viernes, 15 de junio de 2012

Cuarenta años de Bossa Nova


La música nacida en 1958 entre los jóvenes de clase media alta de Río de Janeiro se proyectó a todo el mundo desde los barrios de Ipanema y Copacabana.

CARLOS GALILEA

En el verano de 1958 se edita en Brasil un 78 revolucio­nes por minuto con Chega de saudade. Un minuto cin­cuenta y nueve segundos que van a cambiar la música po­pular. En la etiqueta (Odeon n9 14360) figura como sambacançao. Aún no se habla de bossa nova. El disco lo firma Joáo Gil­berto. Y dos son los culpables de que pudiera grabarlo: Antonio Carlos Jobim, arreglista de la compañía Odeon, y Aloysio de Oliveira, productor y director artístico. No todos apreciaron la novedad. El director de ventas de la discográfica en Sáo Paulo tiró un ejemplar al suelo: "¿Cómo na­rices esperan que vendamos es­to?". Otra versión asegura que en realidad exclamó: "¡Esta es la mierda que nos manda Río!". El gerente de una cadena de grandes almacenes se apuntó al coro críti­co: "¿Por qué graban a cantantes resfriados?". Sin embargo, las ventas propiciaron que Joáo Gil­berto grabase el elepé Chega de saudade con obras de Jobim y Carlos Lyra, y versiones de anti­guos sambas como Aos pés de Cruz. La teoría de Gilberto era sencilla: "Las palabras deben pronunciarse como si se estuviera conversando". Nada de vibratos. Ya antes hubo llamadas de atención: Foi a noite, de Jobim y Newton Mendonça, que Silvia Telles grabó en 1956; el elepé Cançao do amor dabais, de Elizeth Cardoso, lanzado dos años más tarde, con músicas de Jo­bim, letras de Vinicius de Moraes y la guitarra de Joáo Gilberto en dos temas –por primera vez se oía en disco la batida de la bos­sa–. La bossa nova fue anuncián­dose desde los cuarenta en las vo­ces intimistas de Dick Farney y Lúcio Alves, el piano de Johnny Alf o el acordeón de Joáo Dona­to –influenciados por el trompe­tista Chet Baker y cantantes co­mo Sinatra–.

Se ha repetido que nació en los apartamentos de la Zona Sul de Río de Janeiro donde se asentaba la clase media alta. Por ejemplo, en el domicilio de los padres de Nara Leáo, número 2856 de la avenida Atlántica, entre platos de macarrones y vasos de whisky y guaraná. En su salón de 90 me­tros cuadrados, con ventanales sobre el océano, se reunían Ro­naldo Bóscoli, Roberto Menes­cal, Carlos Lyra, los hermanos Castro-Neves, Luiz Eça... Y se gestó en los diminutos clubes de Copacabana. En el Beco das Ga­rrafas, callejón sin salida donde estaban el Bottle's Bar o el Little Club, proliferaron los tríos: Zim­bo, Tamba, Sambalanço... Loca­les nocturnos como el Zum Zum pusieron de moda los pocket shows. Con el público muy enci­ma de los artistas: "Santa pro­miscuidad", decía Vinicius de Moraes. Estrellas como Lena Horne, Sarah Vaughan o Nat King Cole se dejaban ver en Río.

Y también algún avispado editor europeo que, por unos cuantos dólares, se hizo con los derechos mundiales de muchas de las can­ciones: contratos abusivos que aquellos muchachos deslumbra­dos firmaban sin leer.

La eclosión coincidía con el re­torno a la democracia bajo la presidencia de Kubitschek. El avance hacia la modernidad: la construcción de Brasilia, según el proyecto de Costa y Niemeyer. Brasil, país del futuro. Se en­marcó dentro de una renovación cultural: a las pantallas llegaban las películas del Cinema Novo (Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha...); en el teatro se estrenaban obras de Boal y Guarnieri; las artes plásticas bri­llaban con Lígia Clark o Hélio Oiticica.





