lunes, 11 de mayo de 2020

EL REY DE LA MELODÍA

 El PAÍS DE LAS TENTACIONES Viernes 22 de agosto 1997




Ha sido plagiado por Oasis. Elvis Costello le venera. Los 'jazzmen' juran por sus canciones. Es el Mozart de la 'lounge music', el auténtico responsable del pop más imperecedero de los años sesenta. Burt Bacharach, damas y Caballeros.

Texto Diego A. Manrique

Observa la portada de Definitely maybe, el primer disco grande de Oasis. A la izquierda, apoyado en el sofá donde Noel Gallagher toca la guitarra, está el retrato de un caballero pensativo. Si te fijas, hasta se puede leer su apellido: Bacharach.

No subestimes esos detalles. En sus inicios, el mayor de los Gallagher requería la proximidad totémica de Burt Bacharach. Y no andaba descaminado: para un estudioso del pop de los años sesenta, Bacharach es Lennon & McCartney en versión adulta y sofisticada. Incluso más útil que los Beatles para las situaciones íntimas. Confiesa Noel: "Si estás en tu casa con una chica y pones discos de Bacharach y no termináis en la cama... bueno, mejor te apuntas a algún club de la castidad".

Imagino que lo que el bruto de Noel quiere sugerir es que la música de Bacharach exhala tal elegancia y sensualidad que impulsa a bajar cremalleras, quitar estorbos, fundir epidermis. Son canciones solemnes, pero sinuosas, que disimulan su complejidad estructural con un desarrollo exquisito. Canciones con paradas que interrumpen el flujo majestuoso de la melodía, pausas que equivalen al instante de duda, de reflexión desnuda. Esa naturaleza quebradiza, esa incertidumbre proporciona humanidad a lo que son prodigios de alta artesanía.

Incluso en las versiones orquestales del propio Bacharach, ésas donde apenas tararea, o donde un coro ultraprofesional evoca fragmentos de la letra, late el drama: sus asuntos son el reconocimiento de la obsesión, la aceptación de la derrota, las perplejidades del corazón. Pero el mejor modo de apreciar el efecto Bacharach es a través de sus celestiales grabaciones con Dionne Warwick. Exacto, la sobrina de Cissy Houston, que a su vez es la madre de Whitney (pero que eso no te dé ideas equivocadas: con Dionne, la garganta siente y padece).

Entre 1963 y 1971, Dionne colocó la barbaridad de 39 canciones —compuestas y producidas por Bacharach— en las listas estadounidenses. No exagero: esa colaboración es uno de los pináculos del pop de los sesenta. Y si alguien me menciona la obra de Phil Spector, puedo alegar que su paleta emocional se limitaba a los amores juveniles. Y si se me habla de Motown, debo responder que la maquinaria de Detroit era tan perfecta que costaba creer en la sinceridad de sus voces. No, la cima pertenece a Bacharach y Warwick. La prueba: cantantes tan sublimes como Aretha Franklin y Dusty Springfield se aplicaron a duplicar / superar los clásicos de la pareja.

¡Una extraña pareja! Burt Bacharach nació (12 de mayo de 1928) en una familia judía en Kansas City. Ya en Nueva York, pasó una adolescencia agria: era el más diminuto de los chicos de su escuela, lo que frustró sus sueños de deportista y sus ansias de conquistador. Se volcó en la música: con un carné falso, se colaba en los antros de jazz, para escuchar a Charlie Parker y otras fieras del be bop. Al mismo tiempo, su naciente talento le garantizó becas y el acceso a conservatorios prestigiosos.

Sus habilidades le sirvieron para pasar la mili tocando en una banda, en vez de batirse el cobre en Corea. Licenciado, decidió que la música seria no era lo suyo: se hizo pianista y arreglador de artistas de club nocturno. Incluso se casó con Paula Stewart, una vocalista de tercera división. Hasta sobrevivió a una temporada como director musical de Marlene Dietrich. Entonces ya componía, pero su billete para huir de la mediocridad llegaría al conocer a Hal David, un letrista igual de hambriento y con un asombroso poder de introspección y de análisis de los sentimientos. A partir de 1957, paladearon el éxito gracias a vocalistas pop y cantantes de soul: Perry Como, Johnny Mathis, Marty Robbins, Gene Pitney, Chuck Jackson, Gene McDaniels, Jerry Butler, las Shirelles, los Drifters.

Fue precisamente en una sesión para los Drifters cuando Burt reparó en Dionne, entonces parte del coro: "Llevaba coletas, calzaba unas playeras blancas y sucias, pero brillaba igual que ahora. No podías evitar fijarte en ella: cantaba con elegancia, con una cierta frialdad, con una reserva que no era normal en alguien que salía de la escuela del gospel".

