La estrella del rock
Jimi Hendrix dijo que la guitarra eléctrica es la reina del rock and roll. John Lennon aseguraba que nada hay en el mundo tan suave como el mástil de una Rickenbacker. Bo Diddley hizo el mejor rythm and blues con una vieja Gretsch. B. B. King siempre le ha sido fiel a una Gibson llamada Lucille. Y Brucé Springsteen canta orgulloso que su Fender ha aprendido a hablar. El rock necesita tanto a sus estrellas de carne y hueso como a las hechas de cuerdas y madera.
En el festival pop de Monterrey de 1967, Jimi Hendrix era un novato que compartía escenario con artistas de la categoría de Otis Redding o Janis Joplin. Al finalizar su actuación, en pleno éxtasis, roció con gasolina su flamante Fender Stratocaster y le prendió fuego, ante el delirio del público. "La guitarra es la reina del rock and roll, y a ella le debemos lo mejor de esta música. Sólo el fuego es capaz de devolverle su pureza original". Así de contundente hablaba el instrumentista norteamericano en una entrevista concedida el 16 de septiembre de 1970, justo 48 horas antes de fallecer a consecuencia de una sobredosis. James Marshall Hendricks tenía 28 años. Por sus venas corrían proporciones parejas de sangre cherokee y de sustancias tóxicas. A la extraordinaria habilidad de sus dedos, rápidos y precisos como diminutas serpientes, se le llamó magia. Fue un guitarrista único, un músico irrepetible que supo encontrar un hueco en su azarosa vida para elevar la guitarra eléctrica ala categoría de obra de arte.
Entre 1920 y 1924, un norteamericano llamado Lloyd Loar diseñó varios modelos de pastillas para amplificar la señal sonora de las guitarras acústicas. Trabajaba entonces para la compañía Gibson, y con su marcha la idea quedó hibernada durante 10 años. En 1935, Gibson presentó un instrumento revolucionario: la ES-150 Electric Spanish. Parecía una guitarra acústica normal, pero le delataban algunos detalles sorprendentes, como los agujeros en forma de efe de la tapa o la enorme pastilla central, una unidad fonocaptadora que convertía la vibración de las cuerdas y el sonido de la caja en una señal eléctrica. En el interior del cuerpo se habían colocado dos potentes imanes que entraban en contacto con una pieza colocada bajo las cuerdas. Era la primera guitarra eléctrica, pionera de otros modelos más rebuscados, que convertirían este instrumento en símbolo de varias generaciones.
Django Reinhardt y Charlie Christian, nombres ya legendarios, dieron a este tipo de guitarras un impulso definitivo al final de los años treinta y comienzos de los cuarenta, confiaron en el sonido de las primitivas guitarras eléctricas y crearon estilos muy personales. Era la época de los enormes cuerpos de caja y los acabados en nácar y marfil. Después vendrían otros hombres Gibson, como Johnny Smith, Howard Roberts, y, posteriormente, Chuck Berry y el gran B. B. King. Este último, prototipo de bluesman criado a orillas del Misisipí, destrozó sus dedos durante años trabajando en plantaciones de algodón y rascando una guitarra acústica de 10 dólares; hasta que en 1958 pudo comprarse una Gibson ES-335. Desde entonces no ha cambiado de guitarra. En 1949 tocaba casi todos los fines de semana en un garito de Arkansas. Un día se declaró un incendio en ese local y todos salieron a la calle. Entonces B. B. King se dio cuenta de que había olvidado dentro su mugrienta guitarra, entró de nuevo en el edificio, ante el estupor de todo el mundo, y, milagrosamente, logró sacar el viejo instrumento segundos antes de que todo el edificio se derrumbara. "Al día siguiente me enteré de que el incendio se había iniciado en una pelea por una chica llamada Lucille. Desde entonces todas mis guitarras se han llamado así, para no olvidar que hay muchas guitarras, pero sólo un B. B. King".
Fender es la otra gran marca de guitarras eléctricas. Leo Fender puso a la venta en 1954 el modelo Stratocaster, convirtiéndolo en un instrumento revolucionario gracias a tres características que hacían de él un aparato único: era la primera guitarra de cuerpo macizo con tres pastillas de bobina única; su diseño anatómico, con dos cortes en forma de cuernos, facilitaba enormemente su manejo, y además llevaba en el puente una unidad de vibrato y una palanca hacía posible que el guitarrista jugase con la tensión de las cuerdas. Jimi Hendrix, Eric Clapton, Buddy Holly, Ry Cooder, David Gilmour (Pink Floyd), Ron Wood, Robert Cray y el recientemente fallecido Stevie Ray Vaughan han mantenido fieles al sonido de la Stratocaster.