De izquierda a derecha, Luiz Bonfá, Joáo Gilberto y Antonio Carlos Jobim, en la playa de Río, con las actrices Myléne Demongeot, Gloria Paul y Sylvia Koscina.

Roberto Menescal cuenta en una entrevista reciente que fue una creación de la primera gene­ración de playa: "Unos vagos que tuvieron el valor de decir que no querían ser ingenieros o lo que fuese". Menescal estaba pre­parando oposiciones para el Banco de Brasil; Ronaldo Bósco­li era periodista de la revista Manchete; Vinicius de Moraes, diplomático, y Antonio Carlos Jobim y Carlos Lyra iban para arquitectos. Las melodías más inspiradas las imaginaban Lyra, Menescal y Jobim; de las letras se encargaban Vinicius y Bóscoli. La original batida rítmica la aportó un bahiano excéntrico: Joáo Gilberto. Dice de él el pe­riodista Ruy Castro que, si en 1957, antes de Chega de saudade, le hubieran puesto boca abajo no habría caído ni una moneda de sus bolsillos. También desvela que Jorge Amado le telefoneó una noche. Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir estaban en su casa de Río y quería que se pasa­ra por allí con la guitarra. "Está bien, Jorge, ya voy", contestó. Los franceses ya murieron y él todavía no ha llegado.
Para el musicólogo Julio Medáglia, la propuesta más ori­ginal consistía en "evolucionar hacia una música de cámara ade­cuada para la intimidad de los pequeños ambientes, característi­cos de las zonas humanas de ma­yor densidad demográfica. Preo­cupada por el detalle, de elabora­ción más refinada". Las discusio­nes sobre su definición las zanjó Jobim: "Es el encuentro entre la samba brasileña y el jazz moder­no". La expresión se tradujo co­mo "nueva ola" o "nueva ten­dencia". Y la aceptación del nombre hizo que incluso Elvis Presley grabara una Bossa Nova Baby. Todo empezó a ser bossa nova: una nevera, una lavadora o una promoción inmobiliaria se anunciaban así en los periódicos.
En 1956, Vinicius de Moraes andaba buscando a un composi­tor que escribiera la música de su Orfeo, tragedia griega ambienta­da en el carnaval carioca. Unos amigos le hablan de un joven que ha dejado la Facultad de Ar­quitectura y toca el piano en ga­ritos nocturnos. Cuando Vini­cius le ofrece trabajar en el pro­yecto, Jobim pregunta: "¿Y hay algún dinerillo en eso?". Sus dos preocupaciones eran pagar el al­quiler a fin de mes y la tubercu­losis. La familia le había conven­cido de que todos los músicos terminaban enfermos.
Orfeu da Conceiçao se estrenó el 25 de septiembre de 1956 en el Teatro Municipal, con actores negros y decorados del arquitec­to Oscar Niemeyer. Tres años más tarde, el francés Marcel Ca­mus la llevará al cine: Orfeu Ne­gro gana la Palma de Oro de Cannes y el Oscar al Mejor Lar­gometraje Extranjero. Los protagonistas eran Bruno Mello (Orfeo) y Marpessa Down (Eurídice), pero las voces en las canciones las ponían Elizeth Cardoso y Agostinho dos Santos.
La relación de Vinicius con Jobim tendrá resultados fecundos. Según la leyenda, en la terraza del bar Veloso, cruce de la calle de Montenegro con Pru­dente de Moraes, habrían creado una de las canciones más inter­pretadas de los últimos lustros. Hoy, el nombre del bar es Garo­ta de Ipanema ("su bamboleo / es más que un poema / es la cosa más linda / que ya vi pasar"). La chica se llamaba Heló: Heloísa Eneida, 15 años, ojos verdes. Causaba sensación al entrar en el Velloso a comprar cigarrillos para cigarrillos para su madre. Jobim y Vinicius tar­daron dos años en revelar a quién se refería la canción: el pa­dre de la muchacha era un mili­tar, poco amigo del relajo.
La canción se presenta por pri­mera vez al público el 2 de agos­to de 1962. Aquella noche se inaugura Au Bon Gourmet, pro­piedad de Flávio Ramos, un em­presario que sueña con un night-club como el que Bogart regenta­ba en Casablanca. Actúan duran­te 50 minutos Joáo Gilberto, Tom Jobim, Vinicius de Moraes –con permiso especial del minis­terio, por su condición de di­plomático– y el grupo vocal Os Cariocas, en el espectáculo O En­contro. Trescientas personas aba­rrotan el local. Probablemente no sabían que estaban asistiendo a un momento histórico.
Carnegie Hall, Nueva York, 21 de noviembre de 1962. Noche de bossa, organizada por el dueño del sello Audio Fidelity y el ministerio brasileño de exterio­res. El crítico de jazz Leonard Feather actúa como maestro de ceremonias para Joáo Gilberto, Jobim, Luiz Bonfá, Sergio Men­des, Oscar Castro-Neves, Carlos Lyra... Jobim contó que Mário Dias Costa, consejero de cultura de exteriores, llegó a su casa de la calle de Baráo da Torre. "Le dije: `No voy, esto es un desmadre y no quiero ir. El barco de la bossa nova va a chocar con una roca y se va a hundir'. Dias Costa me dijo: 'Usted es el capitán del bar­co, y se hundirá con el navío'. Así que cogí el avión de la Pa­nam el día del concierto, a las ocho de la mañana, llegué a Nue­va York con el tiempo justo, me vestí de smoking en el hotel y corrí hacia la sala de la calle 57".