Dionne Warwick fue acogida en el sello Scepter, propiedad de una animosa dama judía. Allí fue donde la Warwick alcanzó la gloria: su voz nasal esculpía cada sílaba de las parábolas estoicas de Hal David, deslizándose entre arreglos aterciopelados—trompetas y violines— que revelaban una querencia por los ritmos latinoamericanos y los acordes del jazz. No es extraño que Bacharach reconozca hoy que no disfrutó mucho del gran desmadre de los años sesenta: trabajaba a destajo e incluso triunfó en Broadway con Promises, promises, un musical basado en la película El apartamento. Burt, casado con la actriz Angie Dickinson (se divorciaron en 1982), encontró abiertas las puertas de Hollywood. Su labor en Dos hombres y un destino se saldó con dos oscars, al mejor score y a la mejor canción, Raindrops keep falling on my head.

Ascensión y... caída. En 1972, Bacharach y David dejaron de proporcionar material a Dionne: ella respondió con una demanda judicial. Al poco, Burt y Hal se separaron y pasarían 20 años antes de que volvieran a colaborar. El compositor soportó una etapa de sequía, aunque sus finanzas no se resintieron: A&M lanzaba sus discos casi instrumentales y la orquesta de Bacharach funcionaba en Las Vegas. Su nueva letrista sería Carole Bayer, luego su tercer esposa (hasta su reciente divorcio). Con ella ganó otro oscar, por Best you can do, el tema central de Arthur, el soltero de oro.

La producción de Bacharach sin Hal David me resulta, lo siento, poco apasionante: canciones técnicamente refinadas, pero emocionalmente estériles. Problema de las voces o, más probable, que la grandeza depende también del vector tiempo: volvió a trabajar con Dionne y su último número uno fue el insípido That's what friends are for.





Bacharach nunca ha dejado la música, pero bajó el listón: le interesaban más los caballos de carreras, de los que posee ejemplares soberbios. Además, los derechos de autor seguían llegando en carretillas, sobre todo desde el Reino Unido. Las canciones de Bacharach resultaron lo suficientemente flexibles para los Stranglers, Bomb The Bass, Frankie Goes To Hollywood.

Géneros coetáneos
El culto británico por Bacharach se materializó a finales de los ochenta. Latía la nostalgia por la canción clásica, lo que algunos llamaban proper songwriting. Prefab Sprout, Elvis Costello, Marc Almond y otros presumían de graduados en la escuela Bacharach, aunque fueron los escoceses Deacon Blue los que se colocaron en el número dos de las listas con Four Bacharach & David songs (EP) allá por 1990. Tiene lógica. En su búsqueda de modelos para reciclar, los músicos han agotado casi todas las facetas del rock y se sienten atraídos por géneros coetáneos. El ejemplo de Bacharach y David resulta goloso: experimentaban dentro de las convenciones del género, pero sin perder de vista la comercialidad. Además, aparte del patetismo de algunas historias, esas canciones sugieren hedonismo, confortabilidad y refinamiento: no es casual que Burt firmara la música de la publicidad de Martini durante los setenta.

En los noventa, ha seguido subiendo la cotización de Burt. Noel Gallagher reconoce que se pasó más de dos años masticando la estructura de This guy's in love with you; una vez dominada, copió el principio en un tema de Oasis, Half the world away, "me extraña que no me haya demandado". Para Noel, Burt es un caballero y no necesita estar rapiñando derechos de autor: el pasado junio invitó a Gallagher a cantar This guy's in love with you en el Royal Albert Hall.

Elvis Costello ha preferido colaborar con Bacharach. Vía fax, se compuso God give me strength, que está en la banda sonora de Grace of my heart. Burt ha invitado al inglés a su mansión californiana, donde han acariciado los cinco pianos de cola el tiempo suficiente para elaborar material inédito para un posible disco conjunto. Seguramente, Costello habrá aprovechado para explicar a Bacharach su influencia: su sombra planea sobre Portishead, Stereolab, Massive Attack, Bjork, REM, Combustible Edison, k d. lang, Pizzicato Five, Paul Weller y otros chicos de moda. Gran sorpresa para Burt, cuyos gustos tienden más hacia el pop-envasado-al-vacío de Mariah Carey. Y una advertencia: Bacharach ha sido apropiado para los retroestetas de la lounge music, lo cual es un escándalo. El hombre tiene entidad para ser considerado algo más que un icono kitsch. Su arte no necesita ser filtrado por ironías posmodernas, no es un chiste para gente que escarba en la cultura basura. Prefiero las canciones de Bacharach en La boda de mi mejor amiga, esa película de Julia Roberts que tanto indigna a Hillary Clinton (la actriz no para de fumar). Especialmente, por esa escena en que los clientes de un restaurante cantan I say a little prayer: sé lo que sienten.

http://studentweb.tulane.edii/~niark/bacliarach.litml


BACHARACHIANOS

Bacharachismo ¿Qué tienen en común los Beatles e Isaac Hayes, los Cranberries y Green Day? Exacto: todos han recurrido al tesoro de canciones de Bacharach. Éstas son las piezas indispensables:

"Walk on by" "Si me ves por la calle / y empiezo a llorar cuando nos encontramos / sigue andando". Éxito para Dionne Warwick en 1964, ha vuelto a las listas en versiones de Isaac Hayes (1969), Gloria Gaynor (1975), Stranglers (1978), Average White Band (1979) y Sybyl (1990).

