domingo, 21 de octubre de 2018

NEIL YOUNG & CRAZY HORSE "RUST NEVER SLEEPS" 1979 REPRISE




En su reunión con los Crazy Horse después de cuatro años sin grabar juntos ("Zuma" había sido lo último, en 1975), Neil Young dio otra lección. El final de los setenta fue convulso, y un tipo como él se negó a permanecer impasible. Tuvo que decir la suya y lanzó un punch aparentemente modesto que hoy se recuerda como un inquebrantable ejemplo de solvencia rockera e integridad creativa. Un álbum pensado como un cara a cara que, lógicamente, se grabó en directo a lo largo de la gira del mismo título en 1978.

Especial por naturaleza, "Rust Never Sleeps" se puede entender como un círculo que se abre con la acústica "My My, Hey Hey (Out Of The Blue)"y se cierra con "HeyHey, My My(Into The Black)", la misma canción pero en versión eléctrica y con un par de variantes en la letra. En el camino ha pasado de una sobriedad tajante a la visceralidad más incendiaria. También le ha dejado un recadito a Johnny Rotten, quien no había conseguido matar al rock'n'roll, y le ha enviado un recuerdo a Elvis Presley, cuya muerte todavía escocía.

Aunque breve, recorre un abanico estilístico personal exhaustivo y rubrica su validez a base de actitud y rigor artístico, incluso en lo poético con perlas como "Thrasher"que confirman al autor como un maestro de la metáfora moderna. Y como vinilo de los de antes que es, gira alrededor del concepto marcado por la canción central y define bien sus dos caras: acústica y eléctrica. Cuenta con el precedente del "Bring It All Back Home" (1965) de Bob Dylan. Como él, Young creció en el folk y abrazó con gusto la electricidad. Pero el canadiense siempre ha sido mucho más vehemente en su manera de ver el rock, especialmente cuando le acompañan Crazy Horse. Ahí subyace el alegato de "Rust Never Sleeps": el rock enfrentado a sí mismo, a la industria ya su público. Young directamente enfrentado al rock. Y gana un músico pletórico.
RAMÓN LLUBIÁ

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