viernes, 8 de mayo de 2020

Los 80 se redimen texto: Diego A. Manrique


Parece que ya no es pecado. Ya se puede reivindicar que, al menos en lo musical, la década prodigiosa del pop español fue la de los ochenta. En lo creativo y en lo vital, un tiempo asombrosamente fértil.

Curioso caso el de la movida. Las insidias del PP han logrado que todo el mundo acepte que fue un montaje, un pesebre del PSOE. Hace días, Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid, todavía despachaba a uno de sus predecesores, Juan Barranco, con esta frase: "Apoyó la movida". Alguien debería remachar que la movida, cuando todavía se llamaba nueva ola, era mirada con antipatía por los socialistas madrileños, que asumían el análisis de Francisco Umbral que contraponía a Ramoncín ("Vallekas guay, colega") frente a lo pegamoide, frivolidad de buena cuna.

Que el PP tire con bala es comprensible, igual que obedece a su lógica el que ahora intenten reprimir la noche o recortar las pequeñas libertades que se conquistaron en los ochenta. Lo más sorprendente del caso la movida es que los propios protagonistas o sus simpatizantes hayan hecho poco por defenderla. Como atenazados por los vapores de la culpabilidad que llegan en la resaca, todos se han lavado las manos. Mejor olvidar, parece ser la consigna. Así, un libro tan brillante y monumental como Sólo se vive una vez- Esplendor y ruina de la movida madrileña (Ediciones Ardora), la historia oral que recogió José Luis Gallero, fue ninguneado por los medios y los comentaristas culturales.
Ni siquiera está permitida la nostalgia, a pesar de que pueda proporcionar materia para la reflexión. Tiene gracia que el 15° aniversario de la independiente DRO-GASA no fuera celebrado por los fundadores, "lo que interesa es el presente y el futuro". Ha sido la revista hispano-argentina Zona de Obras la que se ha ocupado de confeccionar un informe retrospectivo reforzado por un doble CD con espléndidas rarezas y curiosidades. Y la trayectoria de DRO-GASA, con su vertiginosa ascensión y posterior absorción por Warner, es todavía muy relevante para la independencia discográfica y cualquier empresa cultural con ambiciones.

LOS 'INDIES' Y LA 'NUEVA OLA'

El número de Zona de Obras ha coincidido con la última entrega de otra revista, Rock Indiana, que ha editado una extensa Guía esencial de la nueva ola española, un librito obsesivo y peleón que viene acompañado por un CD donde grupos del presente revisitan canciones de los ochenta, sin caer en obviedades. Un disco significativo, ya que rompe ese mito de la concepción inmaculada del rock indie hispano, cuyos protagonistas parecían haber pasado los ochenta en Seattle o en Boston, ajenos a Radio Futura o Nacha Pop.

Cierto que el indie español empezó a respirar en un ambiente desencantado, cuando los buques insignia encallaban, cortos de ideas y desprestigiados por la explotación intensiva de su momento de gloria. Habían exprimido a tope los días de vino y rosas, sin preocuparse por establecer infraestructura o prepararse para las vacas flacas.

Se entiende que la movida fuera, ya entrados los noventa, el enemigo a abatir, el padre a matar o a avergonzar. Pero el rock es una cadena de experiencias, y pretender ignorar los anteriores eslabones tiene un coste alto. En los últimos tiempos se aprecia un clima de reconciliación generacional. Subterfuge ha inaugurado un sello de reediciones y rescates de los ochenta. Amphetamine Discharge participa en el recopilatorio La movida y recupera páginas malditas del spanish rock. No, ya no es pecado evocar los ochenta.


El Pais de las Tentanciones, viernes, 6 de marzo de 1998

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