'24 hours from Tulsa'. Carta a la novia donde el protagonista explica que regresaba a casa cuando se encontró con la tentación "y ya nunca podré volver a Tulsa". Cantaba (1963) Gene Pitney, el hombre con cuya voz era comparado Mike Kennedy cuando Los Bravos llegaron a Estados Unidos.

'Baby it's you'. Confesión de entrega amorosa grabada por los Beatles, aunque el éxito fue para las Shirelles (1962) y el grupo californiano Smith (1969).

'Make it easy on yourself. "Si realmente le amas / y no hay nada que yo pueda hacer, / no te preocupes por mis sentimientos, / dime simplemente que hemos acabado, / ponte las cosas fáciles". Aunque grabada inicialmente por Jerry Butler, esta dolorida aceptación de la derrota fue clavada por los Walker Brothers (1965).

'(There's) Always something there to remid me'. "¿Cómo puedo olvidarte / si siempre hay algo que me lo recuerda?". Sandie Shaw estaba deliciosa en su versión de 1965: el tema se haría éxito tecno-pop con Naked Eyes (1983).

'What the world needs now is love'. Himno protohippy de la brigada del Martini. Interpretación triunfal de la compositora Joackie DeShannon (1965). Utilizada en media docena de películas de Hollywood.

'What's new pussycat?'. Éxito de Tom Iones (1965) que ahora sería prohibido, dado que pussycat (gatita) puede ser sinónimo cariñoso de vagina.

'The look of love'. Otro de los aciertos bacharachianos de Dusty Springfield (1967), aunque también triunfó por Sergio Mendes (1968) e Isaac Hayes (1971). Elaborada para la película Casino Royale: "Miraba en la moviola a Úrsula Andress y comprendía que era una mujer que podía hacer lo que quisiera con un hombre sólo con mirarle" (Burt).

'This guy's love with you'. Noel Gallagher ha reconocido: "Si pudiera componer algo que fuera la mitad de bueno que esta canción, me moriría feliz". Fue grabada por Dionne (1967), pero llegó a número uno al año siguiente con la delicada versión de Herb Alpert.

'Do you know the way to San José'. Grabada por Dionne en 1968, expresa sentimientos propios de la época: la huida de Los Ángeles buscando vida más simple. Recreada por Frankie Goes to Hollywood.
'I say a little prayer'. "En el momento en que me despierto, / antes de ponerme el maquillaje, / rezo una pequeña oración por ti". Aunque estrenada por Dionne (1967), al año siguiente llegaría la orgásmica lectura de Aretha Franklin: una grabación definitiva.
 
'Raindrops keep falling on my head'. Compuesta para Dos hombres y un destino (1970), convertida en número uno por el tejano B. J. Thomas. Increíblemente, Bacharach quería que fuese cantada por Bob Dylan, sin advertir que son temperamentos artísticos antitéticos. Dylan: "Para hacer canciones como las de Bacharach, tienes que tener una paciencia demasiado grande". El tema ha sido recuperado en 1995 por Manic Street Preachers.

'(The long to be) close to you'. "¿Cómo es que los pájaros aparecen repentinamente / cada vez que tú estás cerca? / Como yo, ellos ansian estar cerca de ti". Tan soberbia cursilería hecha canción fue número uno en la grabación de los Carpenters (1970) y ha tenido abundantes versiones; la última por The Cranberries. 

DISCOGRAFIA
Las sesiones de Bacharach para A&M, tímidas e imaginativas, han servido de base para colecciones como The best o The look of love. Todo lo grabado por Dionne Warwick es indispensable; 'The Bacharach & David songbook' (Music Club) recoge 22 de sus versiones. 'Bacharach & David; they write the songs' (Dino) es una colección de varios artistas bacharachianos, desde Billy J. J. Kramer & The Dakotas hasta los Pretenders. Dos músicos de jazz han editado discos dedicados: el de McCoy Tyner, titulado 'What the world need now' (Impulse!, 1997), se excede en el almíbar, mientras el de John Zom, 'Great jewish music: Burt Bacharach' (Tzadik), es lo contrarío. 


Viernes 22 de agosto 1997 EL PAÍS DE LOS TENTACIONES


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