Pasó varios meses en el fondo de un cajón de la compañía dis­cográfica en Nueva York. Se había grabado en marzo de 1963, pero no se puso a la venta hasta el año siguiente. Getz/Gilberto llega al segundo lugar de las lis­tas norteamericanas (por delante únicamente se sitúan los Beatles): entre los surcos del vinilo de Stan Getz, Joáo Gilberto y Antonio Carlos Jobim suena The Girl from Ipanama. Durante la graba­ción pensaron que sería bueno incluir una estrofa en inglés. El problema es que a Joáo Gilberto se le atragantaba. Su mujer, As­trud Weinert, se ofreció a cantar­la (algunos aseguran que no cejó hasta conseguirlo). Y aquella voz fina se convirtió en paradigma del género. Ruy Castro escribe que si unos meses antes alguien hubiera dicho en Brasil que la moza iba a tener semejante éxito en Estados Unidos, lo habrían internado en un psiquiátrico. Si­natra fue uno de los que cayó en el hechizo de la bossa. Igual que Gillespie, Miles Davis, Peggy Lee, Mina, Pat Metheny, Gerry Mulligan... En 1967 graba un disco con Jobim y confiesa con una sonrisa: "Sólo canté tan sua­ve una vez que tuve faringitis".
La ruptura interna se produjo cuando varios bossanovistas de­cidieron cambiar de rumbo. Los militares toman el poder en 1964. Ese mismo año, Nara Leáo se aleja de la placidez del amor, el mar y la flor, y redescubre a sam­bistas como Cartola o Zé Keti: el Brasil de las favelas urbanas y los campesinos desheredados. Carlos Lyra opta por la canción militan­te con O Subdesenvolvido (El subdesarrollado). Los jóvenes yeyés y las huestes tropicalistas arrinconan a una bossa en deca­dencia. Aunque, paradójicamen­te, fuera ella la responsable de que muchos jóvenes brasileños hubieran cogido una guitarra. Como explicó Medáglia: "Es la música que todos pueden cantar, pues niega la participación del cantante-solista-virtuoso".
La bossa nova situó la música de Brasil en el mapa. Antes no existía. Ni siquiera con Aquarela do Brasil o Carmen Miranda. Al público norteamericano le encan­taban sólo por el exotismo. Nada
comparable a la bossa. La revista Down Beat afirmó que hacía cua­renta años que nadie influencia­ba la música norteamericana co­mo Joáo Gilberto. El periodista Joáo Máximo explica que la razón del impacto en Estados Unidos fue que tenía elementos a medida: énfasis en la melodía, modernización de las armonías y simplificación rítmica. Duke Ellington compone Afro-bossa, Quincy Jones edita Big band bos­sa nova y Coleman Hawkins gra­ba su Desafinado. Getz I Gilberto no era el primer encuentro de un músico de jazz estadounidense con lo brasileño. En 1954, Bud Shank se había juntado con Lau­rindo Almeida en el disco Brazilliance. Y en 1962, el propio Stan Getz había grabado Jazz Samba con Charlie Byrd; Paul Winter, Jazz Meets the Bossa Nova; Her­bie Mann, Do the Bossa Nova, y Cannonball Adderley, Cannon­ball's Bossa Nova.
En los ochenta volvió a intere­sar. En el Reino Unido se formó una corriente a partir de bandas como Everything But the Girl, cuyo estilo mantenía lazos evi­dentes con los patrones vocales y el ritmo característico de la bossa nova. Ahora, la nueva película de Bruno Barreto se titula Bossa nova. Y Next Stop Wonderland, éxito del actual cine independien­te norteamericano, lleva en su banda sonora Desafinado, Triste (en la voz de Elis Regina) y a uno de los descubrimientos de la loun­ge music, el organista Walter Wanderley. En Brasil, se ha lan­zado Isto é bossa nova, isto é mui­to natural, serie que reedita dis­cos clásicos y grabaciones olvida­das, y la caja de dos compactos dobles O amor, o sorriso e a flor. A strip to Brazil-40 Years of Bossa Nova se distribuye en el mercado internacional: casi dos horas y media con grabaciones históricas e incursiones de músicos nortea­mericanos en el género (Wes Montgomery, Paul Desmond...). Rosa Passos se acerca a Jobim en 40 anos de bolsa nova, la pianista Eliane Elias lo canta en Sings Jo­bim y Paul Winter se pone nostálgico en Brazilian Days.
Joáo Donato encuentra en To­kio discos brasileños descatalogados. Vinicius Cantuaria, que ha grabado con Bill Frisell y Laurie Anderson, dice asustarse cuando entra en un club de Londres y el pinchadiscos le muestra sus discos de música brasileña. "Están sampleándolo todo porque la cadencia de la bossa nova cabe bien en el jungle". El grupo Smo­ke City incluye una lectura electrónica de Aguas de Março. Y tres pinchadiscos reciclan ma­terial en Bossa Cuca Nova. El debú de Washington Thievery Corporation está dedicado a Jo­bim y cuenta con la presencia de la hija de Joáo Gilberto y Miú­cha. Beck asegura que creció es­cuchando a Gilberto y Jobim, y Sean Lennon, hijo de John y Yo­ko Ono, ha vertido su reciente pasión por las armonías de la bossa nova en Into the Sun.
Para Caetano Veloso, "la bossa nova supuso un impacto emocional. Después me enteré de que les había ocurrido lo mismo a todos los músicos de mi generación". La televisión brasileña programó hace poco el documental Isto é bossa nova. Comenzaba con imágenes en blanco y negro de Joáo Gilberto interpretando Desafinado, la canción dedicada a quienes les acusaron de desafinar: "Si dices que desafino, amor mío / debes saber que eso me provoca un in­menso dolor / sólo los privile­giados tienen un oído como el tuyo / yo apenas poseo lo que Dios me dio".