"Tengo una guitarra, / y le he enseñado a hablar", afirma Bruce Springsteen cada vez que interpreta el tema Thunder road. Colgada de su cuello suele descansar una Fender Telecaster Squire, un intrumento presentado en 1954 con el cuerpo macizo y una sola pastilla. Esta guitarra forma, junto con la legendaria Stratocaster, la primera línea de la compañía fundada por el norteamericano Leo Fender en los años cuarenta. Muddy Waters, Keith Richard, Andy Summers (Police), Jeff Beck, Albert Lee y Jaime Urrutia (Gabinete Caligari) son algunos de los músicos que han utilizado habitualmente este modelo.
El boxeador y violinista Elias McDaniel se educó musicalmente en el Chicago de los años cuarenta escuchando los intensos blues de la posguerra. Poco después cambió el violin por la guitarra, su nombre por el de Bo Diddley y las cuerdas del cuadrilátero por las de una vieja Gretsch electro-acústica. Sus rechonchos dedos de boxeador dieron vida al mejor rythm and blues, y de su imagina- ción surgieron algunos de los di. seños de guitarra más sorprendentes de todos los tiempos: la casa Gretsch le fabricó instrumentos de caja rectangular, forrados con pieles de tigre en lugar de con las tradicionales pinturas 3 barnices, y con los cromados de clavijero, vibrato, puente y boto. nes en plata y oro. Los modelos que esta casa comercializaba re. sultaban igualmente espectaculares. En 1955 pusieron a la vente los primeros ejemplares de White Falcon con una campaña publicitaria basada en una frase definitiva: "La guitarra más cara de mundo". Neil Young, Duanne Allman y Brian Jones solían apostar durante los años sesenta por e sonido rancio y cálido al mismc tiempo de estos inigualables instrumentos.
Muchos músicos piensan que las Rickenbacker son unas guitarras de juguete, comparándolas inconscientemente con los recios modelos de cuerpo sólido fabricados por Fender. Gibson y Gretsch. John Lennon, Pete Townshend (The Who), Roger McGuinn (The Byrds), Rick Nelson, Paul Weller (The Jam) y Peter Buck (REM) no han pensado igual, y utilizan habitualmente estas peculiares guitarras para sus grabaciones y giras. "No hay nada en el mundo tan suave como el mástil de una Rickenbacker", decía Lennon, quien acostumbraba a componer con uno de estos instrumentos. Su sonido sale muy metálico y agudo, y la construcción no resulta demasiado sólida, sobre todo teniendo en cuenta que los mejores modelos son los de media caja. Las maderas resultan, sin embargo, magníficas, y el acabado muy cómodo y personal. La música de los Byrds resume todas las bondades sonoras de la marca creada en 1930 por Adolph Rickenbacker, con una serie de guitarras ideales para crear fondos sonoros en segundo plano.
De forma paralela a estas cuatro grandes marcas surgieron otras muchas, tanto en Estados Unidos como en Europa. Epiphone, Guild, Danelectro, Vox, Watkins y Harmony ofrecían calidad y un gran número de modelos durante los años setenta y ochenta. Inmediatamente, el mercado japonés respondió a la gran demanda de guitarras eléctricas copiando modelos clásicos a precios mucho más económicos. Ibanez, Yamaha y Tokai han imitado los modelos clásicos norteamericanos, copiando con exactitud el aspecto estético, pero sin conseguir los sonidos cadenciosos y rancios de las viejas maderas y pastillas.
"Estrellé mi guitarra contra la pared, contra el capó de un coche y contra una vieja Harley Davidson", cantaba hace no demasiado tiempo Meat Loaf. "La Harley aulló de dolor y la guitarra gimió como si estuviera en celo. Subí sigilosamente al cuarto de mis padres y me coloqué al pie de su cama. Levanté la guitarra, y justo cuando iba a rompérsela en la cabeza, mi padre se despertó y dijo: "¡Quieto, chico! ¿No sabes lo que haces? ¡No puedes tratar de esa forma un instrumento tan caro!'. Entonces le miré fijamente a los ojos y le dije: 'Papá, aún tienes mucho que aprender sobre el rock and rol!". n
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