martes, 30 de octubre de 2018

FLAMENCO (año 1996) La nueva edad de oro de una música con raíces (I)

La nueva edad de oro de una música con raíces

El flamenco anda inquieto. Suscita mayor interés y curiosidad que nunca. Es lógico, porque muchas cosas están cambiando. Paco de Lucía hizo su revolución, y desde entonces la guitarra no ha parado de crecer: los tocaores protagonizan un verdadero sorpasso cualitativo, pleno de técnica, pero también de inspiración. Los bailaores juegan sus cartas. Unos, apuntándose al espectáculo multiuso de televisión; otros, al magisterio de los consagrados; casi todos, haciendo alarde de facultades atléticas. El cante también presenta sus contradicciones. Se acuñó el término jóvenes flamencos, y resulta que el más joven estilísticamente, el único innovador auténtico, es un cantaor de 53 años, Enrique Morente. Y mientras tanto, el mestizaje, signo de la época, no cesa. Ketama abre brecha, y los imitadores brotan en cada esquina, pero la mayoría de ellos son ya tránsfugas del flamenco. ¿Puede la música íntima por antonomasia coquetear con las modas? Lo que parece incuestionable es que un auge sin precedentes empuja a los flamencos hacia una nueva era. Pero eso quizá no lo sepamos hasta el próximo milenio. Así que tal vez lo más sabio sea no hacerse preguntas y limitarse a disfrutar de este arte privilegiado. De su gracia, su fuerza, su duende y su verdad. / ÁNGEL ÁLVAREZ CABALLERO















El Pais Semanal Número 1.032. Domingo 7 de julio de 1996

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