DIEZ PERSONAJES CLAVE DE LA MUSICA CARIOCA
Joáo Gilberto (1931). Perfeccionista hasta la desesperación. Para Caetano Veloso es el más grande. Se dice que Miles Davis llegó a comentar que sonaría bien hasta leyendo la guía telefónica.
A. C. Jobim (1927-1994). Uno de los compositores de música popular más importantes del siglo: Corcovado, Aguas de marzo, Wave, Insensatez... Newton Mendonça (1927-1960): tocaba el piano en las boites de Copacabana. Un ataque al corazón le impidió ver el éxito de las obras que creó con Jobim.
Vinicius de Moraes (1913-1980). Publicó libros de poesía en los años treinta y cuarenta. Drummond de Andrade le homenajeó en su artículo La música popular entra en el paraíso.
Carlos Lyra (1936). Con letra de Bóscoli compuso Lobo bobo...; con Vinicius, Coisa mais linda..., y la comedia Pobre menina rica.
Roberto Menescal (1937). Montó una academia de guitarra con su amigo Lyra. Por ella pasaron Nara Leáo, Edu Lobo o Marcos Valle.
Baden Powell (1937). Este guitarrista ha marcado a varias generaciones. Sus mejores obras las firmó con Vinicius de Moraes.
Nara Leáo (1942-1989). La "musa de la bossa nova" (título al que también contribuyeron sus piernas). En su piso familiar se fraguaron intensas veladas de bossa.
Ronaldo Bóscoli (1929-1993). Periodista musical y letrista. En 1959 conoce a Lyra y más tarde se asociará con Menescal. Sonados romances con Nara Leáo, Maysa y Elis Regina.
Silvia Telles (1934-1966). Falleció en accidente de tráfico. Fue novia de Joáo Gilberto y se casó con Aloysio de Oliveira. La intérprete más genuinamente bossanovista. /C.G.






