conseguido envasar un caldo noble en un barril hecho con la mejor madera de perdedor.

 DAVID S. MORDOH

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