domingo, 10 de julio de 2022

batidora MOD por Diego A. Manrique

Alcohol, drogas, muertes trágicas... Los Small Faces acabaron triturados por la filosofía "mod". Un homenaje de las estrellas del "britpop" rescata a los genios del olvido.

De izquierda a derecha, Steve Marriott, lan McLagan, Kenny Jones y Ronnie Lañe.


Texto: Diego A. Manrique

Vivieron rápido, pero no dejaron un cadáver bonito. Aparte de eso, la de Small Faces es la perfecta historia pop. Como Oasis, sus años dorados se perdieron en un remolino de gloria y desastre. Fueron explotados, tanto por la industria de la música como por proyectos posteriores (Whole lotta love, el gran éxito de Led Zeppelin, es una fotocopia de su You need loving). Han inspirado sucesivas insurrecciones musicales, desde el punk al britpop. En la batidora entran también drogas, cantidades industriales de alcohol, enfermedades incurables, muertes trágicas... Cualquier año de éstos, el cine británico los consagrará en un biopic, una agridulce película biográfica, aunque los publicistas tendrán que buscar un título llamativo. Porque ya se ha estrenado Small faces, una producción escocesa que retrata sin sentimentalismos lo que significaba crecer en un barrio duro durante los años sesenta. Como ellos, la experiencia la viven cuatro chavales del East End londinense.

En la jerga mod, un face (rostro, cara) era alguien al día en atuendos y actitudes. Los Small Faces provenían del cogollo del ambiente modernista, a diferencia de The Who, tipos periféricos que fueron encarrilados por sus managers. Al frente se desgarraba Steve Marriott, guitarrista y cantante; su cómplice en composiciones era el bajista Ronnie Lane; Kenney Jones machacaba la batería, y los ataques al órgano quedaron para Ian McLagan.

Marriott había sido actor infantil y había grabado algún disco. Pero el estilo de vida mod le hizo ver su destino: acelerado por las anfetaminas, inflamado por flamantes discos de soul y Motown, su grupo pretendió (y logró) reflejar ese vivir peligrosamente de la quinta mod, gracias a un rhythm and blues intenso y corrosivo, apabullantes descargas que rara vez superaban los tres minutos. Arrasaron en las listas, pero no se preocuparon de leer la letra pequeña de su contrato: Don Arden, un predador del showbiz, les contentaba con 20 libras por músico y semana, aparte de cuentas abiertas en las boutiques de Carnaby Street (adonde no podían ir en persona, dado que se alborotaban clientes y dependientes).

Sus padres investigaron la contabilidad de Arden y salieron horrorizados. De todas formas, el grupo ya había roto con él: el muy indeseable entregó a Decca la versión en maqueta de My mind's eye y así se publicó. Eran los primeros días de 1967: los Small Faces usaban LSD y mostraban una voluntad psicodélica que desarrollarían sin frenos con Immediate, libérrimo sello de Andrew Oldham, el lanzador de los Rolling Stones. Viviendo en comuna, el grupo experimentó con efectos de sonido (Itchycoo park), editó temas grabados parcialmente en el jardín (The universal), publicó un elepé conceptual cuyo envoltorio imitaba una caja de tabaco (Ogden's nut gone flake).

Bronca con los jefecillos

La psicodelia de Small Faces era amable y lúdica, inspirada en el humor cockney y los aires de music hall, más centrada en las buenas vibraciones que en exploraciones del espacio interior. Tanta despreocupación chocó con la realidad: ellos fueron el primer nombre pop unido policialmente con las drogas... Y también pioneros en ser vetados por la televisión, a raíz de cierta bronca con uno de los jefecillos de Top of the pops.

A pesar de todo, no se explica muy bien la brusca ruptura a principios de 1969. O quizá sí: eran tiempos de cambios radicales y ellos querían crecer, alejarse de la imagen de ídolos para niñas chillonas. Marriott se embarcó en Humble Pie, sus compañeros se reciclaron en The Faces con la bulliciosa entrada de Rod Stewart y Ronnie Wood. Ninguno de los dos grupos alcanzó la grandeza creativa de los Rostros Pequeños.

Ellos lo sabían y en el año 1977 se volvieron a reunir, ya sin pena ni gloria. Algunos se lo montaron como músicos contratados: Kenney Jones reemplazó a Keith Moon en The Who, Ian McLagan llegó a teclear para los Stones. Ronnie Lane fue degenerando por culpa de la arteriosclerosis múltiple y los ocasionales gestos de solidaridad de sus colegas no le sacaron de la miseria. El gran Marriott murió en 1991, a causa de un incendio, dicen que mientras dormía una borrachera. 

LOS ROSTROS DEL TRIBUTO

Los grupos que participan en 'A tribute to The Small Faces: long agos and worlds apart' han evitado sus grandes éxitos, discos perfectos como 'All or nothing', 'Lazy sunday' o 'Itchycoo park'. Demasiado riesgo, amigo.

Algo así ha debido de pensar Paul Weller, que se limita a tocar la guitarra al lado de Kenney Jones en 'Almost grown', una de aquellas arrebatadas piezas que se quedaron en instrumentales porque Marriott y compañía perdieron la letra o tenían prisa por acabar. Primal Scream y algunos otros han optado por caras B, por lo de obviar comparaciones: los escoceses han reemplazado en 'Understanding' a Bobby Gillespie por P. P. Amold, sólida cantante de 'soul' que trabajó con los Small Faces en "Tin soldier". Buzzcocks, Ride, Dodgy, Northern Uproar, Mantaray, 60ft Dolls, Ocean Colour Scene, BLOW, Hyperglo y Gene echan las tripas -y en algún caso, abundante imaginación- en sus versiones.

Kevin Miles, de Gene, explica su veneración: "La evolución que tuvieron en tres años fue tan enorme como la de los Beatles". Y Chris Stone, de Hyperglo, revela la trama: "Su conbinación de "soul" de los sesenta con "music hall" ha sido el modelo para las bandas británicas de guitarras de los siguientes 30 años". Está hablando de una cadena que va desde los Small Faces hasta Kula Shaker, pasando por Led Zeppelin, The Jam o Blur. Genio, figura y pisar el acelerador. O, como decía Steve Marriott, "cerveza, pecado y diversión".


A tribute to the Small Faces (Nice Records) está distribuido en España por Fonomusic.



 

 

 

EL PAÍS DE LAS TENTACIONES Viernes 1 de noviembre 1996

 


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