Getz/Gilberto
Chicas de Río
El disco más vendido de la historia de la bossa. Con la versión de 5'15" de The Girl from Ipanema que nadie ha superado. El saxo aterciopelado de Stan Getz, la guitarra de Joáo Gil­berto, la voz de Astrud y el piano de Jobim: Getz / Gilberto (Verve).



Joáo Gilberto
Guitarra y voz
Un título obvio, Joáo Gilberto, para una obra de arte minimalista. En 1973, y con una guitarra española y su voz, interpretaciones deslumbran­tes de Aguas de março (Jobim), Eu vim da bahia (Gilberto Gil), Avaranda­do (C. Veloso) o É preciso perdoar.



Tamba Trío
Bossa Instrumental
Avanço (Philips) fue el segundo elepé del brillante trío del pianista Luiz Eça con Helcio Milito (percusión) y Bebe­to (bajo y vientos). Con la versión de Mas, que nada, que sonaba durante el anuncio de los futbolistas brasileños en el aeropuerto.





Vinicius de Moraes
Noches de Copacabana
El 10 de octubre de 1964, el poeta se une a Dorival Caymmi para una obra que permanecerá cuatro meses en cartel. Acompañados por el conjunto de Óscar Castro-Neves y las voces del Quarteto em Cy: Vinicius I Caymmi no Zum Zum (Elenco / Polygram).





"Orfeo Negro"
La película
Las voces de Agostinho dos Santos (Orfeo) y Elizeth Cardoso (Eurídice) en la banda sonora de Black Orpheus (Fontana, 1959). Dos canciones inol­vidables: A Felicidade, de Jobim y Vi­nicius, y Manha de carnaval, de Luiz Bonfá y Antonio María.





Ella Fitzgerald
Abrazos cariocas
En 1981, con producción de Norman Granz, la cantante publicó Ella Fitzgerald Sings the Antonio Carlos Jobim ongbook (Pablo). Diecisiete clásicos del maestro (Vivo sonhando, Boni...) en las particulares versiones de una gran dama del jazz.



Sinatra / Jobim
Nombre completo
Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim (Reprise) data de 1967. Se dijo que el famoso cantante italo­norteamericano se había visto obliga­do a escribir su nombre completo —por primera y única vez en su carre­ra— para no ser menos que el carioca.





A.C. Jobim
Primer disco
The Composer of Desafinado Plays (Verve, 1963) fue su debú en solitario. Toca la guitarra y el piano arropado por las orquestaciones de Claus Oger­man. La revista Down Beat señaló que si la bossa nova sólo hubiera dado es­te disco ya estaría justificada.




El Pais, 26 de diciembre de 1998


1 comentario:

  1. Me encanta la bosa nova, es idal para escucharla en cualquier momento y en cualquier ocasión. El año pasado alquile un departamento en Rio de Janeiro y para mi sorpresa, tenia un cajón lleno de cds viejos dde bosa nova, fue un deleite poder escucharlos todos. Saludos

    ResponderEliminar