viernes, 21 de julio de 2017

THE JESUS AND MARY CHAIN "PSYCHOCANDY" 1985 BLANCO Y NEGRO




Cuando Manchester parecía ser el centro del universo, en Glasgow, una ciudad que a inhóspita le gana a cualquiera, empezaron a tomar la palabra los hermanos Jim y William Reid. Formaron The Jesús And Mary Chain en 1984, y antes de darse cuenta tenían en la calle un single incontestable, "Upside Down", avalado por Creation. Este primer paso puso al grupo en la lista de los pioneros de la ya interminable tradición de las mejores nuevas bandas británicas. Para los siguientes singles, "Never Understand"y "You Trip Me Up", ya habían encontrado una casa más grande en Blanco Y Negro (subsidiaria de WEA). Esas dos últimas canciones entraron en su debut largo, "Psyctiocandy": un hachazo certero, desproporcionado y hermoso al corazón del pop.

Si fuera cierto que la mejor manera de inventar es robar todo lo que se pueda, "Psychocandy" sería un manual que nunca habría que dejar de estudiar. Los Reid fueron tan descarados que no se dignaron a esconder casi nada. Al contrario, se esforzaron en pregonarlo al volumen máximo. Y lo que descubrieron fue inesperado. Habían llegado al mundo borrachos de Brian Wilson y Phil Spector. Hasta cierto punto, en "Psychocandy" parecen primos hermanos de los Ramones, con la diferencia de que no tenían el arte de la simplificación entre sus objetivos prioritarios. A pesar de que, por momentos, el nivel de agresividad les acerca a The Stooges, la agudeza de cada gesto está emparentada con The Velvet Underground. Mientras Sonic Youth interpretaban "White Light/White Heat" de la manera más cruda posible, The Jesus And Mary Chain decidieron construir su muro de sonido mezclando eso mismo con las Ronettes y todo hit surfero que se les hubiera pegado a la materia gris desde la infancia. No hay más que desnudar de ecos y distorsión temazos como "The Living End", "Taste Of Cindy"o esa locura titulada "Cut Dead". Claro que así se pierde uno la fiesta. No conviene pasar por alto ni la contribución de Bobby Gillespie, quien está como de paso (luego sería líder de Primal Scream) aporreando la batería en plan killer. La fórmula es perfecta, sencilla y reiterada con una insolencia que epata incluso cuando pretende ofender. Evidentemente, "Psychocandy" es mucho más que un festival de chirridos. Incluso en lo que suena a puro delirio subyace un sentido de la proporción que empieza a sorprender en escuchas sucesivas, una vez superado el impacto inicial. Lo más fascinante de "Psychocandy", resultado de un talento innato o de la intuición más genuina, es que sea tan atronador y tan dulce al mismo tiempo. Por una vez el estrépito no echa para atrás, sino que seduce y se pega. Como la miel, "Just Like Honey"; se lo dicen ellos mismos, así de chulos. Porque encima está lo de la actitud. En esa época The Jesus And Mary Chain solían tocar de espaldas al público. Podían atizarle un botellazo a alguien de la primera fila o largarse del escenario a los veinte minutos de actuación y quedarse tan anchos. Eran punks en la medida en que lo único que les apremiaba de puertas afuera era expresar desprecio por el entorno y una vena autodestructiva disimuladamente exhibicionista. "Psychocandy" está lleno de síntomas de conflicto interno estallando a los cuatro vientos. Una relación de amor y odio con el hastío existencial que tan pronto conduce al letargo químico como a la fascinación autodestructiva por la velocidad y. luego, aun romanticismo perezoso y una sensualidad superficial que no deja de mostrar sus ganas de vivir.

Haber asumido su papel de outsiders dentro de la industria les llevó a tomarse con más desidia que orgullo la rotunda influencia que ha ejercido esta primera obra. O tal vez les molesta que no se haya reconocido suficiente su capacidad de regenerarse -"Darklands" (1987) y "Automatics"(1989) también son imprescindibles- sin dejar de ser fieles a sus principios. El caso es que nunca podrán escaparse de "Psychocandy".

RAMÓN LLUBIÁ

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